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El año perdido: 4 claves para redescubrir las relaciones sexuales en la era de la pospandemia

Con todo el estrés y la incertidumbre de la pandemia, el 2020 no ha sido un año especialmente excepcional en cuanto a la intimidad se refiere. Pero en este 2021, todo eso puede cambiar.

Natalia es una diseñadora de 30 años que vive en Buenos Aires con su esposo y su hijo. Ella y su marido hacen malabares entre el trabajo y la crianza un niño de dos en plena pandemia. En la mayor parte del tiempo que pasan solos, organizan su rutina para no tener que atravesar -además de una crisis de salud- una crisis familiar o de pareja.

“No es que no nos deseemos”, dice en diálogo con Infobae. “Es solo que hay muchas cosas que hacer y muchas cosas por las que preocuparse. La maternidad, el trabajo en casa, el miedo y el encierro fueron demasiado. Nuestra vida sexual sin dudas pasó a un segundo (por no decir último) plano”, agrega.

Sin embargo, la mamá primeriza no está sola. Un estudio del Instituto Kinsey sobre el impacto del COVID-19 en la calidad marital encontró que el 24 por ciento de las personas casadas informaron tener relaciones sexuales con menos frecuencia que antes de la pandemia, y el 17 por ciento de las mujeres informaron una disminución en la satisfacción sexual y emocional desde comenzó la pandemia. Otro estudio sugirió que un tercio de las parejas estaban experimentando conflictos relacionados con la pandemia y que muchas de sus vidas sexuales estaban viéndose afectadas.

En una encuesta de poco más de 9.000 personas de NBC News, solo el 24% dijo que el brote de coronavirus había afectado positivamente sus vidas sexuales (28% eran neutrales y 47% dijo que los había afectado negativamente).

Emily Nagoski no se sorprendió con los datos. Educadora sexual, investigadora y autora de Ven como eres: la nueva ciencia sorprendente que transformará tu vida sexual, Nagoski describe el deseo y la inhibición sexuales como el acelerador y el freno de un automóvil. Y aunque en este momento hay más factores en la vida de las parejas que pisan el freno que el acelerador, no toda esperanza está perdida.

“La sexualidad es un impulso vital, es una necesidad y una función bio-psico-espiritual y social de las personas. A pesar de la angustia e incertidumbre que genero la pandemia, la vida sigue su curso y la sexualidad se despliega como recurso vital indispensable para que las personas puedan sentirse potentes en medio de tanta impotencia”, expresó en diálogo con este medio la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico.

El sexo es en parte físico y en parte mental. Cuando las personas tienen relaciones sexuales, generalmente tienen contacto piel con piel, y este tipo de contacto es la forma primordial en la que nosotros, como humanos, nos consolamos. Dacher Keltner, un sociólogo de la Universidad de California en Berkeley, se preocupa por el impacto a largo plazo del distanciamiento social en los solteros que viven solos. Sostiene que el tejido de la sociedad se mantiene unido incluso por el contacto físico más pequeño.

“El tacto es una condición social tan importante como cualquier otra cosa”, dice Keltner. “Reduce el estrés. Hace que las personas confíen unas en otras. Permite la cooperación. Cuando miras a las personas en confinamiento solitario que sufren de privación táctil, ves que pierden la sensación de que alguien les respalda, que son parte de una comunidad y están conectadas con otros”.

“Para las parejas que estuvieron durante la pandemia con bajo deseo sexual, falta de intimidad, o bien con problemas en la erección, orgasmo, etc., la ilusión de que vengan tiempos mejores representa un alivio. Sin embargo, en otras aparece la duda: ‘¿Y si no podemos remontar esta situación?’. La sexualidad no se lleva bien con las expectativas, las exigencias, la idea de rendir, de cumplir, de complacer, como si uno tuviera que pasar por un examen y obtener una calificación, que generalmente es extremista. Todo esto activa la ansiedad y el miedo a fallar. Por lo tanto, el recupero de la sexualidad debería ser gradual, sin metas perentorias ni resultados plenos”, manifestó Walter Ghedin (MN 74.794), médico psiquiatra y sexólogo.

Para Ghedin, “si el encierro significó un período de adaptación en las diferentes áreas de la vida, esta etapa de transición hasta la pospandemia debería ayudarnos a comprender que la sexualidad requiere de comunicación, de generar espacios y tiempos de intimidad específicos, y que el mero hecho de estar juntos durante casi todo el día no significa que el erotismo esté encendido, ‘a flor de piel’, preparándose para el encuentro apenas una mínima insinuación. La sexualidad no es cumplir etapas para llegar al orgasmo, es disfrutar de una experiencia de placer, cada momento es de por sí excitante”.

Cuatro claves para redescubrir las relaciones sexuales en la era de la pospandemia

Cambiar la perspectiva

La autocrítica y el juicio de la pareja son formas clásicas de amortiguar el deseo sexual. Más de la mitad de las mujeres informan que el estrés, la depresión y la ansiedad disminuyen su interés en el sexo, así como su excitación sexual y su capacidad para llegar al orgasmo. Nagoski asegura que es normal sentir menos deseo durante una crisis, como una pandemia. “Sientes que el mundo entero, literalmente el aire que respiras, es una amenaza potencial para ti y tu familia. Eso va a pisar el freno“.

El primer paso para mejorar la vida sexual podría ser un cambio de actitud en lugar de comportamiento. “Si tienes sexo porque tienes que hacerlo o sientes que se supone que debes hacerlo, probablemente no lo disfrutarás”, escribe Nagoski en su libro.

Planear el encuentro

Petro sostiene que ella y su esposo todavía tienen tiempo para el sexo, incluso si es, digamos, cada tercer domingo. “Saco de mi mente los pensamientos sobre las tareas del hogar y trato de relajarme en mi cuerpo y estar presente para mi pareja”, dice.

“La gente está muy envuelta en la idea de desear sexo de forma espontánea”, dice Nagoski, pero, especialmente en las mujeres, es bastante raro. Basándose en un amplio conjunto de investigaciones sobre género y deseo sexual, Nagoski estima que aproximadamente el 15 por ciento de las mujeres experimentan deseo espontáneo, mientras que la mayoría experimenta deseo receptivo: querer sexo cuando está sucediendo algo erótico.

“Cuando estudiamos a las personas que tienen buen sexo a largo plazo en una relación, no describen el deseo espontáneo como una característica”, dice.

Entonces, ¿qué describen? Cuando los psicólogos clínicos Peggy Kleinplatz y A. Dana Menard llevaron a cabo un estudio para su libro Magnificent Sex: Lessons from Extraordinary Lovers, descubrieron que los componentes del buen sexo eran consistentes en todo el género, la sexualidad y una serie de otros descriptores y gustos. Incluyeron cosas como comunicación, empatía, vulnerabilidad, conexión y estar presente en el momento. Hicieron hincapié en ignorar las nociones de espontaneidad romántica y, en cambio, abrazar la deliberación y hacer un plan. El buen sexo, descubrieron, no sucede por casualidad. Requiere intencionalidad.

Perseguir la novedad

Si bien experimentar un bajo deseo sexual durante una pandemia puede ser normal y comprensible, hay cosas que pueden hacerse para aumentar el deseo en una relación. Una cosa que la ciencia dice que aumenta la excitación es una experiencia nueva. No solo del tipo sexual, sino cualquier cosa para aumentar tu frecuencia cardíaca. Algunas investigaciones sugieren que estar emocionado con la pareja hace que esa persona parezca más novedosa y, por lo tanto, más atractiva sexualmente, por asociación.

Este podría ser un buen momento para que las personas “entablen un diálogo con su pareja sobre su relación en general, así como sobre sus deseos, fantasías, necesidades personales, etc.”, advierte Luetke, quien estudia el vínculo entre el conflicto y la intimidad sexual en la Universidad de Indiana. Si estas conversaciones resultan incómodas, Luetke recomienda contratar a un terapeuta especializado en sexo.

Completar el ciclo del estrés

Cuando el cerebro detecta una amenaza, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, que envía sustancias químicas como adrenalina y cortisol para ayudarnos a combatirla. Una vez que la amenaza desaparece, el sistema nervioso parasimpático se activa, sacándonos del modo de lucha o huida y devolviendo el cuerpo a un estado de calma. Ese estado de calma activado por el sistema nervioso parasimpático también es responsable de la excitación sexual.

Los factores de estrés de hoy en día, sin embargo, son más ambiguos. Es menos claro para nuestro cerebro cuando la amenaza ha pasado. Por eso, Nagoski recomienda “completar el ciclo del estrés” o hacer cosas que le indiquen al cuerpo que el peligro ha pasado. Cuando salimos a correr después de un largo día de trabajo, pasamos por el modo de lucha o huida diciéndole a nuestro cuerpo que el estrés ha terminado, al menos hasta mañana.

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