Cuando estamos conociendo a alguien o al iniciar una nueva relación, las emociones son intensas, todo se vive con ilusión, pasión y entusiasmo y es normal que ambos muestren ganas de conquistar al otro y de pasar gran cantidad de tiempo a su lado. Sin embargo, en algunos casos estas actitudes son extremas y no responden a un amor genuino que está surgiendo, sino a un intento de manipulación.
Se trata del “bombardeo de amor” o “love bombing”, una estrategia de manipulación que, según la psicóloga Laura Coronel, consiste “en demostrar atención y afecto de forma muy insistente por medio de halagos, aprobaciones, regalos y detalles con la intención de conquistar a la pareja y ganarse su confianza”. Además “es una de las armas más frecuentes que utilizan las personas con un perfil manipulador que tienen la intención de establecerse en un rol de autoridad respecto de la pareja”.
Coronel, que es experta en dependencia emocional de Centro TAP (Tratamiento Avanzado Psicológico) de Madrid, explicó que esta situación suele desplegarse en el comienzo de la relación, cuando el manipulador “todavía no terminó de ganarse el afecto y la confianza de su pareja”.
Una vez alcanzado el objetivo inicial de conseguir una fachada de pareja perfecta, empieza a utilizar otras herramientas de manipulación, como el chantaje emocional o el aislamiento, “para dar forma al comportamiento que desea en el otro y establecerse en un rol de autoridad”. “En este tipo de parejas, la relación es asimétrica, insatisfactoria y adictiva para el miembro manipulado”, dijo.
Según Coronel estas son las tres etapas que se dan en esta relación con manipulación:
Estar atentos a lo que vamos sintiendo y percibiendo permite detectar con mayor rapidez estas etapas. También es importante conocernos, saber qué queremos para nuestra vida y aprender a elegir libre de manejos emocionales.
Hay personas que, de forma natural y sin tener malas intenciones, son muy atentas, cariñosas y amables no solo con sus parejas, sino también con sus familiares y amigos, por lo cual no resulta fácil diferenciarlas de quienes utilizan los gestos de amor como arma para manipular a los demás.
“Si así lo fuera, la toxicidad en las relaciones amorosas no sería tan frecuente. Es fácil confundir el bombardeo de amor de una persona manipuladora con los detalles y halagos de una persona estable”, expresó Coronel.
No obstante, apuntó que hay cuestiones que definen el bombardeo de amor y que sirven como señal de alarma para quien pueda estar siendo víctima de él: los halagos, la sobreatención, los regalos y los detalles, entre otros, suelen dar a entender un nivel de compromiso que no va en proporción con el tiempo que llevan conociéndose las dos personas.
Por su lado, Patricia Sánchez, psicóloga clínica del Centro TAP, aclaró que el perfil de la persona que manipula y somete a otra “se da más frecuentemente en hombres que en mujeres”. En términos generales, suelen tener “una personalidad con rasgos narcisistas y se puede observar en el manipulador una necesidad imperiosa de sentirse importante, en cierta forma idolatrado, con necesidad de control y poder y con muy bajo (por no decir nulo) nivel de empatía”.
“El comportamiento de los manipuladores puede resultar demasiado burdo para muchas personas. Esa intensidad afectiva puede generar un rechazo prácticamente instantáneo y asociarse a alguien obsesivo que, incluso, puede causar cierto miedo”, comentó Sánchez.
Sin embargo, la estrategia suele resultar efectiva en otras personas “con baja autoestima o que están pasando por un momento personal complicado” y, cuando ya se cayó en las redes de un manipulador, “es cuando más difícil resulta salir”.
Además, Sánchez dijo que hay que utilizar algunas claves para acabar con este tipo de relaciones tóxicas y una de ellas es no temer poner límites al otro cuando vemos que se enoja porque tenemos autonomía o no los tengamos constantemente informados.
Otra es tomar distancia ya que conviene plantearse si esa persona está siendo coherente observando lo que dice y lo que hace. “Por muy tentador que pueda ser creer que nos puede estar ocurriendo una historia de película ultra-romántica, pongamos un poquito de distancia y observemos al otro. ¿Nos cuadra? ¿Sentimos que esto es de verdad?”, advirtió Sánchez.
“Vivir manipulado plantea una gran dificultad:confiar en uno mismo, en que lo que se ve o se cree que puede estar pasando. La víctima debe confiar en que la culpa no es suya, sino que es su pareja la que logró apartarla de su entorno cercano”, culminó Sánchez.
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