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Mito o realidad: ¿Es mejor el sexo después de una discusión?

Ni es tan maravilloso como muestran las películas ni a todas las parejas les sirve solucionar un problema con una relación sexual.

Muchas veces, se está acostumbrado a que, en una gran parte de las películas, las discusiones de pareja acaben en horizontal, es decir, manteniendo sexo. Pero, ¿es esto algo irreal o una vez más cumple aquello de que la ficción supera a la realidad?

Discusiones habituales

Los desacuerdos con la pareja son frecuentes e incluso muy normales. Es imposible estar siempre en armonía. Muchas parejas discuten porque dan por supuestas muchas cuestiones importantes para la vida en pareja. No han explicitado de manera clara sus creencias y actitudes ante aspectos vitales importantes y creen estar de acuerdo en todo o casi todo, solo por el hecho de estar enamorados. 

Si bien es cierto que algunas desavenencias no comienzan desde el minuto uno, sino a raíz de la convivencia y son fruto del proceso evolutivo de cada persona. Sea cual sea el motivo que desencadene un desacuerdo no se debe permitir que esta no tenga fin, ya que a nivel emocional terminará pasando factura. Una cosa es discutir de vez en cuando, y otra, discutir por casi todo.

Los desacuerdos se meten en la cama

Existen quienes no son capaces de mantener una relación sexual si "algo" de sus diferencias como pareja ha quedado suelto. En cambio, también quienes se encuentran en el lado contrario. Ambas tendencias tienen aspectos positivos: resolver el conflicto antes de la relación sexual puede favorecer a un buen sexo de reconciliación, mientras que hacerlo aposteriori ayudará a mejorar el ambiente enrarecido.

El sexo como motivo de disputa

A veces, los problemas conyugales se infiltran en el dormitorio, incluso llegan a tener su epicentro en las discrepancias sobre la sexualidad. Las parejas pueden discutir por más sexo, menos sexo o diferentes conductas sexuales, pero el principal motivo de fondo es el déficit de comunicación íntima y sexual. Cuando nos sentimos atraídos por alguien o le queremos, tomamos consciencia de nuestra vulnerabilidad. En el sexo, nos desnudamos físicamente, pero también emocionalmente, y eso nos deja en una situación doblemente delicada. Hasta las personas más asertivas y buenas comunicadoras en otros ámbitos puede encontrarse con dificultades en el aspecto sexual. 

Aunque resulte poco romántico y más terrenal, hay que utilizar el lenguaje verbal para comunicarnos también sobre sexualidad. Hay personas que comunican muy bien con las expresiones faciales y gestuales, y si condicen con otra que sabe leer bien sus mensajes, se puede dar una conexión especial, pero no es demasiado común.

¿Es mejor el sexo después de una discusión?

Después de una pelea acalorada se produce una trasferencia de emociones: se pasa de un alto estado de agitación producido por la rabia, la angustia y el miedo, a la excitación sexual.

Como el chico y la chica protagonista de algunas películas que después de una persecución acaban enrollados en medio de las dificultades, pues algunas parejas, tras una pelea, experimentan una descarga de adrenalina y testosterona que les provoca una respuesta similar a la sexual.

Desde el punto de vista emocional, la amenaza de la pérdida por una discusión activa el sistema de apego. Así antes la posibilidad de perder la pareja se desencadena una necesidad de sentirse cerca del otro, física y afectivamente, y nada más completo para ello que las relaciones sexuales. Contrarrestar los momentos de malestar y de enfado con otros más placenteros, incluso realizando un esfuerzo mayor durante el encuentro sexual. Ahora bien, el sexo tendrá un efecto perfecto de final feliz si la disputa se ha repuesto y no han quedado cabos sueltos. Si, en cambio, alguno de los dos guarda rencor y todavía está rumiando reproches, el sexo solo será un calmante pasajero. 

Cuando discutir se convierte en una condicción previa al sexo se pone de manifiesto un gran déficit comunicativo y un desconocimiento de las estrategias para gestionar los problemas. Este tipo de parejas expresan emociones positivas durante el encuentro sexual que se desvanece rapidamente en cuanto vuelven a la realidad incluso pueden llegar a agraar los conflictos. No son más que un analgésico temporal que distrae de los verdaderos problemas, que tienen que arreglar fuera de la cama y pueden ser la antesala de relaciones de pareja violentas y, en algunos casos, una fase del ciclo de la violencia de género.

Para una sexualidad sana y placentera no son necesarias las discusiones. Cuando la discrepancia que originó las discusiones se soluciona bien, la pareja revitaliza los lazos afectivos y sexuales, pero en las parejas disfuncionales dificulta el proceso de solución.

4 consejos para peleas sin daños colaterales

1. Sin miedo a las desavenencias

Evitar el conflicto no ayuda en absoluto, sino que puede establecerse una especie de guerra fría entre los miembros de la pareja que puede acabar en un estallido inoportuno por parte del miembro que tiene la sensación de que siempre cede. Es importante escoger bien el momento para comentar el malestar o la situación conflictiva, aunque lo ideal es determinar un tiempo de manera periódica para dialogar sobre los temas que atraén a la relación, incluidos los sexuales. 

2. La forma es más importante que el fondo

No solo el tono, el volumen y la comunicación no verbal son importantes. También las expresiones categóricas del tipo "Vos siempre...", "Vos nunca..." es mejor centrarse en el problema en concreto y no sacar a relucir diferencias del pasado. Evidentemente los insultos, las palabras gruesas y los comentarios hirientes están prohibidos. Cuanta más confianza se tienen con una persona, más exquisita que tiene que ser en cuanto a las formas de comunicarse. 

3. Desactivando las luchas de poder

El querer tener siempre la razón y centrarse constantemente en los propios intereses son dos señales que nos indican que se ha establecido una competencia entre los miembros de la pareja para autoafirmarse. El cambio positivo pasa por aceptar que no son rivales entre ellos, sino que están juntos porque forman parte del mismo equipo. Recordándolo y ponerlo en práctica puede ser una manera de cultivar la colaboración y no el enfrentamiento constante. 

4. Pensar por los dos

La empatía -ponerse en el lugar del otro-, cuando es mutua y la escucha activa facilitan mucho la expresión de aquello que los dos miembros desean y no desean porque rebaja la sensación de estar constantemente justificando situaciones. También es crucial aceptar que la otra persona puede tener parte de razón y que no es posible ganar siempre. El aprendizaje de unas buenas habilidades sociales y de resolución de conflictos es de gran ayuda en la vida en general y en las relaciones en particular.

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