¿Feliz Día del Maestro?

Quienes hoy deben celebrar su Día, que son los actores centrales del régimen educativo argentino, resultan ser precisamente el eslabón más magullado de la cadena.

Las maestras y maestros que se deshacen por un salario injusto y que tienen a cargo la educación, la contención emocional y muchas veces también la alimentación de alumnas y alumnos, son también víctimas de un sistema de una infraestructura penosa y rehenes de muchas “bajadas” irrealizables que redactan personajes que llegan a lugares de decisión por devolución de algún favor político.

Es necesario hablar de educación todos los días. Todos los días. No sólo en fechas especiales, cuando a algunos les guste o a otros les convenga. No hablar del Consejo Escolar, de Alberto Sileoni, de María Soledad Acuña o de Roberto Baradel. Hablar de educación de verdad.

En una sociedad que pretende prosperar y evolucionar, la educación debe que estar infatigablemente sobre la mesa del debate público.

Cuando entendamos que la educación puede ser un punto de quiebre positivo o negativo en nuestras vidas y las de las generaciones siguientes, tendremos un motivo suficiente para exigir a nuestros gobernantes que ensayen una verdadera revolución educativa. Porque en las actuales condiciones, el mínimo objetivo de mejorar el nivel de enseñanza queda eclipsado por las mezquinas circunstancias de siempre: pobres presupuestos para los planes educativos, docentes con remuneraciones bajas, priorizar invertir fondos en la construcción de bicisendas en lugar de garantizar el servicio de gas en las escuelas o no pagar becas estudiantiles durante casi un año porque los estudiantes no asistieron a los establecimientos educativos en plena pandemia.     

Es imprescindible sanear el sistema educativo y exigir todos los días esa responsabilidad y compromiso a los gobernantes de turno. 

Genera una profunda pena que la mayoría de los discursos políticos, aún en 2022, sigan girando la atención solo hacia temáticas urgentes, en lugar de prestar atención también a asuntos trascendentes y de largo plazo.

La educación debe ser parte de la agenda cotidiana para arribar a grandes consensos que permitan revertir años de atraso. 

Alguna vez, en éste país, la educación era la política central para construir una Nación. Ese país ya no existe, pero sería una brillante iniciativa que lo intentemos nuevamente.

*El autor es periodista, integrante de PRIMERA PLANA y de RADIO MAS (FM 106.7)

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