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¿Qué sucede con las mujeres y niñas que diariamente sufren acoso sin los recursos materiales y simbólicos para poder denunciarlo?

Julieta Pellieri, la hija de la mujer que padece demencia y pidió auxilio para identificar al sujeto que la filmó y manoseó en la calle, cuestionó al sistema judicial a partir de la radicación de la denuncia

"El pasado sábado mí madre, Stella Maris, sufrió un episodio de acoso callejero, del cual intenté hacer para ayudarla lo mejor que sé y con lo cual me gano la vida: narrarlo", le dijo ayer Julieta Pellieri a PRIMERA PLANA.

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El hecho rápidamente se viralizó a través de las redes sociales, por lo cual tomó estado público. En el texto, se apelaba a la solidaridad de los vecinos en pedir imágenes de cámaras de seguridad privadas ya que por la zona donde ocurrió -desde la intersección de las calles San Lorenzo y Siria hasta Güemes, en pleno Barrio Acevedo- no posee el Municipio.

Julieta posee en su Facebook aproximadamente 4000 amigos, compuesto en más de un 90 por ciento de conocidos de la comunidad. Su pedido fue compartido por unas 300 personas, teniendo mayormente reacciones de “me enfurece y me entristece” y algunos comentarios. Es decir, una interacción de menos del 10 por ciento de los contactos. La denuncia se complementó mediante WhatsApp e historias de Instagram.                                                

“La curiosidad mayor se da en la aplicación Twitter, donde en una cuenta menor a 200 seguidores al momento de la publicación, con la ayuda de personas famosas y conocidas militantes por los derechos de las mujeres, más de 5000 personas likearon, 2000 retuitearon y además hubo muchísimos comentarios. El número de impresiones del tuit -gente que lo visualiza- fue de alrededor 100 mil personas”, destacó Julieta, quien resaltó también que “lo que se saca en limpio hasta el momento es que Twitter ‘sirve más que Facebook para estos casos”.

La hija de Stella Maris remarcó también que “el hecho de que muchísimas fueron las personas que se acercaron a ofrecer su ayuda a partir de que el desafortunado suceso tomase estado público”.

Ahora bien, ella se preguntó “¿Qué sucede con la parte penal? En la Fiscalía General del Departamento Judicial Pergamino se tomó la correspondiente denuncia hoy (por ayer); un dato no menor, las personas neurodiversas como mí madre, no pueden prestar declaración ante la ley, por lo que la denuncia debe realizarla un tercero, en este caso, la hija mayor a cargo de ella”.

Una de las “curiosidades del hecho fue que en medio de una llamada telefónica me informan que se habían comunicado del Ministerio de la Mujer aparentemente, por toda la repercusión que había tenido el caso en las diferentes plataformas digitales”, contó Julieta.

“La duda -siguió- que quizás valga plantear, entonces es ¿Qué sucede entonces con aquellas mujeres y niñas que diariamente sufren acoso sin los recursos materiales y simbólicos para poder denunciarlo? Es acaso menester estar en una situación de privilegio como puede ser la mía propia desde estar alfabetizada, vivir en zona urbana, tener acceso a luz e internet, cuentas en redes sociales y libertad de expresión hasta tener contactos dentro de los medios de comunicación locales, para ir en búsqueda del resarcimiento de la Justicia? ¿Qué sucede entonces verdaderamente con aquellas mujeres que no cuentan con estos recurso?

“¿Es equitativo que en un país donde se da cada vez más feminización de la pobreza, donde la analfabetización es mayor en mujeres que en varones y en donde hay una de las brechas salariales más grandes del Mundo, sea necesario tener contactos y conocidos para adquirir notoriedad frente a situaciones que todas las mujeres sufrimos a diario, sin importar edad, clase social, orientación sexual, raza o religión, siendo las más vulneradas las que más lo sufren y las que menos tienen posibilidad de denunciar?”, se volvió a preguntar en el dialogo con PRIMERA PLANA.

Julieta Pellieri enfatizó que “sea como sea, algo además queda claro: gracias a la fuerza del movimiento de mujeres, hechos como estos, ya no pasan desapercibidos y van tomando cada vez mayor estado de repudio generalizado. Estaremos entonces, especialmente las nuevas generaciones, ante la presencia en todas sus formas, del ocaso del acoso”.

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