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La historia de Estefanía Banini contada por Eduardo Pérez, el primer DT que la dejó jugar cuando sólo había varones

Cuando tenía 7 años llegó al club mendocino de la mano de sus papás. Talento y perseverancia, las claves de la jugadora argentina que brilló en su debut en el Mundial de Francia y de la que hablan todos.

“Cuando quería empezar a jugar en un club todos me decían que no podía. Hasta que fui a Cementista. El entrenador que me dejó jugar fue Eduardo Pérez. Ni lo pensó. Me dijo que me sumara. En él encontré un refugio muy grande”, contó Estefanía Banini al diario Tiempo Argentino en una nota brindada hace poco más de un año. Entonces ya era una referente del fútbol femenino argentino y de la Selección. Hoy, en tanto, es el nombre a seguir en el Mundial de Francia donde ayer fue elegida como la mejor jugadora del partido debut de la Albiceleste ante Japón y Toda Pasión entrevistó a Eduardo Perico Pérez, su escultor, su padre futbolístico, para saber más detalles de los comienzos de la capitana, la 10 del equipo nacional.

-¿Cómo es tu historia en el club Cementistas de Mendoza?

-“Yo soy coordinador del fútbol de este club desde hace 29 años, cuando llegué con un proyecto para armar una escuelita. Hoy ya tengo 59 y he vivido muchas historias con chicos y chicas muy talentosos, pero nadie como Estefi Banini”. Sí. El de Estefanía Banini es el nombre del momento de la Mendoza de Enzo Pérez, Franco Di Santo, Ramiro Funes Mori, Gonzalo Pity Martínez y tantos otros nombres de futbolistas de cartel.

- ¿Te acordás del día en que llegó al club?

-“Siempre me acuerdo. Ella llegó cuando tenía 7 años. Venía de la mano de su mamá y de su papá, que llegaron algo cabizbajo porque a Estefi no la aceptaban en los clubes y creían que yo también les iba a decir que no. Esto habrá sido en el 97 y apenas llegó les dije que sí porque yo estaba en escuelita, algo más recreativo, y estuvo desde ese día y hasta los 18 años jugando todo lo que es fútbol de salón con los varones, hizo todas las divisiones inferiores y cuando se fue ya había empezado a jugar en cancha grande”.

-¿Qué te dijeron los padres de Estefanía?

-“Bueno, me preguntaron si en una de esas la podíamos dejar jugar porque ella no paraba de hacerlo en su casa, en el barrio, donde fuera estaba con una pelota y yo no dudé. El tema es que tuvo que jugar con los varones porque no había chicas en el club en ese momento. Nosotros acá estamos más dedicados a lo que es el fútbol de salón, somos un club de barrio característico, de esos que ya mucho no existen y La Peti, así le decimos nosotros acá, fue nuestra mimada desde el primer día”.

“Estefi tiene una familia espectacular. Dos de sus hermanos se dedicaron al deporte en alto nivel porque tiene una hermana y un hermano que jugaron al vóley muy bien, y tiene un papá y una mamá excepcionales que la han apoyado mucho al igual que sus primos, sus tíos y amigos. Eso ha sido fundamental, ha tenido padres muy involucrados con ella, hasta el día de hoy que tengo trato con ellos, viven cerca del club y cuando nos cruzamos nos quedamos hablando. Estefi además ha tenido una muy buena educación, iba al colegio Norbridge, donde la mamá manejaba todo lo que era el inglés y yo siempre la cargo a Estefi por lo que le ha costado el inglés cuando fue a Estados Unidos… pero a ella no le gustaba mucho el estudio”, agregó entre risas.

- El signo de los tiempos…

-Eduardo es el mentor de muchos de los mejores futbolistas de salón del país pero fundamentalmente es impulsor del desarrollo del fútbol femenino de esa disciplina. “Ahora la historia del club es diferente, ya somos campeones de Argentina en fútbol femenino de salón… Yo dirijo la Selección Argentina de fútbol de salón y bueno, cuando Estefi ya necesitaba otra cosa, otro nivel, la llevé a España y ahí jugó dos Mundiales de Fútbol de Salón. En el 2017 fuimos a España y terminamos subcampeones. Me acuerdo que a partir de ella se empezó a hacer otra historia en el club porque de a poco empezaron a venir chicas y de acá salió la mejor jugadora del mundo de fútbol de salón en 2017, Ana Ontiveros, y ya tenemos nenas de 6 y 7 años hasta dos equipos de Primera”.

- ¿Por qué Estefanía Banini se transformó en la mimada de Cementistas?

-“De cuando llegó me acuerdo que era una muñequita y acá realmente hay muy bien ambiente y la recibieron muy bien. Ella se adaptó rápidamente porque es distinta; jugaba muy bien, era increíble. Incluso hasta el día de hoy, que ya he visto pasar un montón de chicos y chicas por el club, para mí es la mejor jugadora entre todos que yo tuve en el club. Acá también tenemos a Renzo Grasso, que fue campeón del Mundial 2019 y elegido como el mejor jugador del mundo, pero como ella no recuerdo”.

-¿Qué hace de Cementistas un semillero de talentos del futsal?

-“Nosotros somos un club de barrio con muchos chicos talentosos que nos causan mucho orgullo. Somos humildes pero nos ocupamos de estar preparados, de saber explicar y transmitir conocimientos. Hay un clima muy familiar, de mucha contención y creo que por eso Estefi nunca deja de mencionarnos, ella lleva a su Cementistas a todos lados. De chiquita fue siempre muy inteligente para jugar y cuando llegó el momento de empezar a competir la Federación nos permitió incluirla en el equipo de varones”.

-¿Por qué crees que ella logró destacarse entre los varones?

-“Porque siempre tuvo una cabeza de profesional, siempre fue muy inteligente y muy fuerte de cabeza porque no fue fácil pasar todas las categorías siendo la única mujer no sólo en su club sino incluso entre los equipos rivales. Ahora quizá cueste entenderlo porque dentro de la falta de apoyo que tienen está mucho más desarrollado que en el tiempo en que ella empezó”.

-¿Cómo fue por entonces la recepción de los chicos hacia ella?

“Estefanía Banini se crió en el club y siempre fue muy respetada por sus compañeros porque además jugaba muy bien, es nuestra nena mimada. Sí nos pasaba que cuando queríamos inscribirnos en otros torneos, yo tenía que ir con los padres y hacer un escrito en el que ellos se comprometían a no hacer reclamos si a ella le pasaba algo y los padres lo hacían porque siempre confiaban en que yo la iba a cuidar. Entonces verla en un equipo de varones se volvió una costumbre y además verla jugar era espectacular”.

-Qué la diferenciaba de sus compañeros?

-“Tiene una gran habilidad pero eso no es lo más importante en un jugador de fútbol sino que lo que yo destaco como su mayor virtud es su inteligencia, cómo comprende el juego y eso lo demostró desde chiquitita. En la categoría de 17-18 años salimos campeones de Mendoza con un equipo formado por varones y ella, habiendo un muy bien nivel entre los hombres pero ella tenía una cabeza muy profesional, que es lo que hoy mantiene porque cuando viene de vacaciones no deja nunca de hacer su rutina, está permanentemente en el gimnasio, se entrena con el equipo de varones de Primera porque ella quiere hacerlo”.

Eduardo Pérez destaca la individualidad de Estefanía Banini desde que llegó a Cementistas pero cree que haber estado rodeada de varones forjó la fortaleza mental que la caracteriza. “Todo chico tiene un sueño y el de ella estaba claro desde chiquita. Su cabeza estaba preparada para todo esto pero creo que la hizo muy fuerte estar en un ámbito que entonces era plenamente masculino. Nosotros siempre la contuvimos, la acompañamos y cuidamos hasta que le apareció la oportunidad de mostrarse entre las mujeres, primero en fútbol de salón y luego en el de 11. Nosotros no teníamos dudas en el club de que ella iba a llegar lejos, más allá de la formación que nosotros pudimos haberle dado, porque ella siempre fue muy profesional. Llegó un momento en que ella jugaba de manera paralela el fútbol femenino en cancha de 11 y con nosotros en futsal, y nunca faltó a un entrenamiento. Me acuerdo que en la época de pretemporada yo la tenía que parar contra su voluntad porque me daba miedo que le pasara algo y entonces ahí te dabas cuenta que más allá de los sueños ella estaba para otra cosa, para lo que le está pasando ahora… tal vez un poco tarde porque ya tiene 29 años, pero al fin le llegó”.

Estefanía Romina Banini Ruiz nació en Mendoza el 21 de junio de 1990. Luego de sus inicios en Cementistas, donde hizo toda su formación en futsal, empezó a jugar fútbol de 11 en Colo Colo de Chile y luego en el club Washington Spirit de los Estados Unidos, donde el fútbol femenino es profesional desde hace muchos años. También jugó en el Valencia de España, país donde permanece pero en el Levante, donde es una de las figuras del equipo femenino. El promotor de su historia, tal como refiere la futbolista toda vez que puede, fue Eduardo Pérez, quien nunca dudó de dejar jugar a una niña entre todos los varones. “A mí me ayudó el ambiente del club porque nos mantenemos como una familia. Después ella demostró su capacidad, su talento y nos tenía a todos sorprendidos por su nivel, tanto que no estuvo mucho tiempo en escuelita porque no había mucho para enseñarle en ese nivel y por eso rápidamente la federamos”.

A Estefanía, el mejor regalo que podían hacerle de chiquita era una pelota. Incluso ante la resistencia de su familia. Pero llegó un momento en que jugar al fútbol era lo único que ella quería. “Cuando los padres la trajeron al club me dijeron que les daba miedo que jugara entre varones pero yo les dije que la iba a cuidar, por eso cuando tuvo la posibilidad de pasar a cancha de 11 lo consultaron conmigo y yo les dije que así como a Estefi la habíamos recibido bien en el club ella tenía que elegir un ámbito donde fuera bien tratada, donde estuviera contenida, donde hubiese buenos jugadores y fundamentalmente donde hubiera gente capacitada para entender que debían acompañarla en su camino para que pudiera seguir haciendo lo que quería”.

La histórica tarde del debut en el Mundial de Francia 2019

No fue un día más en Mendoza, mucho menos en la vida de Eduardo Perico Pérez. “Me organicé para ver el partido de Argentina contra Japón. Luego del partido hablé con ella y me dijo que estaba muy cansada pero a la vez muy contenta porque ella escuchaba antes del partido que Argentina iba a ver por cuánto perdía, incluso por los antecedentes, pero más allá del ritmo que tiene Japón, que por ahí las chicas argentinas no lo tienen, hicieron un muy buen trabajo. Y a ella la eligieron como mejor jugadora del partido por su despliegue, por su técnica y talento”.

Todo lo que falta

“Es muy triste tener que decir que Argentina logró un empate histórico contra Japón. A mí me cuesta decirlo pero es así por lo mal que se ha trabajado por muchos años a nivel femenino en nuestro país. Ojalá que esto empiece a cambiar la historia”, lanzó Pérez, quien no pudo evitar emocionarse al ver lograr a Estefanía mucho de lo que siempre quiso: “Yo ya me estoy poniendo grande, parezco un viejo pero yo la veo y… porque yo siempre me acuerdo, para mí era una nena y ver esto, viste… (dice y se toma un tiempo para respirar) Es lo que dice ella, que a veces los sueños se pueden lograr, ella salió de un humilde club de barrio como el que somos nosotros y de a poco lograr todo esto más bien que me provoca mucha emoción. Y además ella tiene mucha grandeza porque en cualquier reportaje que da nunca deja de nombrar al club y eso habla de su humildad, para nosotros es nuestro orgullo, cada vez que viene está mucho tiempo en el club con todos nosotros, es un ejemplo de deportista y de persona”.

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