• cielo claro
    24 de Abril de 2024
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La ausencia de los universitarios pega fuerte en distintos rubros del comercio

La vida universitaria, con su ritmo, el gran movimiento de estudiantes que genera y los sectores económicos que motoriza, es parte de una tradición que comenzó casi junto con el surgimiento de La Plata como capital provincial.

Desde hace un año, a causa de la aparición del COVID, ese rasgo tan típico de la Ciudad se perdió: no se ve el paso ligero de los jóvenes hacia sus facultades, la actividad inmobiliaria que los vincula por el alquiler de inmuebles quedó paralizada y las librerías, casas fotocopiadoras y kioscos que dependían, en parte, de ese público, están más vacíos.

Al menos, se va a acumular un ciclo lectivo y medio (las autoridades universitarias no definieron todavía si se abrirán las aulas a partir del segundo cuatrimestre académico de 2021) con clases que se desarrollan de manera remota, lo que significa que la gran masa de alumnos que cursan carreras de grado y que proviene de otras localidades del país por ahora seguirá sin participar en la economía de la Región.

“Nunca se vivió esto de que los estudiantes no hacen consultas”, dicen en las inmobiliarias

Para algunos sectores comerciales o de servicios el impacto de la falta de estudiantes venidos de otros lugares ha sido “tremendo” y lo peor, según remarcan, es que reina una “incertidumbre total” respecto a la vuelta del dictado presencial de clases.

Por caso, en los centros comerciales platenses, de pulso acelerado hasta la pre pandemia por la visita de familiares de los jóvenes de otras ciudades instalados en La Plata para estudiar, ya no muestran ese movimiento incesante que era muy propio de los fines de semana.

“Ya hace un par de años que la actividad se fue achicando pero indudablemente a partir de marzo del año pasado, que fue cuando arrancó la pandemia, el trabajo bajó un 80 por ciento. El estudiantado está a cero. Las facultades están vacías. La única que retomó un poco las actividades con las prácticas es Medicina, que a nosotros no nos beneficia porque nos manejamos con Arquitectura e Ingeniería que son las facultades que más ploteos piden y lamentablemente hace un año que estamos con el trabajo al 20 por ciento de lo que era en épocas normales”.

Fabián,
fotocopiadora frente a Ingeniería

Valentín Gilitchensky, titular del área de los Centros Comerciales de la Federación Empresaria de La Plata -FELP- remarcó la diferencia con el tiempo anterior a la pandemia. “Era bastante típico que los padres de los chicos, muchos de los cuales viven en pueblos sin mucha actividad comercial, vinieran a la Ciudad a ver a sus hijos y aprovecharan para realizar diferentes compras. Ese grupo de consumidores, por ahora, se perdió”, dijo el dirigente mercantil.

Al frente de una de las inmobiliarias locales, Estela Valverde definió como “atípico” este éxodo prolongado de estudiantes del interior. “Históricamente la Universidad ha generado un montón de actividades en su entorno y nunca se vivió esto de que los estudiantes no hacen consultas ni visitan departamentos. Antes del coronavirus se sabía que cada dos años ese sector renovaba el alquiler, y ahora las llaves de esas unidades están en los llaveros de las inmobiliarias y los propietarios ya están pensando en vender, aunque tampoco son fáciles esas operaciones”, señaló la martillera.

“Hace 38 años que estamos acá y lo que venimos viviendo hace un año, desde que arrancó la pandemia, es que el trabajo ha bajado un 50 para no decir un 60 por ciento. Estamos trabajando solamente con la gente que vive en la zona. Pero nos falta la gente del colegio de primaria, secundaria y la gente de facultades. Por suerte, el local es mío hace más de 15 años, pero los gastos que genera son demasiados. Está bastante complicado, achicar márgenes para tratar de pagar impuestos y sueldos. Por suerte estuvimos beneficiados en que pudimos abrir durante la pandemia, mientras que a otros les fue imposible”.

Raúl,
almacén en zona de facultades

Una buena cantidad de comercios, en especial aquellos que rodean los edificios de las facultades, viven de las compras de los estudiantes universitarios. Es más, algunos de esos emprendimientos fueron emplazados justamente teniendo en cuenta la demanda producida a partir de la vida universitaria.

“Se nota la ausencia de los estudiantes. Hay muchos que ya el año pasado, con la no presencialidad de las clases se han vuelto a sus casas con sus familias, otros han negociado el precio y lo mantienen este año si vienen o no, eso está por verse. Y sí los que han venido y han alquilado son estudiantes extranjeros; que es un fenómeno que hace años no veíamos que vienen extranjeros y alquilan departamentos. Pero sí, claramente se nota la menor actividad por la falta de los estudiantes universitarios”.

Santiago Mamberto,
martillero

Tal es el caso de una librería situada en la zona de facultades del Bosque. Liliana, su dueña, indicó, en ese sentido, que “se hace muy difícil; con las clases en forma virtual trabajamos poco y las ventas son mínimas”. Preocupada por una merma de consumidores que parece extenderse “demasiado” en el tiempo, la mujer subrayó: “el estudiantado desapareció, y en todo caso, por ahí aparece algún chico que se engancha con las clases online, pero muchos las rechazan o directamente se fueron. Nos estamos manteniendo por todo lo artístico, que por la pandemia sí floreció”.

Dueño de una librería y papelería con servicio de fotocopias, Alberto Velázquez, con local en 11 entre 58 y 59, opinó que “no se trabaja como antes de la pandemia; hay cierto bajón en las ventas. Pero de todos modos muchos estudiantes vienen para que les pasemos el material a papel. Esperamos volver pronto a trabajar como antes”.

“Se hace muy, muy difícil, en forma virtual trabajamos poco y las ventas son mínimas. El estudiantado desapareció. Por ahí una o dos veces aparece alguno que se engancha con las clases online, porque hay muchos que no les gustan, las rechazan, muchos estudiantes se fueron, aguantaron hasta mitad del año y después no quisieron seguir más, pensando que este año iban a retomar las clases presenciales. Pero no siendo así, este año aparecieron muy pocos. Todo lo artístico floreció (en la pandemia) y con eso estamos mantenimiento la librería. Está muy difícil, cien a uno”.

Liliana,
librería de 1 y 47

En un lavadero céntrico también se siente la falta de estudiantes, tanto que se modificó el horario de cierre, que era hasta las 18 y ahora es hasta las 15. “Cambió un poco el trabajo; se notan menos estudiantes, aunque en febrero algunos han empezado a volver”, explicaron.

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