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Por día, 300 adolescentes menores de 19 años se convierten en madres en la Argentina

Los embarazos adolescentes representan el 15% de todos los nacimientos que ocurren en el país. En la franja etaria de 10 a 14 suceden 3 mil embarazos por año y el 80% son producto de abusos sexuales, generalmente intrafamiliares. Cuáles son las consecuencias físicas y sociales de convertirse en madres a una edad tan temprana

Identificar el "momento ideal" para tener hijos no es una decisión fácil de tomar. Ser madre o padre es un compromiso que requiere de un gran autoconocimiento, estabilidad emocional -y económica- y representa niveles muy altos de exigencia. Para toda la vida.

Ahora, sin dudas, el mejor momento será aquel que haya sido elegido con responsabilidad. Ni por imposición, ni por accidente.

En la Argentina, 109 mil adolescentes y 3 mil niñas menores de 15 años, tienen un hijo cada año, lo cual representa el 15% de los nacimientos ocurridos en el país. Desglosada, la cifra muestra que cada día, 306 menores de 19 años se convierten en madres: 240 por primera vez, 50 por segunda y 10 por tercera. Y el 70% de esos embarazos no fue planificado.

Los porcentajes se mantuvieron estables durante los últimos cinco años, según las cifras del Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia.

En la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, los embarazos adolescentes representan el 11,3% de los 270 mil que se registran anualmente en territorio bonaerense.

"Los factores que inciden en el embarazo adolescente podría decirse que son multicausales, pero sin dudas el más importante y frecuente es la falta de educación sexual integral". La afirmación corresponde a Mabel Bianco, presidente de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), quien, en diálogo con Infobae, consideró que esa educación "informaría sobre cómo cuidarse y cuáles son las consecuencias de tener relaciones sexuales sin protección, o sea sin preservativo, pero también brindaría un panorama sobre la iniciación sexual a edades más bajas".

Guillermo Salas, director Maternidad e Infancia de la provincia de Buenos Aires, consideró a Infobae que "se trata de un fenómeno multifactorial, pero mirando las estadísticas es muy claro poder ver dónde se encuentran los principales porcentajes, y esto se da en las poblaciones más vulnerables desde el punto de vista socio económico".

Además, Bianco remarcó que "muchas de las adolescentes que se embarazan no tienen otra expectativa que ser madre, no tienen un proyecto de vida; muchas ya abandonaron la escolaridad y otras lo harán en cuanto queden embarazadas y esto implica cortar sus posibilidades futuras de una adecuada inserción laboral, que no hace otra cosa que perpetuar la pobreza".

"A esto se agrega que muchos de esos embarazos no son resultado de una decisión sino producto de un abuso o forma de imposición de relaciones sin protección", reforzó.

La primera encuesta de la juventud realizada en la provincia de Buenos Aires fue contundente en este sentido al revelar que sólo el 63,4% de los jóvenes consultados aseguró usar "siempre" métodos anticonceptivos en sus relaciones sexuales. La cifra deja afuera a un preocupante 31,3% que reconoció que no lo hace en forma regular. Y esa proporción es mayor entre los varones (65,5%), respecto de las mujeres (61,2%).

Al indagar las razones por las que los jóvenes no usan métodos anticonceptivos, se observó que la mayoría no lo hace porque no quieren (32,9%) o porque están buscando un hijo (19,3%).

Entre los varones se eleva significativamente la proporción de quienes no utiliza métodos anticonceptivos porque no quieren (48,1%) y cae la de aquellos que lo hacen porque están buscando un hijo (14,0%). Al contrario, entre las mujeres, se destaca que un 18,9% no utiliza métodos anticonceptivos porque no quiere, un 24,2% porque está buscando un hijo y un 24,0% porque su pareja no quiere.

"Entendemos que es una forma de violencia muy clara, que tiene que ver primero con la imposición de una conducta por parte de otro y segundo porque eso puede llevar a un embarazo no deseado o a una enfermedad de transmisión sexual", evaluó a Infobae el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Santiago López Medrano.

Consultada sobre cómo cambia la vida de una adolescente que queda embarazada, Bianco analizó que "en algunos casos de niñas de sectores vulnerables, a partir del embarazo comienzan a ser más valoradas, y esto es lo que incluso las hace a veces ver la maternidad como una salida al abandono; buscan embarazarse para ser consideradas".

"Lamentablemente esto se vuelve un boomerang porque esa niña dejará la escuela, si ya no la había abandonado antes, cambiará su vida, deberá asumir el cuidado y manutención de su hijo/a, para lo que saldrá a trabajar en trabajos precarios de baja productividad -observó-. Y así será pobre ella y su hija/o, muchas veces se verá forzada a convivir con el padre de la criatura, u otro compañero para que la mantenga y se 'cargará' de hijos de distintos padres, compañeros que no van a perdurar en la relación y que no sólo no la ayudarán a mantenerse sino que agravarán su situación económica".

En la misma línea, Salas enfatizó: "En cuanto a la salud, es muy diferente un embarazo planificado que uno no planificado. Es diferente una adolescente tardía, de una temprana. Si a eso se le suma una falta de seguimiento, las complicaciones aumentan aun más. Hay mayor incidencia de patología materna y patología neonatal, consecuentemente es mayor el número de embarazos de alto riesgo".

Además, a las consecuencias sociales, familiares, personales y escolares ya antes mencionadas se suma que dejan de ser adolescentes y se vuelven adultas con responsabilidades que deben asumir precozmente y que les cambian la vida.

"Esas chicas van a abandonar a sus amigos y dejar de hacer la vida habitual de una adolescente, como salir a bailar o recrearse en distintas formas, todo por el cuidado del hijo. Se vuelven adultas de golpe", señaló Bianco.

"Con respecto a sus pares, es algo ya muy familiarizado la frecuencia del embarazo en la adolescencia, lamentablemente entre los demás chicos se está naturalizando el problema", observó Salas.

¿Qué pasa con la escolaridad de esas chicas? Para Bianco, "en general cuando se embarazan ya habían abandonado la escolaridad o lo hacen enseguida. Muchas retoman los estudios después pero les cuesta y no todas logran hacerlo, por eso son chicas menos capacitadas para el mundo laboral y así es como se perpetúan en trabajos de bajo salario, en áreas de poca productividad".

A lo que Salas sumó: "Algunos colegios cuentan con jardines maternales, permitiéndoles a las madres seguir estudiando, pero esto sólo sirve para paliar el problema, no lo resuelve".

Las estadísticas que manejan desde el Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia, que llevan adelante desde los ministerios de Salud, Desarrollo Social y Educación reflejan que el 30% de las jóvenes que abandonaron el secundario, lo hicieron por embarazo o maternidad. Además, el 67% de los jóvenes que no estudian, no trabajan y no buscan trabajo son mujeres que cuidan niñas/os en sus hogares.

"Cuando hablamos de adolescentes hacemos referencia a jóvenes de entre 15 y 19 años, que es el grupo donde mayor incidencia tiene el embarazo no intencional, pero también es importante y preocupante la franja de 10 a 14, en la que ocurren 3 mil embarazos a nivel nacional por año y el 80% son producto de abusos sexuales, generalmente intrafamiliares". La escalofriante cifra la dio a Infobae una alta fuente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, quien remarcó que "a esa edad una niña no está preparada ni física ni mentalmente para encarar un embarazo".

Con cuatro objetivos bien establecidos, el plan se desarrolla en principio en doce provincias (del NEA, NOA y provincia de Buenos Aires) y en los departamentos que tienen más incidencia de embarazo adolescente presentan.

Sensibilización y comunicación a toda la población adolescente y adulta de la problemática a través de los medios y redes sociales, garantizar el derecho a la educación sexual y a las decisiones informadas, mediante la información y acompañamiento a los adolescentes para que puedan ejercerlos libremente, triplicar la cantidad de métodos anticonceptivos en los centros de salud y acompañar a las adolescentes en la interrupción legal del embarazo (en los casos que hoy la ley lo permite) son los lineamientos que marca el plan y que incluye la asignación de un centro de salud de referencia cada tres escuelas, con psicólogos, trabajadores sociales, médicos y demás actores que cumplen el rol de "asesores".

Juventud, divino tesoro, suele decirse. Los años de educación perdidos al cuidado de un hijo hará, sin dudas, que esas chicas nunca se encuentren en igualdad de condiciones que sus pares de la misma edad. Pasaron de jugar con muñecas a cuidar un bebé de carne y hueso. De juntarse con amigas a charlar, a cumplir con turnos pediátricos y preocuparse por fiebres que suben de madrugada.

En los datos estadísticos figuran como "chicas NI", que ni trabajan ni estudian, aunque los estudios de niñez demuestran que estas adolescentes están cuidando a alguien, con lo cual poco de "ni" tiene sus vidas. Son mamás, con todo lo que eso implica. Eran niñas, o pequeñas mujercitas, y no querían dejar de serlo.

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