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Facebook, la ventana de un pibe para gritarle a San Pedro el calvario que le hizo vivir su papá

Aunque una red social suele causar más dolores de cabeza que sonrisas, un joven de 23 años la utilizó para contar el horror y daño que un padre le causó a su familia al punto de llegar a creer, hasta casi su adolescencia, que era “normal”. “Se masturbaba delante de sus hijos menores”, señaló entre un sinfín de actos que fueron denunciado ante la Justicia.

“Me cansé”. La frase la utilizó un joven de 23 años en su cuenta personal de la red social Facebook, no para contar lo que le sucedió dentro de una cancha de fútbol durante un partido con la camiseta de su equipo, sino para iniciar el relato del calvario que vivió durante gran parte de su corta vida de quien es su padre biológico.

El pibe se cansó la noche del 21 de diciembre de 2018 cuando observó que su progenitor publicó en redes sociales “la segunda imagen tirándose de buen padre”. “Siempre me dio vergüenza hablar de esto, pero el que tiene que andar con la cabeza gacha es él, no yo. Me cansé de esperar a los abogados y los tiempos de mierda que tiene esta justicia”, admitió.

El relato es el guión de la película de terror en la que “actuó” hasta hace pocos años, la mayor parte de su existencia: “Mi papá se masturbaba delante de sus hijos menores. No le importaba que pasara yo o mis hermanitos, él se seguía masturbando. Se masturbaba en el living de mi casa, a toda hora, producía sonidos con su boca. Tengo una hermana mayor con síndrome de West (N. de R.: alteración cerebral epiléptica de la infancia que produce, entre diferentes patologías, retraso en el desarrollo psicomotor) y él la llamaba ˈcosa, bicho o PacManˈ. También –continuó- le pateaba la silla, la pellizcaba y hasta, en la hora de la comida, yo tenía una mesa que se abre a la mitad, suavemente la abría y cuando sin querer ella apoyaba su brazo o su panza, la cerraba con fuerza provocándole heridas en la piel. Vivía un infierno, le tenía mucho miedo”.

El chico desconoce cuándo empezó el sufrimiento porque lo recuerda desde que tiene uso de razón y lo naturalizó en su vida hasta que fue casi un adolescente porque, como todo niño, es lo que mamó y aprendió en su casa. Si alguna vez sospechó de que eso no era habitual, fue cuando su mamá le “pidió llorando que se fuera de la casa para que los hijos terminaran de crecer en un hogar normal”.

Un día, hace alrededor de cuatro años, el depravado se “encerró” en un garaje de la vivienda al que no dejaba entrar a nadie aunque él sí podía acceder al resto de los ambientes. Fue en ese momento cuando la familia decidió irse para salir de ese infierno, pero no sirvió. “Un día que él no estaba porque trabajaba de camionero llamamos a un flete, cargamos las cosas que necesitábamos y nos fuimos a otra casa, no teníamos donde ir pero nos fuimos”, le contó el futbolista a La Opinión al mismo tiempo en que sostuvo que “todo fue peor”. “Salió a hablar con mis vecinos, cosa que nunca en su vida hizo, y decir que mi mamá era una puta. Me mandaba mensajes a mí diciéndome que la veía salir de albergues transitorios y un montón de pelotudeces más. Él es camionero, en todas las estaciones de servicio que paraba escribía el número de mi mamá diciendo que era una puta y a mi vieja le llegaban miles de mensajes obscenos y hasta fotos. También publicaba su número en páginas porno que el miraba. Y lo peor –siguió- no termina, ¡publicaba el nombre de mis hermanas! A mi mamá le llegaban mensajes diciendo que le iban a violar las hijas y hasta las llamaban por sus nombres”.

En cada palabra, el joven evidencia indignación, odio, tristeza y otras condiciones a las que se le impone una: tranquilidad. Tranquilidad de haber encontrado en Facebook una ventana para gritarle (sí, gritarle) a San Pedro, el calvario que un hombre le hizo pasar a su familia y para advertir a los demás por si alguna otra criatura atraviesa una situación similar, se anime a contarlo, sea por el medio que sea.

El chico y su familia salieron adelante con esfuerzo porque, tal como escribió, tiene “un buen trabajo” en una empresa multinacional con asiento en la ciudad con el que sustenta a su familia compuesta por, además de su mamá, tres hermanos: “Me podría ir de vacaciones con mis amigos, con mi novia, pero gracias a este ser que se olvidó de sus hijos, tengo que esperar el aguinaldo para poder juntar unos mangos o darme mis gustos. Paso música en donde me dejan tocar con tal de ganar unos mangos y mi novia me cedió su garaje para no gastar más en cochera”. Y agregó: “Hace tres años que no le importa si sus hijos tienen un techo o un plato de comida, si estudian o si trabajan. A los abogados les dice no tener trabajo ni dinero para darles a sus hijos, pero sigue edificando sobre nuestra antigua casa”.

Para el muchacho que en pocas semanas cumplirá 24 años no fue fácil contar el penoso trajín del que ni siquiera sus vecinos del barrio estaban al tanto ni la propia familia de su padre. Ellos nunca fueron a fondo hasta que las redes sociales sirvieron como el vehículo que eligió para publicarlo, aun así con las dudas que le generaron las posibles consecuencias: “No sé que puedo ganar haciendo esto ni qué es lo que puedo perder tampoco. Pero quiero que la gente que me rodea conozca a este ser inmundo que me tocó tener de padre, que no me pregunten más por él, porque él se olvidó de nosotros y llegó a decir que somos hijos de mi abuelo. No quiero que me relacionen más con él. Mucha gente me pregunta "¿De quién sos hijo". Hoy voy a empezar a contestar "del más mierda de todos".

“Gracias papá, gracias por ser lo que nunca quiero llegar a ser”, cerró.

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