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Carolina Balduzzi: “Pergamino también puede ser una Ciudad Makabra”

Discípula de Eugenio Barba, precursor de la Antropología Teatral, la actriz llega a nuestra ciudad con un unipersonal de gran impacto que aborda la urgente realidad social y política.

Estudió en el mítico Odin Teatret, fue dirigida por Eugenio Barba, Beatriz Camargo del Teatro Itinerante del Sol, y Ana Wolf. Tomó clases con Richard Schechner, Juan Carlo De Petre, Augusto Omolú, Akira Matsui, Roberta Carreri, Julia Varley, Ana Frenkel, Vanesa Weinberg y Cristina Banegas. Y participó en numerosas obras de teatro en América Latina y Europa.

Sus proyectos de trabajo e investigación acerca de la intervención teatral como obra, dispositivo y acción política han recibido el apoyo de Proteatro, el Instituto Nacional del Teatro y el Fondo Nacional de las Artes.

En cartel con su unipersonal desde abril en la porteña calle Corrientes, camina festivales y salas teatrales de toda la Argentina.

Próxima a estrenar en Pergamino su obra teatral Ciudad Makabra, la actriz Carolina Balduzzi dialogó con PRIMERA PLANA, acerca de la presentación prevista para el sábado 2 de junio a las 21.30 en Habemus Theatrum (Pinto 918).

¿Cuál es la génesis de la obra que vas a presentar en Pergamino?

Ciudad Makabra es un unipersonal donde conviven varios monólogos que fui creando en tránsito por ciudades tan disímiles como Buenos Aires, La Paz, Porto Alegre, Berlín, Barcelona, Roma y Wroclaw. Esta obra tiene su origen en intervenciones performáticas que protagonicé en festivales, manifestaciones, fábricas, galerías de arte, peluquerías, bares, mercados, bibliotecas, recitales y teatros.

Si tuvieras que definirlo, ¿cuál es el género de este trabajo con el que desembarcás en las salas pergaminenses?

Yo digo que es un “grotesco latino”, porque reúne la condición del grotesco, una forma cómica que vehiculiza un sentido trágico, pero no está directamente relacionado con el inmigrante como en nuestro grotesco criollo.

¿Qué podés contarnos sobre los personajes que habitan la Ciudad Makabra?

Son personajes muy diferentes entre sí pero que tienen una característica que los hilvana: son casi marginales, tienen un pie adentro y otro afuera del sistema, están en el límite de todo. Me gusta asociarlos a la alineación que provoca la vida en las ciudades y las formas en que muchos de nosotros sobrevivimos.

Centralmente habitan en la Ciudad Makabra una niña adicta al café con chocolate, una promotora de supermercado flexibilizada, una pacifista poseída y un niño mentiroso que interpelan al espectador a través de sus miserias y heroísmos. Y si bien trabajo sobre un guión, la obra tiene una estructura flexible en la que pueden entrar y salir personajes y modificarse los textos de acuerdo a los temas de urgente coyuntura social y política.

En la dramaturgia de la Ciudad Makabra la basura tiene un rol destacado...

Sí, es cierto. A partir de objetos y vestuario que recuperé de la basura urbana, en el marco de un trabajo de “teatro de recicle”, fui construyendo los personajes y las estructuras dramáticas que hoy son parte de la Ciudad Makabra.

¿Quiénes te inspiran?

Sin lugar a dudas en mi formación ha sido determinante Eugenio Barba, precursor y referente de la Antropología Teatral, una línea de investigación que me tiene fascinada desde que la conocí, y que según el propio Barba es un estudio “sobre el actor y para el actor” que resulta útil cuando el artista llega a “palpar” el proceso creativo.

La antropología teatral me permitió tener un vocabulario mucho más amplio, diverso y preciso para poder nombrar lo que sucede con el cuerpo cuando está en escena. Y hacer consciente energías, impulsos, líneas en el cuerpo, secuencias de acción. Además de enriquecer el oficio, me permite comprender cómo tejer ese hilo transparente que mantiene atento al espectador.

Tener una experiencia de formación con el Odin Teatret, participar de Ur-Hamlet dirigida por el propio Eugenio Barba, y viajar con esa obra a diferentes países marcó mi carrera.

¿Quiénes más han influenciado tu trabajo?

Tuve la oportunidad de ver muchos espectáculos y de tomar seminarios con grandes creadores como Richard Schechner, maestro del estudio formal de la performance. Estoy siempre en la búsqueda de un teatro que movilice, que retuerza las vísceras por su impacto y fuerza, que le hable secretamente al espíritu dormido. Por eso, y pensando en la estética, sin lugar a dudas Antonin Artaud es un Norte para mí. Hay una frase suya que me gusta muchísimo: “Defender una cultura cuya existencia jamás ha salvado a un hombre de la preocupación de vivir mejor o de no tener hambre, no me parece tan urgente como extraer de la llamada cultura ideas de una fuerza viviente idéntica a la del hambre”.

¿Tienen esa fuerza los personajes de la Ciudad Makabra?

Me gustaría que esa pregunta se la hagas a los espectadores. Pero sin falsa modestia te digo que sí. Es más, ahora que lo mencionás me doy cuenta que hay en todos ellos una relación directa con el “hambre” en un sentido literal.

¿Cuál es la Ciudad Makabra?

La Makabra es Buenos Aires, pero también es Berlín y La Paz. Pergamino también puede ser una Ciudad Makabra. De hecho lo son todas las ciudades donde habitan estos personajes. En tiempos de globalización, las condiciones de trabajo, dónde y cómo vivimos, la mirada sobre las mujeres o la infancia, algunos de los temas que atraviesan a mis personajes, están latiendo y tienen puntos de contacto en todas las ciudades.

En definitiva, creo que hay algo muy esencial que nos aúna, nos hermana y hace que Ciudad Makabra funcione en diferentes ciudades de nuestro país y del mundo.

En su paso por Pergamino, la actriz también realizará una función el domingo 3 de junio a las 21 en Hipócritas Teatro Under -Colón 10-, sala a la que tiene previsto regresar en las próximas semanas para brindar un taller de formación actoral.

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