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Le ganó al cáncer y al poco tiempo perdió a su hijo: “No es fácil transformar el dolor en amor, pero es posible”

Elizabeth Evangelina Plazibat batalló contra un cáncer de cuello de útero y una vez que le ganó a la enfermedad, falleció “Pato”, en un accidente con su moto

En la madrugada del 29 de marzo de 2018, Patricio Lucero sufrió un accidente en el centro pergaminense y perdió la vida al estrellarse su moto. Su mamá, Elizabeth Evangelina Plazibat¸ había sido operada de un cáncer de cuello de útero y estuvo más de dos meses internada en Capital Federal.

Hoy, a casi dos años del fallecimiento de su hijo, cuenta que “me pregunté por qué había sobrevivido a un cáncer si terminaba perdiendo físicamente a un hijo. Lo primero que hice fue bajar mi mirada del cielo, no me enojé con el universo en absoluto, simplemente me salió decir `que se haga según tu palabra y gracias´, porque mi hijo no había sufrido, se murió en el acto”.

Sin embargo, en dialogo con Carina Durn para La Nación, asegura que si bien el primer tiempo fue muy difícil para ella y su familia, algo cambió en su mentalidad ya que “'Pato' había nacido con un paro cardiorespiratorio y estuvo muy mal. Creo que en ese instante él entendió la vida y fue una transferencia que nos dejó como familia: hay que vivir en el presente. Transformamos el dolor en amor. No acepto el dolor, el dolor es amor. Las personas no se mueren, no se olvidan, siguen estando de otra manera; sigue su energía, sigue su compañía y eso nos colma de alivio”.

A su vez sostiene que a raíz de lo sucedido con su hijo, se le acercaron muchas madres que habían vivido situaciones similares. Y ella les dice que “no es fácil transformar el dolor en amor, pero es posible, es una tarea diaria y es el único camino. A nuestro hijo lo extrañamos horrores, pero tenemos paz”.

Por otro lado, explica cómo atravesó junto a su familia el duro proceso de enfrentar un tratamiento para curar el cáncer. “Me fui a Buenos Aires a intentar ganarle a un cáncer de siete centímetros. Me fui de casa y les dije a mi marido y mis hijos: ‘Esto es una batalla y yo me voy a la guerra’. En el proceso tuve que desmitificar la palabra cáncer. Cáncer es lucha, es fuerza, es familia, es batalla, es milagro”.

“Salí adelante un día que me miré al espejo y dije: ‘hice tanto hasta ahora, ¿cómo no lo voy a seguir haciendo? ¿Cómo no me voy a amar?’. Recuerdo que en la ducha me abracé y me pedí perdón por no mirarme y no aceptarme tal como estaba”, finalizó.

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