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Empresas locales no podrían pagar el bono de fin de año

En algunas firmas admiten que podrían no abonar el plus. En otros casos se piensa en negociar montos menores o mayor cantidad de cuotas. Las pymes, la confección textil y el comercio son las actividades que se ven más comprometidas para el cumplimiento del pago. El decreto establece que los privados deben abonar $5000 en dos cuotas: una en diciembre y otra en febrero.

El 13 de noviembre se publicó en el Boletín Oficial el decreto 1043/2018 que establecía que las empresas deberían pagar a sus empleados un bono de 5000 pesos, que debería estar dividido en dos cuotas: la primera pagadera en diciembre de 2018 y la segunda en febrero de 2019. Una medida que busca contrarrestar, en algo al menos, la pérdida del poder adquisitivo del salario.

Más allá de las quejas y la resistencia del empresariado nacional, llegado diciembre, ya debió comenzar el pago de esta obligación impuesta por el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación. Y en muchos casos, en efecto, se hizo el pago correspondiente a este mes, pero en otros todavía hay incertidumbre sobre lo que pueda llegar a ocurrir.

Referentes consultados dan cuenta de las dificultades que hay para hacer frente a este bono.

“Hay empresas que están muy complicadas para poder pagarlo. Van a tratar de hacerlo, pero seguramente muchos lo harán en plazos más amplios. Sobre todo, porque diciembre no está a la altura de las expectativas de lo que se esperaba”, explica el titular de la Cámara Pyme del Noroeste de Buenos Aires (Capynoba), Guillermo Vega.

Algo similar opina Pedro Cascales, secretario de prensa Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME): “Muchas no van a estar en condiciones de pagar el bono de fin de año, o si lo hacen deberán hacerlo en más cuotas o disminuido, como prevé el decreto, que habla de empresas ‘en crisis o declinación productiva’, lo que puede permitir flexibilizar la forma de pago y el monto. Vemos que muchas empresas van a estar en esa situación”.

El tema fue tratado en la última reunión del Nucleamiento Empresarial del Noroeste Bonaerense y volverá a ser abordado en la próxima. El secretario de la entidad, Carlos Cappelletti, advierte que “hay sectores muy complicados” para poder pagar el bono. Según su análisis, no se trata de una cuestión en contra de este plus en particular. “El incremento de la tasa de Seguridad e Higiene también va a ser un problema, pero el municipio la necesita pero el comercio no la puede pagar. Entonces, debería ser al revés, se tendría que implementar algún mecanismo o medida que le saque costos a la actividad”, puntualiza.

Los más comprometidos

Al momento de evaluar los sectores de la economía con más dificultades como para hacer frente a esta nueva erogación, aparece en primer lugar la manufactura textil. También el comercio, la marroquinería, la confección de calzados y las pymes son otras actividades que se muestran frágiles.

Marcelo Chale, un reconocido empresario textil de nuestro medio con una dilatada trayectoria en el rubro, observa que el panorama en la confección de indumentaria es muy preocupante: “El primer problema con el que nos encontramos es la recesión, y hoy estamos trabajando al 50% de la capacidad productiva instalada". Además, si calculamos una inflación del 40 o 42 por ciento, los precios no acompañan esos niveles de suba, porque hemos recibido ajustes de precios de entre un 15 y un 20 por ciento para la próxima temporada de invierno. Y el sector sigue cayendo cada vez más en la informalidad, hay gente que está pensando en dedicarse a otra cosa que le resulte más rentable, y nos estamos preparando para un 2019 con las mismas características. También hay que hablar de la presión tributaria, los embargos de cuenta cuando tenés atraso con la Afip que te sacan prácticamente de mercado porque no te permiten operar, entonces, si sumás todo eso, es un cóctel explosivo en el que uno trata día a día de ver cómo hace para que no detone”.

Para Chale, el pago del bono –en ese contexto– va a tener que ser negociado por cada empresario con sus trabajadores. “Por primera vez, los empleados hoy entienden cómo es la realidad –comenta–, nosotros no sabemos de dónde vamos a conseguir el dinero para pagar aguinaldo y vacaciones, y encima está el bono. Esta semana estuve en Buenos Aires y lo que vi es que la gente no sabe cómo va a hacer para asumir este compromiso extra, que tiene la misma relación en importancia para aquel que tiene dos empleados como para el que tiene 200”.

“El comercio está muy comprometido –agrega Cascales–, la industria del calzado, la confección textil y marroquinería conforman otro sector muy castigado desde hace años, que tienen problemas bastante serios y que seguramente van a estar en problemas para el pago”.

En su análisis, Guillermo Fontán, docente de Micro y Macroeconomía de la Unnoba y ex director provincial de Comercio, coincide en que “el sector textil está muy comprometido, porque la indumentaria siempre es la variable de ajuste”. Y también advierte que “el automotriz cayó mucho, y el inmobiliario y la construcción, son actividades con dificultades”.

Excepciones

El decreto que obliga al pago de este plus establece, en su artículo 3, se podrá “adecuar la implementación de lo dispuesto” en materia de plazos y montos para aquellas actividades o sectores que se encuentren “especialmente en crisis o declinación productiva”. Es decir que podrían quedar eximidos del pago o implementar una suma menor o ofrecer más cantidad de cuotas quienes acrediten que no pueden hacerlo de la manera dispuesta.

La dificultad sobre esto es que no queda claro qué se considera crítico y qué no.

“No hay explicitación de parámetros respecto a eso”, afirma Fontán, para luego explicar: “Hay muchas empresas que han acusado dificultades en sus estructuras de costos a partir de su cuadro tarifario, de los problemas de financiamiento del trabajo o el descuento de cheques, y ellas deberían estar tipificadas dentro del concepto de crisis. Concretamente, hay un sector importante de la pequeña y mediana empresa que difícilmente pueda hacer uso del bono. Teniendo en cuenta que el ministro de Producción y Trabajo siempre intenta encontrar la manera de atender al sector de la pequeña y mediana empresa, creo que de alguna manera los van a ayudar, no digo eximir, pero sí prorrogar, con cuotas más amigables o que quede a cuenta de futuras paritarias”.

Cascales también considera que el decreto dejó “una zona gris” en esta materia, por lo que se podría dar lugar a confusiones. No obstante, confía en que en esos casos “va a prevalecer la razonabilidad de los empleados, de los empresarios y de los sindicatos, para que estas situaciones sean contempladas, caso por caso; porque si no, lo que está en riesgo es la subsistencia, sobre todo de micro y pequeñas empresas”.

Para Cappelletti, “en el decreto no queda bien claro cuál es la obligación de pago, ni la forma para demostrar una situación de crisis, o para que una empresa pruebe que no puede hacer frente al pago”. Esto significa que no hay un procedimiento definido, esto es, si debe establecerse las excepciones por sector, por empresa, o caso por caso. “Esto lo que hace es generar un enfrentamiento entre la patronal y los empleados, cuando en realidad no debería ser así”, agrega el secretario del Nucleamiento Empresarial del Noroeste Bonaerense.

Situación general

Esta imposición llega en un momento en el que la situación económica de muchas empresas, principalmente, pymes, es de mucha fragilidad.

“Hay una caída del consumo muy fuerte y esto recién empezaría a levantar en el segundo semestre de 2019 –analiza Fontán–, o por lo menos se empezará a dejar de caer. Una baja en el consumo genera una caída de ventas, que hace necesario ajustar costos. Si a eso hay que sumarle el pago de un bono, es demasiado difícil. Por eso planteo la dificultad de que ciertos sectores paguen este plus en tiempo y forma, a no ser que aparezca alguna asistencia del Banco Nación o algo así. Pero si hay alguna rueda de auxilio, va a terminar generando un costo fiscal. Y, en definitiva, esto podría suavizar el alto deterioro del salario real, pero es algo mínimo”.

En el mismo sentido, Cascales comenta que en la CAME observan que “la situación general de las pymes es bastante complicada por la caída de ventas que hubo en el año”, que en el comercio fue de un 5,6% y de un 2% en la industria: “Si bien estos números pueden parecer no muy grandes, venimos de siete años de caída –con algún año de suba en el medio– entonces es un acumulado de descensos; esto sumado al alargamiento de los plazos de cobranza, en algunos casos incluso de interrupción de cadenas de pago, y a las altísimas tasas de interés, se genera una situación de asfixia para muchísimas pymes”.

Tanto es así que en la CAME estiman que el 50% de las pymes están operando a pérdida y un 20% están en un punto de equilibrio.

Por su parte, Vega ve un panorama similar en lo local. “Hay alguna medida del gobierno que busca bajar alguna tasa de cambio de cheques, pero todavía no está tan claro y algunas pymes no están en condiciones de tomar ese beneficio, por lo que el panorama es similar”, afirma.

Por último, Cappelletti considera que “hay un presente incierto, con dificultades, con recesión, con una inflación difícil de parar”, y también advierte que el futuro es también “de incertidumbre, por lo menos en el corto plazo, donde no hay una posición clara de cuáles son las medidas que vayan a hacer que esto se reactive en lo inmediato”.

Por todo esto, y respecto al bono, concluye: “Viene bien un poco más de dinero en la mano del trabajador porque sirve para satisfacer sus necesidades, porque también es cierto que quedó bastante lejos la paritaria de la pauta inflacionaria, pero también hay una situación de mucha dificultad para hacer frente a cualquier tipo de costo que se quiera agregar en la actividad tanto productiva como comercial. Con menores ventas, un aumento muy fuerte en los costos, una presión de las más altas de los últimos años y un costo financiero a un nivel desmedido –de entre 70 y el 100 por ciento anual– no es viable ninguna actividad, ni productiva ni comercial”.

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