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La historia de Lucila: el calvario y el maltrato para circular y estacionar en Pergamino

Lucila Medici Tapia tiene 4 años y padece paraparesia espástica, una enfermedad neurodegenerativa que afecta su capacidad motriz. Ella es una de las tantas personas que se encuentran con dificultades a la hora de trasladarse por la ciudad o incluso, asistir al jardín.

Su madre, Victoria, dialogó con PRIMERA PLANA sobre la problemática de su hija: "Lucila tiene esto desde que nació, no fue bien diagnosticada, la mandé a tres neurólogos acá en Pergamino. Ninguno le daba el diagnóstico correcto porque el primer diagnóstico que te da con un chico con paraparesia es parálisis cerebral. Lo cual, si lo diagnostican mal, la rehabilitación es mala y la medicación también". 

También, explicó sobre los mecanismos que ayudan a la niña a desplazarse: "ella no puede caminar por sus propios medios, sí con un andador o prono móvil y usa valvas. Las valvas son como botitas ortopédicas que se ponen y que ajustan el pie y permiten que uno apoye el pie correctamente para poder caminar".

El drama de la familia comienza al querer estacionar o al tratar con vecinos de la ciudad que no entienden la problemática: "A mí me ha pasado que me han roto el auto. Yo tengo una Kangoo y fue un papá que le molestaba que yo estacione ahí. Me quejé en el jardín y me respondieron que ellos no pueden hacer nada porque el accionar de un papá de las puertas hacia afuera, no le correspondía". 

Además del hecho, Victoria también denuncia que fue agredida por personal del establecimiento. "A mí el portero de ese jardín, me vino a insultar y me quiso pegar dentro del lugar y lo frenó la asistente social y llamó a la directora. Porque a él le molestaba que yo estacione donde está el logo de discapacidad y utilizó unas palabras insultándome, porque molestaba a los que traían la leche o que traían alguna cosa para el jardín", comentó. Incluso, las agresiones continuaron: "Me preguntó por qué me estacionaba ahí, le dije que era porque mi hija tiene una discapacidad motriz. Desde maternal me pidieron todo para poder lograr un estacionamiento para que ella no caminara, sino tenía que estacionar a una cuadra y media".

El calvario del estacionamiento y el traslado también se traduce en el día a día, a pesar de las precauciones tomadas por la madre. "En la puerta de atrás de la chata, tengo un logo para que los vehículos se pongan a un mínimo de 1 metro de distancia para que permita la apertura de la puerta y pueda bajar el prono móvil. Eso lo hice hace casi dos años y tres veces nada más pude abrir la puerta. La mayoría de las veces la tengo que bajar por la parte de adelante y no se dan idea del dolor que te produce bajar un prono móvil en un asiento delantero", comentó. 

Desesperada por la situación, también compartió una carta dirigida hacia los demás padres y a los vecinos en general. Sobre todo, para visibilizar la situación de muchos chicos, que como Lucila, necesitan recuperar el derecho a transitar libremente: "Antes de tapar una rampa amarilla con el símbolo de discapacidad piensen que atrás viene Lucila o otro niño o niña con una discapacidad igual o diferente a la de ella".

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