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Las jugadoras de Beach Handball defendieron la elección de su vestimenta para dejar atrás la polémica

El tamaño del traje con el que juegan “Las Kamikazes” generó controversia y acusaciones de sexismo hacia el reglamento. Las propias deportistas alzaron su voz para defender y argumentar su decisión de utilizar esas prendas

Una gran polémica se generó en las redes sociales en los últimos días en torno a la indumentaria que visten las jugadoras del equipo argentino de Beach Handball en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Los pequeños culottes y los tops llamaron la atención de muchas mujeres, quienes cuestionaron la exposición de los cuerpos de las jóvenes -en comparación con los de los varones, que utilizan shorts amplios y musculosas- y acusaron de machista al reglamento que establece este tipo de vestimenta.

Ante esta controversia, las propias jugadoras que componen el equipo denominado "Las Kamikazes" alzaron su voz. Tras vencer este viernes a China Taipei y meterse entre los cuatro mejores seleccionados del certamen, pidieron que el foco sea su meritoria actuación deportiva y no una discusión de la que se sienten ajenas.

Las deportistas -tanto en juveniles como en mayores- rechazaron estar sometidas a una regla tildada de machista e hicieron hincapié en la propia voluntad a partir de la cual eligen sus uniformes, siempre de acuerdo a las opciones que establece la IHF (International Handball Federation).

"El diseño y el modelo del culotte lo elegimos nosotras y lo usamos hace unos cuantos años porque nos parece más cómodo. Incluso lo usamos cuando entrenamos, no solo cuando es obligatorio", explicó Celeste Meccia, integrante de la selección mayor de Beach Handball y medallista de plata en los World Games de Polonia 2017.

Respecto de las diferencias que hay en las medidas de la parte de abajo del uniforme que usan las argentinas en comparación con la que usan las europeas, la jugadora planteó: "No usamos ese 'bombachón' porque no estamos acostumbradas, es más alto y la parte de atrás es más grande. Es un tema cultural y usamos uno que nos gusta a todas".

Incluso, Meccia contó que, cuando juega en el verano europeo para un equipo de España, suele doblar los culottes que le dan allá para que las medidas sean más similares a los que se utilizan en la Argentina y en toda Sudamérica.

"Cuando hace frío podemos usar calza larga y remera térmica abajo del top y del culotte, pero nos molesta. Si podemos evitar usarlo, para nosotras es mejor", recalcó.

Florencia Ibarra, capitana de la selección mayor, coincidió con su compañera y recordó que este deporte, al igual que en el Vóley de Playa en el que las mujeres usan la misma ropa, se practica en lugares de mucho calor y generalmente cerca del mar.

"Jugar con otro tipo de ropa es incómodo porque se mete arena adentro y también es pesado", agregó la jugadora.

Del testimonio de las protagonistas se desprende que la elección del traje responde a cuestiones culturales ligadas a la geografía y las tradiciones propias de cada país. Mientras que las argentinas y las sudamericanas en general usan culottes pequeños, las europeas apelan a piezas que cubren solo un poco más. Las jugadoras musulmanas utilizan calzas y remeras térmicas de manga larga debajo de los tops para cubrir sus cuerpos, así como su religión lo establece. Todos estos estilos están estipulados en el reglamento de la disciplina.

Ibarra recordó que, a la primera competencia de la que participó en el 2008, el equipo argentino fue con shorts y musculosas porque no estaban al tanto de las normas de vestimenta internacionales. Aun así, les permitieron participar. Un año después, en su siguiente torneo, jugaron con tops y culottes, pero de dimensiones algo más grandes que las actuales. "Fuimos evolucionando hasta llegar a este tipo de ropa, que es la que nos hace sentir más cómodas", señaló.

Meccia, por su parte, se mostró abierta a que la IHF evalúe cambios en la vestimenta de las mujeres y que hasta permita que usen las mismas prendas que los varones (shorts y musculosas). Sin embargo, consideró: "Si se cambian las reglas, creo que el 95% de las jugadoras van a seguir eligiendo el culotte y el top".

"El foco se corrió de lugar y tomó envergadura el tema de la ropa cuando hay un montón de méritos deportivos que hemos tenido nosotras y que han tenido las chicas. Estaría mucho mejor hablar de eso", opinó Ibarra, mientras que Meccia reclamó: "Hay gente que opina sin saber del tema. Si los hombres pudieran jugar al Beach Handball 'en cuero' (sin una prenda que les cubra el torso) lo harían, pero necesitan usar camiseta. No juegan en 'sunga' (prenda de baño pequeña) porque culturalmente casi no se usa y el reglamento dice que tienen que usar short. En waterpolo, por ejemplo, juegan 'en cuero' y nadie dice nada".

Ni Ibarra ni Meccia consideraron que el reglamento del Beach Handball sea machista, aunque respetaron la visión de quienes así lo entienden y se mostraron abiertas al debate. Pero para ellas, la voz de las protagonistas -en este caso de la integrantes del equipo juvenil- y el valor de sus decisiones personales es clave.

Ninguna elección que hacemos los seres humanos es realmente libre. Estamos atravesados por imposiciones de diversas índoles que determinan nuestras acciones y que, generalmente, operan de manera inconsciente. Sin embargo, en ese marco de ataduras -simbólicas a veces, materiales en otras- los sujetos gozamos de algún margen de autonomía. Aun cuando este sea acotado, nos permite tomar determinaciones sobre nuestros haceres cotidianos.

Está claro que estamos moldeados por preceptos que tienen muchos siglos y el patriarcado es una de esas estructuras que funcionan (y oprimen) más fuertemente. Bienvenido sea el debate sobre la exhibición (y por consiguiente sexualización y cosificación) de los cuerpos de las mujeres. También es valiosa la problematización respecto de aquellos paradigmas que hasta hace muy poco tiempo parecían incuestionables (y que afortunadamete ya no lo son).

Poner sobre la mesa el carácter machista de ciertas normas deportivas es válido, así como es importante darles el mismo nivel de jerarquía a los esfuerzos y las luchas que hacen muchas mujeres para destacarse en el mundo del deporte, un ámbito de dominio masculino por excelencia.

"Las kamikazes" siguen adelante en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Ya están en semifinales y sueñan con conquistar una medalla para la Argentina.

Su legado no solo será el mérito deportivo, sino también haber funcionado -sin buscarlo- como un disparador para debatir el machismo en el deporte, justo en la primera cita olímpica de la historia con paridad de género, en la que participan la misma cantidad de varones y de mujeres.

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