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El dolor y la impotencia de la dueña de Roque, el perro que murió envenenado

“No dejaba entrar a nadie que no fuera de la familia que él eligió. Y no sé si con intenciones de entrar o de mala leche, pero la maldad nos quitó́ a Roque”, dijo Ivana, quien remarcó que “lo elegí y lo volvería a elegir toda mi vida como un ser excepcional”

La maldad y frialdad de los delincuentes habla por sí sola. Una de las novedades del fin de semana es que envenenaron a un perro con el aparente propósito de ingresar a robar a una vivienda y murió.

A Roque lo habían encontrado unos vecinos abandonado sobre la ruta. Cuando frenaron el automóvil para verlo y abrieron una de las puertas traseras, sin pensarlo, se subió sin hacer contacto visual. “Al llegar al galpón que está al lado de la casa de mis padres, los quiso morder a todos. Con nadie se dejaba dar ni una lata con agua”, dijo Ivana, su dueña, a PRIMERA PLANA, en el inicio de la narración de su especial historia de amor con el perro.  

“Yo llegue de visita porque siempre frecuentaba la casa de mis viejos. Nos vimos y lo toqué porque no lo sentí́ hostil. Nos enamoramos”, recordó sobre el inicio de la relación con Roque.

El vecino no quería tenerlo porque creía que era malo, entonces “estuvo boyando unos días en la cuadra y eligió la puerta de mis padres para quedarse. Pegó onda con mi mamá y mi hermana y se volvió́ un perro muy dulce”.

“Tengo una familia muy linda que siempre me contuvo, pero hubo momentos de la vida que estuve muy distanciada de ellos teniéndolos a metros. Él nunca me juzgo. El me cuido cuando más lo he necesitado y no lo podía decir. Me secaba lágrimas a lengüetazos. Y nunca había conocido manera más tierna de limpiar una lágrima”, sintetizó su dueña.

Roque, cuando llovía, amaba mojarse. Ivana muchas veces intentó dejarlo en su casa para que no la siguiera. “Era más fácil huir del FBI que dé el cuándo quería estar con alguien.

“Rompió cadenas, tejidos, saltado tapiales y me corría hasta que su corazón parecía salirse de su cuerpo. Yo me reía porque era impresionante su perseverancia. Creo que nunca un amigo o una pareja fue así́ conmigo y yo conocí́ esos sentimientos con él”, describió con nostalgia.

A Ivana le quisieron arrebatar la cartera en la parada de colectivos cuando se dirigía a un trabajo que “conseguí́ acompañada por él. No hubo chance que alguien se acercara malintencionadamente a mí sin que él lo notará. Tenía súperpoderes”.

Era un perro grande, con pelaje color naranja, que parecía fuego cuando le daba el sol. Dormía debajo de la cama de su dueña cuando sabía que “necesitaba ser cuidada de cerca. Nunca nadie pudo hacerme daño estando él cerca”, sostuvo.  

La joven regresó a Pergamino hace más de 7 años y él ya hacía unos más que estaba en la casa de su mamá. “Era libre y salvaje y cuando volví́ pasamos de vernos cuando podíamos a no separarnos por mucho tiempo”, subrayó. Y relató una anécdota junto a su fiel compañero: “Fuí a una entrevista de trabajo del cual fue mi actividad durante más de 5 años. Tuve que entrar a un bar a hacer la entrevista, pero entró hasta el patio donde estaba yo; tenía de frente a mi futuro empleador y detrás estaba Roque moviéndome la cola y diciéndome con la mirada tranquila: ‘El laburo es tuyo' No conocía la vergüenza, el miedo, ni nada cuando de apoyarte se trataba”.

Su dueña tuvo que correr para salvarlo de otros perros y su progenitora debió curarlo de heridas casi mortales porque le encantaba pelear. “Roque era mujeriego y picaflor como más de uno hubiese querido ser. Ha dejado descendencia en algunas perras de mis vecinos y hoy veo sus ojos blancos en otro ser”.

Ivana debió mudarse y cambiar sus hábitos, razón por la cual Roque quedó en la casa de su mamá. El había tomado ese lugar como suyo. “Intenté llevármelo pero era muy salvaje. A veces se veía expuesto a peligros y decidí́ que se quedará en lo de mi mamá”. Lo visitaba seguido y además su familia lo amaba. “Se volvió́ viejo y odioso. Ya no se dejaba peinar ni bañar y mordía, como todo anciano, con dolores en el cuerpo. “Era de pocas pulgas. Estaba lleno de rastras porque no nos dejaba cortarle el pelo”, explicó.

Había empezado a correr motos y ciclistas y su dueña comenzó a tener problemas con vecinos. “Decidimos que se quedará adentro de un terreno donde me estoy construyendo mi casa, frente donde él se quedaba”. Pero después su energía cambió. “No quería escapar ni correr como antes porque estaba viejito. Pero su sonrisa siempre estuvo cada vez que nos acercamos a él”, destacó Ivana a PRIMERA PLANA.

El can era vigilante del espacio dónde estaba. “No dejaba entrar a nadie que no fuera de la familia que él eligió. Y no sé si con intenciones de entrar o de mala leche, pero la maldad nos quitó́ a Roque cuando vimos que estuvo horas sin levantarse y no respiraba bien. Cuando llamamos al veterinario ya no había mucho que hacer”, afirmó sobre los últimos momentos.

El veneno de rata ya estaba en su sangre. Le dieron lo suficiente como para que su corazón no aguante más. “No estaba con el cuándo dejo de respirar”, expresó, angustiada, Ivana.

“Fue amado siempre pero es verdad que los perros elijen a una sola persona como prioridad. Me sentí́ privilegiada de que me eligiera. Lo elegí y lo volvería a elegir toda mi vida como un ser excepcional”, añadió.

Así era Roque, según su dueña. El perro que murió envenenado. “Decíamos que tenía una actitud rock and roll, duro y cojudo como pocos; muy selectivo para amar. Pero amaba con su vida, lo puedo constatar fervientemente”, cerró su dueña el dialogo con PRIMERA PLANA.

 

 

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