No es con “e”, es con “C”

El gobernador Axel Kicillof convocó a los alumnos y alumnas para que se “rebelen” y hablen como ellos quieren. Y así se diferenció del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en defensa del “lenguaje inclusivo”, tras su prohibición en las escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El debate público en torno al uso del lenguaje inclusivo presenta un nuevo escenario de exposición, a partir de un acto en Berisso, cuando una funcionaria de la Dirección General de Cultura y Educación empleó las ya conocidas definiciones genéricas, últimamente limitadas por el Gobierno de Rodríguez Larreta.

A principios de éste mes, precisamente el Gobierno porteño difundió una disposición en la que habla de la necesidad de “ordenar el uso del lenguaje para facilitar el proceso de aprendizaje de los estudiantes” y señaló que los docentes deberán “realizar las comunicaciones institucionales de conformidad con las reglas del idioma español”.   

Es otra vez el “lenguaje inclusivo” lo que aparece en agenda mediática y política. Y como lamentablemente sucede en casi todos los temas, nos encontramos haciendo de un asunto de la educación, una pulseada partidaria que impide el dialogo y las respuestas creativas a una crisis real, cada vez más preocupante y dilatada.  

Por supuesto que no son pocos los problemas de la educación en la Provincia y en la Ciudad Autónoma. En el territorio bonaerense, de acuerdo al Gobierno, hay 350 escuelas sin suministro de total o parcial de gas, aunque los sindicatos aseguran que son más de 400.

Tenemos claro el ejemplo del Partido de Pergamino, la situación que atraviesan más de 30 establecimientos educativos públicos y la decisión política del Gobierno Municipal de no utilizar los recursos -que prefiere ahorrar- del Fondo Educativo para terminar las obras en las escuelas.     

También es oficial la sustancial caída en la inversión en educación en la Capital Federal, pese a contar con uno de los mayores presupuestos de América Latina.  

Ahora el Gobierno bonaerense difundió los resultados de las pruebas Aprender 2021, realizadas en 3° y 6° de las escuelas primarias y uno de los datos más salientes es el llamativo retroceso que se registró tanto en Lengua como en Matemáticas respecto a las evaluaciones de 2018.

El asunto neurálgico no es el “lenguaje inclusivo”. Porque prohibir no es la mejor manera de educar. Es indispensable motivar, inculcar y ofrecer ejemplos. Expresarse con la “e” o sin la “e” no es la causa de la pobre realidad de las escuelas ni de los malos resultados en educación.

Una de las claves es debatir con la fuerza necesaria cómo hacer para que los alumnos y alumnas recuperen los aprendizajes perdidos durante la pandemia por COVID-19 y revertir la catástrofe educativa de la Argentina. Aportar autonomía individual a los y las estudiantes es muy distinto a la militancia en las aulas. No se necesitan pujas sin sentido sino un amplio acuerdo en el mejor modo de educar.

El dilema no es el “lenguaje inclusivo”. Lo que hay que discutir y resolver es cómo mantener las escuelas en condiciones dignas, que quienes estén en clase no padezcan frío ni falta de insumos, que los docentes estén bien remunerados y asegurar oportunidades y resultados equitativos.    

El problema no es la “e” sino la ausencia de la “C” de Compromiso, Calidad y primordialmente, Consenso. Debemos ponernos de acuerdo como sociedad para lograr que los gobernantes de turno tomen a la educación como prioridad sin sacudidas de marketing ni protagonismos mediáticos ni oportunismo político. Se terminó el tiempo para las destrezas de la vieja política. Y debería llegar la estación de reconstruir un sistema educativo que garantice aprendizajes, resultados y oportunidades para concretar anhelos, cumplir sueños y ser más libres.

*El autor es periodista, integrante de PRIMERA PLANA y de RADIO MAS (FM 106.7)

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