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Dos grandes lectoras de cuatro años ganaron un premio nacional

Triunfaron en un desafío de la Fundación Leer. Viven en Puerto Madryn y Ushuaia y, aunque leen en la pantalla, adoran los libros en papel.

La campaña de la Fundación Leer fue un éxito. Lanzaron un desafío para que cada participante lea por lo menos 20 libros de literatura, y varios de los ganadores superaron los 100. Hay lectores de todas las provincias -de grandes ciudades y de zonas aisladas- que seleccionaron los relatos disponibles en el sitio web de la fundación. Pero lo más llamativo es que entre los 24 premiados, que recibirán 10 libros de regalo, hay dos nenas de 4 años. Aunque ellas todavía no aprendieron a leer solas, se apasionan con los cuentos que les leen sus familias.

Caperucita feroz en Ushuaia

Disfrutar de las historias que cuentan los libros es un hábito que puede empezar desde temprano. A Emma su papá y su mamá, biólogos de Tierra del Fuego, comenzaron a leerle cuando tenía menos de un año. La hora de la lectura es la de irse a la cama. A las 10 de la noche, Emma escucha atentamente los cuentos ilustrados que le leen de la pantalla del celular o de una computadora.

Los preferidos de Emma en la plataforma son los libros animados. "Está acostumbrada a que le leamos libros no tan breves, es por eso que elegimos cosas para chicos más grandes a veces", dice su mamá, Natalia.

Le gustan los cuentos clásicos, pero los que tienen una vuelta de rosca, por ejemplo, Caperucita feroz y el lobo rojo, de Elsa Bornemann. La historia tradicional de la Caperucita asustada cambia porque la protagonista es una nena que se dedica a cazar lobos pelirrojos para hacerse la caperuza con la piel y a Emma le encanta. En la misma línea, le fascina Los tres lobitos y el cochino feroz, de Eugenio Trivisás, la historia de un cerdito que sopla para derribar la casa de tres lobitos indefensos. Los monstruos también le interesan.

De todos modos, su mamá dice que es "una nena como todas". Emma es inquieta y extrovertida. Baila zumba, le gusta salir, ir a la plaza, al jardín de infantes, al teatro y escuchar cuentos en inglés.

Saca libros de la biblioteca de su casa y pide que se los lean, pero se le terminan pronto. Por eso, la ventana de la plataforma de la Fundación es un recurso indispensable. Emma está empezando a reconocer las letras, y seguramente pronto podrá arreglárselas sola.

Los unicornios existen en Madryn

Valentina todavía no entiende que los caballos con cuernos son animales de fantasía. Para ella, los unicornios son tan reales como las ballenas y los lobos marinos que está acostumbrada a ver en Puerto Madryn. O como las mariposas y las lagartijas que aparecen en su patio.

Es otra de las ganadoras del desafío, que comenzó sin darse cuenta. Su interés por la lectura la hizo romper todos los récords: leyó más de 250 libros de la plataforma digital de la fundación. Además, cada vez que va a la librería, su mamá Karin tiene dificultades para convencerla de que no se lleve tres o cuatro libros porque no acepta llevarse solamente uno.

Sus preferidos son Cosas que pasan, de la premiada Isol, que es la historia de una nena que no puede parar de pedir deseos y -como dice Valentina- "ese del elefante", Más te vale mastodonte, de Micaela Chirif. También leyó El Principito, de Saint Exupéry.

Tiene cuatro hermanos mayores -uno ya es abogado- y vive en una casa repleta de libros: hay bibliotecas en todas las habitaciones, incluso en los dormitorios. "Están desparramados", describe Karin. Todos ellos, hermanos, hermanas y mamá le leen generalmente a la hora de la siesta.

Para Valentina, "ganan por lejos" los libros en papel, cuenta Karin. Para imitar al resto de la familia pide: "Los que no tienen dibujos, solo letras".

Pero esta nena de rulos y sonrisa adorable no corre el riesgo de transformarse en un ratón de biblioteca. Se interesa por todo. Trabaja en la huerta, está aprendiendo a navegar en Optimist y está entusiasmada con una obra en construcción al lado de su casa. ¿Qué va a hacer cuando sea grande? Ahora dice que cuando sea grande va a hacer algo "con herramientas" como en el edificio que ve levantarse. También planea "pasear solita" y no ir más "en el asiento de atrás" del auto.

Pero lo que más quiere, dice la mamá, es ser "superhéroa". Y a lo mejor lo logra, porque ya ganó su primer desafío.

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