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La Selección volvió a sacar a la gente a la calle

Los pergaminenses salieron a celebrar el triunfo de la "Albiceleste" ante Australia y el paso a los cuartos de final de la Copa del Mundo, donde el rival será Países Bajos, el próximo viernes

Alguien dijo alguna vez, que para poder gozar, primero hay que saber sufrir. Y esto aplicó perfectamente para lo que sucedió ayer por la tarde mirando el segundo tiempo del partido contra Australia. Parecían palabras escritas mirando este partido por los octavos de final del Mundial de Qatar.

Cuando parecía que los argentinos disfrutarían de un triunfo tranquilo, 2 a 0 y con posibilidad de aumentar, hubo dos llegadas solas de los australianos que hizo detener la respiración. Por un segundo, muchos se taparon los ojos, no quisieron mirar y entregaron al relato de la televsión y esperando no escuchar el grito de gol de Australia.

Primero fue una fantasmal aparición de Lisandro Martínez cruzando justo ante el disparo rival que quedaba cara a cara con Emiliano “Dibu” Martínez. Y en el último segundo del partido, una tapada monumental del portero marplatense, ahogando el empate de los “Socceroos”.

“Qué manera de sufrir. Merecíamos ir ganando tres o cuatro a cero y terminamos sufriendo. Pero bueno, ganamos y es lo que importa”, analizaba un padre que llevó a sus hijos a festejar, apoyado en una columna de Avenida de Mayo y Peatonal. Es que otra vez, la mítica esquina de la ciudad se vistió de fiesta, con banderas, camisetas, gorros y trompetas, para desatar la alegría por la victoria de la Selección y el pase a cuartos de final, en un atardecer de sábado soñado.

Las cábalas están a pleno desde hace una semana. Tras la caída en el debut con Arabia Saudita, se cambiaron lugares y compañeros de partido. El sábado anterior con México se inició un nuevo ritual, que como se pudo siguió entre semana el miércoles ante Polonia, y ayer otra vez se desplegó a pleno.

Asados, picadas, almuerzos en casas que se prolongaron para llegar al partido. Todo el mundo trató de cerrar la jornada laboral o de quehaceres sabatinos al mediodía. Los que tuvieron una pileta a mano, calmaron el calor con algún “chapuzón”.

Las actividades deportivas de los más chicos quedaron reducidas a la mañana; los almacenes y súpermercados recibieron a desesperados compradores de provisiones para que nada falte para el encuentro con los amigos para ver el partido.

La misma camiseta. Los lugares frente a la tele. Todo estuvo calculado. Y hasta para aquellos que decidieron ver el partido en soledad, por que no se bancan escuchar comentarios de los ocasionales compañeros de “platea”.

“El sábado pasado, con México, me tocó trabajar, así que lo vi solo, no me junté con nadie. Así que cábalas son cábalas y no hay que romperlas”, dijo un comerciante de la Avenida, mientras la tarde empezaba a caer, y las primeras sombras de la noche a aparecer sobre la ciudad.

Una vez más, a medida que se acercaba la hora de inicio del partido, las calles fueron quedando desiertas.

El centro pergaminense fue una desolación, y solamente había gente en algunos bares que subieron el volumen de sus televisores.

La ansiedad iba en aumento y las calles iban quedando vacías. Algunos pocos negocios abiertos (kioskos y heladería) y no mucho más.

De a poco el ritmo frenético de todo el mundo querer llegar a tiempo a un lugar desapareció y las calles quedaron desiertas.

Durante las dos horas de partido el tiempo quedó detenido en las calles de la ciudad, mientras que adentro, en hogares, bares y restaurantes el corazón latía fuerte.

El gol de Lionel Messi fue una explosión, un grito contenido que retumbó en todas partes. El equipo jugaba con mucha paciencia y buscaba entrarle al elenco australiano que se agrupaba bien atrás.

El descanso llegó con algo de alivio, ya ganando 1 a 0. Sirvió para pararse de la silla o el sillón elegido, salir a fumar, tomar algo o ir al baño. Alguno hasta incluso se hizo una escapada para comprar algo por el barrio y volvió.

En el segundo tiempo el tanto de Julián Alvarez dio tranquilidad y eso de sentir que no habría sobresaltos. Argentina estaba más cerca del tercero que Australia de descontar.

Pero, sin embargo, el gol australiano llegó, con un poco de mala suerte por que pegó en Enzo Fernández y descolocó a “Dibu” Martínez, pero la cosa estaba 2-1. Quedaban 13 minutos, más el descuento.

En esos momentos se cruzaron los dedos, algunos empezaron a rezar, otro hicieron promesas, todo era válido para sentir que uno desde su lugar ayudaba en algo a ganar al equipo de Scaloni.

El par de jugadas donde “los Martínez” salvaron al equipo -Lisandro con un cruce magistral y Emiliano con una atajada memorable- y lo único que se soñaba era el final. Y tras el pitazo del árbitro polaco Szymon Marciniak, se desató la locura una vez más. Interminables abrazos y el “Vamos Argentina carajo” en la boca.

Casi automáticamente terminado el juego en toda la ciudad se empezaron a escuchar bocinazos y la gente salió a la calle a festejar con sus camisetas y banderas.

Autos, camionetas, motos, bicicletas desde los distintos barrios enfilaron para el Centro, puntualmente buscando la esquina más céntrica.

Grupos de jóvenes disfrutando de este momento de felicidad en un Mundial, y en muchos casos por primera vez. Los que peinan canas recuerdan las alegrías de la mano de Diego Armando Maradona en México `86 ó el camino a la final del equipo del ‘90 en Italia. Más acá en el tiempo, lo que fue el equipo de Sabella en Brasil 2014 que llegó a la final.

Las generaciones se van juntando, padres con sus hijos en los hombros con las caras pintadas caminan para los festejos. El “Argentina, Argentina”, que se canta a cada rato, como también el hit del grupo La Mosca, que cantan hasta los propios jugadores en el vestuario: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar, quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial; y al Diego, en el cielo lo podemos ver, con don Diego y con la Tota, alentándolo a Lionel”.

La noche ya se instaló en Pergamino y pocos quieren irse. Las bocinas se siguen escuchando. La ciudad está feliz, como todo el país, donde salió a festejar este tercer triunfo consecutivo en una semana.

Ahora se vienen varios días para que el corazón se recupere después de lo vivido ayer. Se viene Países Bajos, que es Holanda, con quien varias veces la Selección se vio cara a cara en diferentes Mundiales.

Llegará una nueva logística y plan para ver el partido. Será el próximo viernes, a las 16:00 hs., en un feriado puente, casi como un sábado, donde no habrá horarios de escuela, ni oficina ni bancos.

Dicen que para poder gozar, primero hay que saber sufrir, y en eso anda Argentina, alimentando otra ilusión atada a una selección de fútbol.

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