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Llegar a la otra orilla, odisea PyME

Cómo sobrellevar el impacto y las principales consecuencias de la caída del consumo y los inconvenientes en la financiación. Las claves para la recuperación

Leandro Mora Alfonsín Por Leandro Mora Alfonsín | 26 de Diciembre de 2018

El sector industrial fue el más afectado por el cambio de ciclo económico que la crisis cambiaria detonó en 2018. La recesión se siente fuerte en el entramado industrial y se espera que la industria manufacturera caiga cerca de 2,5% este año. La utilización de la capacidad instalada está en franco descenso con una baja interanual de 6 p.p. registrada en octubre y la caída de empleos industriales ya se cuenta por más de 80.000 en los últimos 24 meses. La magnitud de estos datos cobra mayor notoriedad al considerar que el sector industrial emplea al 20% de la población económicamente activa y es el que paga mejores salarios en promedio con respecto al resto de la economía (30% más en promedio). A su vez, la industria explica el 30% de la recaudación de AFIP y un 63% de la inversión en I+D.

Este impacto se siente con mayor fuerza en las pequeñas y medianas empresas industriales, con menor espalda para hacer frente a la caída del consumo y a las altas tasas de interés, que limitan toda oportunidad de financiamiento tanto productivo como de capital de trabajo. En este marco,  para tapar agujeros financieros y adaptarse a la menor demanda las PyMEs se ven obligadas a liquidar stocks a precios por debajo del mínimo nivel de rentabilidad aceptable o incluso por debajo del costo. Esto redunda en reducciones de horas de trabajo, suspensiones, subutilización del capital productivo y, en el peor de los casos, despidos.

La pregunta es ¿Habrá recuperación en el 2019? ¿Para qué sectores y en qué magnitud? ¿Qué panorama debe esperar la industria? Si bien las condiciones están dadas para que en 2019 se empiece a ver cierta recuperación, lo que apremia son los tiempos. Las expectativas para el año que se inicia están puestas en el ingreso de divisas que las cosechas, que se esperan excepcionales, puedan aportar y en el despegue de Vaca Muerta pero ¿Cómo contagiar esto al mundo urbano, industrial y de servicios?  En la medida que dichas expectativas se cumplan y la política monetaria y cambiaria que está aplicando el Banco Central logre terminar de estabilizar el tipo de cambio y la inflación empiece a desacelerarse sostenidamente, habrá más margen para que se estimule la economía real y, por ejemplo, baje la tasa de interés. No obstante, estos objetivos están condicionados por un contexto internacional volátil para mercados como el argentino. A su vez, en el mejor de los escenarios, el ritmo de este contagio no asegura inmediatez. La transición de este proceso hacia una economía en crecimiento donde se recupere el consumo es un desafío que no todas las PyMEs pueden superar.  Esperar es difícil. Llegar a la otra orilla es una verdadera odisea para el entramado PyME hoy.

En este sentido, el problema de fondo que enfrentan los sectores industriales que operan en el mercado interno es la caída del consumo. La pérdida de poder adquisitivo que tuvo lugar este año condiciona fuertemente los lubricantes del contagio de la recuperación económica. Los salarios no esperan recuperar en 2019 lo perdido este año, así como en 2017 no recuperaron plenamente lo retrocedido en 2016. Por ende, el consumo va a seguir siendo un motor apagado. A su vez,  si bien algunos segmentos mejoraron sus ventas externas tras la corrección cambiaria, el impacto de la política de retenciones, el efecto de la inflación sobre la competitividad cambiaria y el discreto crecimiento de la demanda brasileña por debajo de lo esperado, hacen que las exportaciones industriales tampoco sean un canal que brinde oxígeno en el corto plazo.

Por ello, se requiere de medidas que en lo inmediato le permitan a las PyMEs transitar esta recuperación. Medidas que no solo atiendan la operatoria micro, como los avances que pueden verse en iniciativas como las mesas sectoriales o la ley PyME los cuales, ante una macro que no arranca, no se lucen. La clave para que las empresas industriales puedan sobrevivir a la transición de la salida de esta crisis es la de operar sobre condiciones que impacten en la macro, al tiempo que descompriman las cuentas de las PyMEs. En materia de financiamiento productivo, una buena medida sería la restitución de la Línea de Crédito de Inversión Productiva (LCIP) de muy buenos resultados durante su vigencia (llevó la participación de crédito PyME sobre el total a empresas del 7,4% en 2009 al 15,2% en 2015). Si bien las líneas de tasas subsidiadas lanzadas recientemente muestran un esfuerzo en este sentido, el volumen destinado a las mismas es insuficiente; los $29.000 millones de cupo son solo el 7% del financiamiento PyME (que alcanza los $405.000 millones y es el 18% del financiamiento total al sector privado). Asimismo, urge reglamentar la factura conformada, parte de la sancionada Ley de Financiamiento Productivo, para que todos los sectores puedan acceder a ese instrumento de financiamiento. Con respecto al crédito a la demanda, la revisión de las tasas de los programas bajo la modalidad Ahora 12 puede bajar costos y volver accesibles productos. En materia tributaria, es mandatoria la suspensión por 180 días de la aplicación del scoring en planes de AFIP, sistema que limita el aprovechamiento de planes de facilidades para las PyMEs con mayores problemas.

La audacia y decisión política para tomar medidas que tengan impacto en el corto plazo van a ser fundamentales de parte de una administración que encara el último año de un mandato que buscará renovar. No obstante, en la medida en que no se recupere la demanda, estas medidas de transición también serán inocuas. Buscar mecanismos para que la recuperación del agro o vaca muerta contagie en el mundo urbano industrial y de servicios es mandatoria. La industria ha puesto el hombro redoblando trabajos y esfuerzos.  Pero hoy en los sectores PyME el tiempo apremia. Sin un mercado fortalecido va quedando cada vez menos hombro que poner. De los pasos que se den dependerá que en el 2019 se acerque o aleje la orilla para las PyMEs que hoy naufragan.

El autor es Economista (UBA). Docente UBA. UCES y UNGS. La columna fue publicada originalmente en el diario Diagonales

 

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