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Fue su compañero de viaje durante años y hoy le toca despedirlo: ¿Quién era “Juani”, el joven que murió por coronavirus y llora la ciudad?

Facundo Jáuregui fue chofer de Juan Ignacio Muzzioli por mucho tiempo. Lo llevaba de la escuela a su casa. “El COVID-19 se llevó a una persona muy difícil de encontrar”, dijo. Profundo dolor en Pergamino y el recuerdo de quienes compartieron la vida con un ser increíble

Cerré el martes con la noticia de que “Juani” no estaba bien. Su estado de salud era muy delicado y había que esperar su evolución, pero me fui a dormir con la esperanza de que fuera solo un mal momento. Confiaba en su fortaleza anímica para salir de ese estado.

Ayer iba a ser un miércoles más, con la rutina habitual de trabajo. El despertador sonó a las 6:30 hs., como todos los días, aunque esta vez la pantalla del celular aparecía con una notificación de mensaje de mi papá (Marcelo "Pinino" Jáuregui). La noticia fue la peor para comenzar el día, de la más triste de mi vida. Todo se hizo cuesta arriba para quienes conocíamos de cerca a Juan Ignacio Muzzioli, que a los 26 años, se lo llevó para siempre el coronavirus.

Cancele actividades porque la angustia y tristeza se apoderaron de mí y ahí comencé a recordar los hermosos momentos compartidos con él. Porque durante muchos años lo traslade de la escuela a su casa. Fue mi compañero de todos los días. El COVID-19 se llevó a una persona muy difícil de encontrar.

La primera llamada de ayer fue a su actual profesor en “Los Buenos Hijos”, de donde era un excelente compañero de todos. Y precisamente donde comenzaba mi ruta, nuestro viaje, cada día que me encontraba con “Juani”: Ignacio “Nacho” Guerrini. Sentía una gran pena, pero quería que me hablará de “Juani” como compañero y alumno. “Qué decirte de él en este momento que no me haga retorcer el estómago, acompañado de ese nudo en la garganta tan difícil de digerir.

“Era elegante, vital y con una personalidad bien definida. Esas que te hacen saber si algo le gustaba, o por el contrario, le molestaba”, lo empezó a definir el “profe”, mientras me temblaba la mano con la que sostenía el teléfono y a “Nacho” se le entrecortaba la voz.

“Era exigente, locuaz y cacique. Le gustaba liderar los grupos y ser ejemplo de sus compañeros. Logró invertir los roles y enseñarnos muchas cosas, a cada uno de sus educadores que tuvimos el honor y el orgullo de acompañarlo en toda su etapa formativa”, siguió el docente.

“Nos enseñó que el amor está por sobre todas las cosas y ese va a ser su legado. No habrá día que entré al salón y no miré su silla vacía. Pero sé que su hermoso corazón nos va a acompañar por siempre”, pudo completar emocionado Ignacio “Nacho” Guerrini.

Mi trato con él se dio por intermedio del empleo de mi papá. Yo lo conocía desde muchos años como a su familia, pero no sé porque saber más de “Juani”.

El siempre me hablaba de sus actuaciones en el (Grupo de Actores Especiales) GAE y los lugares que frecuentaba.

Entonces seguí mi ronda de llamadas con Marta Lere, directora del GAE, quien también lo conocía de pequeño. “Fue un sol. Sus padres decidieron mandarlo a teatro, a un grupo convencional, porque era muy chico para ir al GAE. Estuvo integrado en un grupo llevándose de mil maravillas con todos los chicos del taller de teatro Talía, donde el pertenecía. 

“Después de muchos años, cuando se hizo grande, decidió ingresar en el GAE, pero no solamente se conformó con ser actor sino que quería ser músico”, reveló Marta.

“En la murga que formamos, era uno de los percusionistas. Era muy responsable en su trabajo, tanto como actor y como músico. Siempre tenía todo preparado, se ponía nervioso cuando las cosas no salían bien. Era un sol”, agregó.

La referente del GAE describió también que “detrás de bambalinas era muy inquieto; hacia chistes con todo el mundo, pero cuando había que salir a escena se ponía la camiseta. Realmente nos alegró la vida. Iba a las tertulias y las chicas morían por bailar con él porque tenía un ritmo en el cuerpo increíble y era muy respetuoso con ellas. Es una perdida enorme”. Su familia “lo acompaño y apoyo en todo momento. Recuerdo mucho a la abuela de él, lo llevaba mucho a teatro. Lo único que puedo decir es que hoy el cielo tiene una función muy especial con este actor y todos nosotros estamos muy dolidos”, subrayó.

Doy fe que las mujeres morían por él. Era muy carismático y tenía un gran poder de atracción. Recuerdo, que muchos días, no podía tener las habituales charlas fluidas porque siempre recibía mensajes de alguna chica. “Te digo que era un gran compañero, un gran amigo y una gran persona. Un excelente actor y músico. Se va a extrañar mucho y lo vamos a tener siempre en nuestros corazones”, me escribió uno de sus compañeros del GAE.

Después de hablar con Marta me interesó saber sobre los comienzos de “Juani” en la vida. Y sabía que Inés Larramendy había sido su pediatra, quien recordó ese primer día a la perfección: “Atendía en un pequeño consultorio adelante de mí casa porque mis hijos eran chicos y quería estar cerca de ellos. Una tardecita, ya noche, tocan el timbre y dos mujeres con un bebé me piden hablar conmigo. Eran Mariel, su mamá y su abuela. Y envuelto en una primorosa mantita, ‘Juani’ con sus hermosos ojos mirándome desde ahí. La llegada de un bebé con Síndrome de Down conmueve siempre y se requiere mucho apoyo e información sobre cómo empezar a recorrer el camino de su crianza.

“Con inmenso amor Mariel y su abuela buscaban eso. Y ahí fue cuando nos conocimos y durante más de una hora hablamos sobre ‘Juani’ y su llegada al mundo. A partir de ese momento, seguí viendo a esta personita hermosa que a medida que crecía se volvía más alegre y comunicativo. Todo le interesaba, la vida social, el teatro, la murga, las chicas, las actividades físicas, a pesar de una rodilla que lo hacía sufrir”, añadió la reconocida médica.

“Cada encuentro -recordó- era una anécdota nueva, un pedido de permiso, un relato sobre los abuelos, su hermano o el tío. No se guardaba nada, todo lo compartía con esa alegría y ese amor que irradiaba en cada charla”.

“Juani” creció y se transformó en un joven que “no perdió ninguna de las características de su niñez feliz. Me siguió visitando, con menos frecuencia, pero con igual intensidad en cada encuentro”.

Inés Larramendy me dijo que “me toca despedirme de él con la misma emoción que cuando lo conocí. Solo espero que su inmensa mamá y su familia puedan atesorar toda la luz y la alegría que el irradiaba como consuelo ante su injustificable ausencia”.

Después de hablar con su pediatra, confieso que fue imposible contener el llanto y el nudo en la garganta era cada vez más fuerte. Le dije a Memo, que sabía de mi cariño y afecto a “Juani”, me encargó la nota, que no sabía si podía llegar a redactarla como correspondía.

Para tratar de resolverla rápida y no desistir porque quería ser yo quien la firmé, busqué seguir indagando más sobre cómo era “Juani” con los demás, más allá los años que compartió la vida conmigo. O con mi papá, que lo conoció desde los 6 años.

Sabía que su terapista era Gianna Sabbatini, por quien tengo gran aprecio porque no solo conozco a ella y su familia sino porque es amiga de mi hermana desde la infancia.

Dejó su actividad laboral de lado por un momento para responder a mi consulta: “No tengo palabras para describir lo que eran los encuentros con él. Transparente, excelente persona, respetuoso y muy inteligente. A pesar de las tormentas que la vida le presento en los últimos meses, el siempre tratando de sacar una sonrisa a su familia, de seguir para adelante.

Gianna lo definió como “amoroso y compañero con su madre, fiel reflejo de una crianza llena de amor como siempre hablaba. Un joven con sueños, que siempre se atrevió a más.

“Cada encuentro era un aprendizaje mutuo; aprendí mucho de él y creo que lo seguiré haciendo aún, como ejemplo de simpleza y fortaleza”, resumió su  terapista.

Cada palabra que me decían de “Juani”, era un recuerdo y anécdota constante porque lo asociaba siempre con algo. Por ejemplo, siempre me decía que soñaba con conocer a Marcelo Tinelli y me pedía que lo llamáramos, o bien, que le pase su contacto.

Su sueño era llegar a estar en Bailando por un Sueño.

Cerca del mediodía, lo decidí y le envié un saludo a su mamá Mariel, a quien además tuve el privilegio de tenerla como docente.

Las palabras están de más en estos momentos y situaciones como las que le tocó atravesar, pero mi acompañamiento estaba ahí. Cerca de ella, donde sentí tenía que estar pese a mi gigantesco dolor y honda tristeza.

Lo más me conmovió fue la publicación de Mariel en Facebook: “Y el COVID se llevó otra vida más. Primero, a mi mamá y hoy a mi amado hijo Juani. Pensar que lloré tanto cuando naciste porque no sabía que iba a ser de tu vida y cuando empezamos a transitar el camino juntos, todo fue más fácil gracias a tu ALEGRIA, BONDAD, AMOR INCONDICIONAL, GANAS DE VIVIR Y DE SUPERAR CUALQUIER OBSTÁCULO.

“Hoy me toca despedirte físicamente porque tu alma siempre estará unida a la mía. Prometo cumplir con lo último que me dijiste. NO LLORES MAMÁ, pero para eso te pido fortaleza y mucha luz para que podamos seguir.

“También prometo honrarte como vos lo hacías con tu nona. Siempre estarás en la música, en el baile y en las cosas hermosas de la vida. Agradezco profundamente a TODOS los que se unieron en oración por Juani. Descansa en paz. Ya estás con tu nonita. Te amo, te amo, te amo!!!”, dejó plasmado su mamá para siempre en las redes sociales.  

En enero, “Juani” había perdido a su abuela Alicia y fue un quebranto irreparable para él. Tal es así que hasta incluso me pedía no pasar por delante de la casa de sus abuelos en el regreso del colegio a su casa, algo que evitaba para no generarle angustia.

Era su último año en la Escuela Especial “Los Buenos Hijos” y ya me decía que tenía pensado una salida laboral para tener su dinero e invitar a su novia a salir.

Me quedó con tantos años de viajes, de sonrisas, de alegrías, de amor de amigo verdadero. Y con la enseñanza que le dejó a su profe “Nacho”, con sus bailes y actuaciones a Marta, en el GAE con Marta; a la niñez que nunca perdió con Inés y a la crianza llena de ternura como lo describió Gianna. Me quedó para siempre pensando en él y acompañando a su ejemplar mamá.

Así me quedó. Como puedo. Con lo poco que me resta de fuerzas. Porque quienes conocíamos a “Juani”, nos vamos a quedar con su maravillosa sonrisa y su excepcional bondad.

*El autor integra el staff de PRIMERA PLANA y de Kairós de RADIO MAS (FM 106.7)

 

 

 

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