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“Con el trigo transgénico se va a usar muchísimo menos herbicidas”

Una científica del CONICET, que desarrolló el trigo HB4, habló sobre las ventajas de esta nueva semilla y respondió a las críticas que militan algunos grupos ecologistas

Raquel Chan es especialista en biotecnología vegetal, está a cargo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) y su nombre tomó relevancia internacional por ser la científica que desarrolló el trigo resistente al estrés hídrico que la semana pasada fue aprobado en Brasil para su comercialización.

Chan habló con Fabricio Navone de LaPoliticaOnLine en los laboratorios que dependen del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional del Litoral y con sencillez pedagógica, repasó la ardua tarea hasta dar con el gen que le otorga mayor resistencia y rendimiento al trigo; “mucha perseverancia, laburo y suerte”, resumió en una improvisada fórmula los 20 años de investigación científica.

Luego, la asociación estratégica con la empresa Bioceres, líder en biotecnología, permitió cumplimentar las pruebas del Trigo HB4 en el campo y la posterior aprobación de los estrictos controles hasta obtener un producto que promete mayores rindes en la producción agrícola.

-¿En qué consiste este trigo transgénico?

-Es un buen desarrollo, no es una revolución, ni va a cambiar el mundo pero sirve para producir más, en lugares más secos y tiene unos resultados espectaculares. Como el girasol es una planta más adaptable al medioambiente que el trigo o la soja, a partir de allí, a través de técnicas de ingeniería genética buscamos los mecanismos moleculares o sea, qué genes participaban en el girasol que le daban una mejor respuesta y que no la tenía el trigo.

Sucede que el girasol tiene un genoma gigante, varias decenas de miles de genes que lo hace mucho más grande que el del humano, por lo tanto se complica bastante aislar de a uno y la única manera para saber si funciona es ponerlo en otra planta que no lo tiene y ver si cambia su comportamiento. Fuimos sacando de a uno y los implantamos en una oleaginosa sin uso comercial, la Arabidopsis thaliana, y luego comparamos entre las plantas modificadas con las que no recibieron el gen en distintas condiciones ambientales.

-¿Y qué descubrieron?

-Que este gen, el HB4, le confería a la planta receptora mucha tolerancia al estrés hídrico. Ahora, de hacer un ensayo en una cámara de cultivo, con condiciones controladas, con luz artificial a probarlo en un cultivo de interés agronómico, había una distancia como de acá a China. En la bibliografía científica hay cientos de genes que confieren tolerancia al estrés hídrico pero la mayoría falla en el desarrollo de un cultivo de interés agronómico porque en el campo tenés una combinación y una variedad muy rara de condiciones ambientales, no solo la falta de agua sino la calidad del suelo, vientos, temperaturas y bichos de todo tipo, por eso la mayoría de estas tecnologías que en el sistema modelo (laboratorio) funcionaron, después fallan. A partir de allí, tuvimos que salir a probarla al campo.

-¿Es aquí cuando entra Bioceres en el proyecto?

-Claro, a este gen lo pasamos a plantas de interés agronómico y teníamos que salir al campo, a 50 lugares distintos del país para comenzar las pruebas y era algo que el sistema público no tiene posibilidad de hacer porque es muy costoso. Requiere de un montón de personal en cada uno de los lugares para hacer los ensayos, de permisos porque son procedimientos absolutamente regulados. No se puede sembrar en cualquier lado sino que tiene que estar alejado de otros ensayos de la misma especie y de centros urbanos para que no haya escapes de semillas. En Argentina podemos estar bastante tranquilos porque tenemos un sistema regulatorio bastante fuerte.

Para eso nos asociamos con la empresa que tiene otras posibilidades e hicimos estos ensayos y empezaron a dar bien. Si vos me preguntas, fue una cuestión de suerte. Mucho laburo y suerte, no hay ninguna genialidad en esto, hay perseverancia y esencialmente capacidad de interaccionar con actores de otras áreas y encontrar un idioma común.

-En ese sentido, ¿cómo fue el trabajo en conjunto con Bioceres?

-Para nosotros, como científicos, entendernos con una empresa no fue fácil. Vos pensá que una empresa tiene sus códigos que principalmente es ganar dinero, están hechas para eso. A nosotros nos mueve la curiosidad, el interés, y aunque todos hablemos castellano, tenemos lenguajes diferentes.

No fue fácil, llevó mucho tiempo. Ahora nos llevamos bastante bien pero siempre mantuvimos nuestra independencia que para mí es muy importante. Si esto hubiera dado una porquería, que no fue el caso, y la empresa quería decir que había dado bárbaro, yo hubiese podido salir libremente a decir ‘esto no va' porque a mí me paga el CONICET y la Universidad Nacional del Litoral, no soy empleada de la empresa y tengo todas esas libertades. Ese fue un lenguaje a aprender.

Lo mismo con los ecofisiólogos y los agrónomos que eran muy críticos con el desarrollo porque nosotros trabajamos en laboratorio y nos decían que mejorar una porquería era muy fácil pero transformar una planta comercial era algo muy diferente. Como nosotros teníamos que salir al campo, trabajamos con ellos que después eran los que juzgan esto y nos llevamos bárbaro. Fue mucho mérito de ellos, de Bioceres.

-Usted sabe que hay grupos que se oponen muy fuertemente a que se utilice este tipo de tecnologías…

-Hay una fantasía de que el trigo convencional se hace sin agroquímicos y nuestra semilla se cultiva igual que la tradicional. Todos los agroquímicos tienen efectos nocivos sobre la maleza que se comen la luz, el agua y los nutrientes de las plantas entonces el productor tiene que sacarlo y por ahora, que no se descubrió nada mejor, se usan los agroquímicos, esperemos que algún día se pueda contar con algo mejor.

A mí me parece naif cuando algunos dicen ‘volvamos a la agricultura familiar'. Está perfecta, es fantástica, yo la promovería quien tenga un patiecito pero no vas a sembrar trigo en la quinta familiar. Después, es muy fácil desde el discurso, eso es lo que teníamos hace 500 años cuando se sacaba la maleza a mano. Claro que eran tareas que le tocaba hacerla a los esclavos. Yo no quiero volver a esos tiempos.

Por eso, la agricultura familiar no es una alternativa. Puede coexistir y es fantástica pero para un país donde el 80% de los ingresos es por agricultura extensiva, ¿qué vamos a hacer? No me los imagino a estos chicos levantarse a las cinco de la mañana para ir al campo a arrancar yuyos.

-Otro de los argumentos es que esta tecnología va a extender aún más las fronteras productivas sobre el bosque nativo. ¿Usted qué posición tiene?

-Hay algo que tampoco se dice que con estas tecnologías se van a utilizar menos herbicidas porque hay más incentivos para sembrar trigo en lugares donde antes no se hacía. El tema es muy simple, la soja es de verano, se siembra en octubre y se cosecha en abril. Si no tenés otro cultivo que rinda, dejás el campo vacío hasta la campaña y en ese tiempo se llenó de malezas porque es una tierra abonada, rica en nutrientes. Cuando vas a volver a plantar soja, hay que echar toneladas de herbicidas y fumigar a lo bestia.

En cambio, si en ese tiempo metes trigo, la ganancia es mucho mayor porque tiras muchísimo menos herbicidas porque no tenés el campo con maleza y se da la famosa rotación del suelo porque hay más incentivos.

-Pero los ecologistas dicen que con el Trigo HB4 se va a requerir nuevos y más agroquímicos

-Dicen que se habilita el uso del glufosinato de amonio que no está prohibido sino que no está aprobado para el trigo porque nunca nadie lo pidió. Por mí, si mañana lo prohíben, la tecnología contra el estrés hídrico sigue siendo válida con manejo convencional pero que implica otros herbicidas porque son cultivos extensivos.

Estoy súper convencida de que hay que reducir el uso de agroquímicos y se puede hacer con más controles porque muchas veces lo que falla es que se aplican sin respetar las condiciones que están regulada. Acá es un solo gen que se pasa de una planta a otra, no veo donde está tanto problema.

Por ejemplo, con los trasplantes de órgano, que es una cosa muy poco criticada salvo por algunos grupos religiosos muy extremistas, lo que se está haciendo es trasplantar genes de una persona a otra y no parece ser algo que digan “qué barbaridad”.

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