• cielo claro
    13° 23 de Abril de 2024
seleccion-argentina-qatarjpg

Argentinos, carajo

Por Guillermo Memo García Por Por Guillermo Memo García | 10 de Diciembre de 2022

Hay algo que hoy nos está haciendo unánimes, en un país dividido. Y eso es un montón. Siempre que hubo una selección, hubo una Nación. Y así como tuvimos una Argentina rica y poderosa, o en guerra y en dictadura, o fomentando excluidos y exiliados, o descreída y sin salida, hubo selecciones en formación o disminuidas, campeonas o segundas, con y sin Maradona, y con Messi. Y siempre hubo alguna Argentina al lado de alguna selección.

En el triste país de hoy, en el que casi nada funciona y en el que se escuchan bien fuerte los gritos de la marginalidad, de la clase media sin beneficios, de la muerte por 100 pesos y de todo lo que se destrozó, hay una selección de fútbol que representa al país y que además de estar avanzando en un Mundial, tiene la credibilidad de la mayoría.

El viernes a la tarde, el partido frente a Países Bajos, como el de Argentina-Holanda del Mundial 2014, fue algo más que la frase de Mascherano a Romero (“hoy te convertís en héroe”). Fue otra dosis que genera un poco más de unión, de alegría conjunta, de un estado único y especial en el país de la grieta. Una grieta que nació con la Nación, una característica tan intrínseca como la bandera, el mate o la inflación.

Hoy, la selección de fútbol nos empuja a la fuerza hacía otro costado, que no es precisa y afortunadamente el de la grieta.

¿Quién no fue feliz cuando “Dibu” contuvo los penales? ¿O cuándo Lautaro convirtió el último?¿O acaso a quien no se le escapó una lágrima cuando Scaloni se dirigió a la tribuna para buscar a su hijo Ian y se fundió en un abrazo en el banco de suplentes? ¿Quién no se puso del lado de Messi cuando largó al aire el “¿Qué mirás, bobo?, Andá, andá para allá, bobo”?

Todo parece favorecer a la fabricación de algún tipo de felicidad, en una vida que la parece carecer de ella.

¿El Mundial de fútbol oficia como una “tapadera” de la realidad social? Puede ser. Porque existe una pulsión, un arrojo voluntario al mundo de la ilusión plena como forma de evadirse de la angustia y el padecimiento. Y no sorprende que Qatar 2022 funcione como un potente mecanismo productor de felicidad y fantasías, en un país que las necesita casi como el agua.

¿Quién está dispuesto a renunciar a esa felicidad en la que podamos unirnos, al menos, mientras dure la promesa?  

Anteayer los Martínez, uno de Mar de Plata, que parece atajar con el corazón en la mano y otro de Bahía Blanca, que parece jugar con un corazón más grande que el de un humano, fueron protagonistas de un feriado que trajo máxima -que no tiene nada que ver con la reina- felicidad a los argentinos.

Esa alegría antigrieta, a partir de un equipo de fútbol, se extiende por algunos días más. Al menos hasta el martes próximo, donde con tanta euforia y motivación tampoco importa que sea 13. Y Dios permita que sea también hasta el mediodía del próximo domingo 18, cuando se escuche ese pitazo final con el que soñamos, cuando la Copa sea “nuestra” o de “otros”.

En él mientras tanto seguimos siendo felices o tomando la alegría de a grandes sorbos.  

La semana próxima será otra historia, con las satisfacciones y tristezas que nos dejará la pelota a cuestas. Un poco más, un poco menos, que hace 4 años. Pero definitivamente argentinos. Más argentinos.

*El autor es periodista, integrante de PRIMERA PLANA y de RADIO MAS (FM 106.7)

Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.