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El South American Rally Race, como la vida misma

En el sexto día de carrera, la Etapa fue entre Salta y Santa María. Después del día de descanso, la carrera no dio respiro. Joaquín Debeljuh subió en la general; Jerónimo Maté revirtió un problemón y Marcelo Montagna dijo adiós al sueño de terminar el desafío

Desandar el camino. Esa es la meta, llegamos ya al punto culmine. Salta era el primer gran objetivo y tras el día de descanso salimos nuevamente hacia el sur de este norte tan maravilloso. Para nosotros en la caravana rutera era volver por la Nº 68, después la Nº 40 y finalmente viramos hasta Amaicha del Valle para encontramos de nuevo con la ya conocida Santa María.

Para ellos, para los héroes, era otra cosa. Mucho más difícil, o mejor, mucho más hostil.

Los ríos secos ganaron preponderancia casi hasta llegar a Cabra Corrál, y después del duro trayecto, a recorrer el Dique Cabra Corral y rodear sus 130 kilómetros por hora de espejo de agua. Otro paisaje imperdible el que ofrece el segundo embalse más importante del país que entre otras cosas permite a nuestro norte argento regar casi cien mil hectáreas entre Salta y Santiago, además de la electricidad, pero esa es otra historia.

Nosotros fuimos directo a La Viña para ver cómo llegaban después del primer Control de Paso. Los equipos también estaban ahí para asistir a los competidores: algún alimento, algún ajuste sencillo, algún silloncito de camping a la sombra para recuperarse, e hidratarse antes de afrontar -en enlace bajo velocidad controlada- la magnificencia de la Quebrada de las Conchas. Ahora para el otro lado, parece lo mismo, pero no lo es, siempre el paisaje cambia.

En la estación de servicio de La Viña, con baños clausurados por temor a los contagios pero con surtidores abiertos, vimos llegar a Joaquín tranquilo como contento, pensando en lo que faltaba.

Y vimos pasar a toda la caravana, y entre ellos a Marcelo Montagna, el crédito de Colón, feliz porque había salido todo redondito, pero preocupado por el estado de salud de un colega de Quads que se había dado flor de golpazo que luego se confirmó como fracturas costales.

También lo vimos llegar a Santi Micheloud con el frontal maltrecho, la palanca de freno rota pero el espíritu intacto. Nos contó que Kozac lo había pasado a fondo y que el ruido de ese motor había asustado a unos caballos que espantados por el estruendo picaron por el camino justo en el momento en que Santi pasaba. Golpe, recomposición y seguir adelante. El equino sin problemas, el corredor con algún que otro magullón.

Salimos del curverío de ese paisaje lunar previo paso obligado por el Anfiteatro, ese lugar que no parece real, pero es más real que cualquier otro lugar, y a los pocos kilómetros nos sobrepasó el imponente prototipo amarillo de Hugo Goya, con “Jero” Maté de navegante. Iban firmes, y seguramente felices porque después de algunos contratiempos en los días anteriores, venían pelando la punta.

Seguimos bajando y cuando dejamos atrás el pintoresco Cafayate -¡donde la Ruta 40 se vuelve de una mano!- un golpe bajo. A un costado del camino, como rendida, la bestia amarilla. Un empujón, una contra explosión, una voluta de humo blanco que se perdía en el cielo despejado. La peor sensación, unos kilómetros antes de llegar a las Ruinas de los Quilmes. Seguimos la marcha, tristes, como buscando explicaciones.

Dejamos la Nº 40 apuntando para Amaicha, por allá a lo lejos se largaba la última parte del día, un tramo de unos 25 kilómetros que parecía no entregarían muchas novedades. Mientras llegábamos allí, las primeras motos ya entraban al Camping  Municipal de Santa María donde ya habíamos estado el domingo pasado. Y las noticias ya daban cuenta de su extrema dureza.

Julián Kozac se golpeaba muy fuerte y quedaba fuera de la competencia, fue trasladado a un sanatorio local y luego -vía aérea- a Cafayate para realizar estudios que descartaran algún problema grave.

Volvimos al campamento y desde detrás del alambre que delimitaba la burbuja que nos separaba irrefrenablemente de los ciudadanos de Santa María, vimos llegar a cada protagonista, entre ellos a Hugo Goya y “Jero” Maté, que al final pudieron detectar que el problema había sido un inyector, mucho menos de lo que se creía. Igualmente el último tramo tuvo sus sobresaltos ya que se quedaron sin frenos pero pudieron completar la carrera y las esperanzas de alcanzar algún escalón en el podio.

También llegó Marcelo Montagna, quien nos contó de un golpe un poco tonto en la última parte de la carrera que derivó en que su pié derecho quedara debajo de la moto. Se quitó la bota con dolor y un primer síntoma de hinchazón generó algo de preocupación. Preocupación que después derivó en hospital, clínica, placas y finalmente una quebradura que lo dejó sin posibilidades de seguir en la caravana. Imploró a los médicos que lo dejaran continuar y azorados le dijeron que no y antes que insistiera ya tenía la pierna enyesada.

Un día de altos, de bajos, de alegrías y de tristezas. Un día en la vida del South American Rally Race.

* El autor es uno de los conductores de Kairós y corresponsal de RADIO MAS (FM 106.7) y PRIMERA PLANA en el South American Rally Race 2021                                                                 

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