Leandro Nano Bonet lleva varias temporadas destacándose en los arcos del fútbol de Ascenso, en las categorías más bajas. Su carrera arrancó con apenas 15 años en Midland. Y se extendió por Centro Español, San Martín, Yupanqui, General Lamadrid, Deportivo Paraguayo, Liniers, Argentino de 25 de Mayo, Almirante Brown de Arrecifes, Ituzaingó, Muñiz y Claypole. En la próxima temporada, tras haber retornado a Centro Español el pasado certamen de Primera D, estará bajo los tres palos de Puerto Nuevo.
Además de volar, revolcarse y usar las manos como escudo para amargar a los delanteros rivales, Bonet -como todo futbolista de Primera D- tiene que trabajar. Y su atípica tarea es tanto o más exigente que atajar: es maquinista del ferrocarril Belgrano Sur. Después de completar todos los requisitos, se hizo cargo de la conducción de los trenes.
"Atajar, sin dudas, es más complicado que ser maquinista. Claro que estar encargado de llevar tanta gente, entre ellos familias y laburantes, significa un compromiso enorme y una gran responsabilidad. Estamos siempre atentos para que todo funcione como corresponde y brindar un servicio seguro. Se disfruta ser fraternal, como nos identificamos en nuestro sindicato", dice Bonet.
Sobre su actividad laboral, cuenta que está por cumplir cinco años como maquinista. "Desde que llegué a este trabajo, mi horario era a la noche. Y tenía que acomodarme para poder entrenar y jugar. No era fácil. Ahora me cambiaron a la mañana y me viene bien para mantener la pasión por el fútbol en Puerto Nuevo, donde entrenamos a la tarde", explica.
A los 32 años, el arquero-ferroviario, admirador de José Luis Chilavert, se ilusiona con su nuevo destino: "Estoy muy ilusionado porque a Puerto Nuevo llegaron refuerzos interesantes y estamos esperanzados en hacer un gran campeonato".
De su reciente experiencia en Centro Español, resalta: "Vengo de un buen año, en lo personal y en lo grupal. Fue muy positivo. Centro venía de varias temporadas malas, con desafiliaciones incluidas, y con la gran labor del cuerpo técnico y un plantel humilde y sacrificado logramos cambiarle la cara".
"Los jugadores de Primera D somos muy sacrificados. Por ejemplo para ir a entrenar a Campana nos juntamos varios para viajar en auto y tenemos dos horas de viaje. Es fundamental el apoyo de la familia, sin ellos sería imposible. Están en las buenas y en las malas, siempre. En mi caso estoy orgulloso de mi familia y sin la compañía de ellos no podría hacer esto", señala.
El tren que maneja Bonet sale desde Pompeya y en sus recorridos -llegan a González Catán, Merlo o Aldo Bonzi- cruza varias canchas del Ascenso. "Pasamos por Lugano. Liniers, cerca de Almirante Brown... Muchas veces me toca llevar compañeros o rivales; varios me piden viajar en la cabina pero les tengo que decir que no porque está prohibido. Como anécdota graciosa, me pasó varias veces que me ven en la cabina y me mandan mensajes poniéndome que me apure que tengo que ir a entrenar", cuenta.
"Aunque mi sueño era vivir del fútbol y para eso me preparé, estoy contento trabajando en el ferrocarril. Es otra pasión. Por supuesto que de haber podido elegir, me quedaba con el fútbol. Pero no se dio, quizás porque le pifié a algunas decisiones o porque no me dio para jugar en categorías más altas. Voy a seguir hasta donde el cuerpo me dé; tengo 32 años recién cumplidos y me siento bárbaro", reconoce.
Sus manos conducen con capacidad los trenes, con esas mismas manos con las que apuesta a conducir a Puerto Nuevo al ascenso a Primera C. Hoy disfruta sus sueños de pibe, cuando encantando veía pasar los trenes por la estación Aldo Bonzi y era uno de los tantos pibes que corrían tras una pelota en los potreros del barrio.
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