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"Risopatía" o la alegría intensiva de un grupo de clowns aplicada a los niños en el Hospital

Son un grupo de 12 clowns formados para interactuar en salas de pediatría y de esta manera ayudar en la evolución de los más chicos: "Nos ha pasado que hay niños que no quieren comer y a través de la risa, empiezan a reaccionar de mejor forma". En nuestra ciudad trabajan en el Hospital San José y en el Centro Integral para Mujeres. La risa como inyección.

El primer dato del que se tiene constancia en cuanto al uso de la risa como terapia alternativa hace referencia al antiguo imperio chino en el que hace más de 4.000 años ya había lugares habilitados para que las personas se reunieran a reír para equilibrar su salud. Más acá en el tiempo, el uso de la risa y sus aledaños con fines terapéuticos comenzó a despertar el interés de la comunidad científica occidental a partir de la década del 70. A partir de allí proliferaron investigaciones y estudios de todo tipo en torno a esta saludable cuestión. En la actualidad son incontables los trabajos que abordan los beneficios de las emociones positivas, del humor y de la risa en los diferentes aspectos de la salud humana y más aún, en los niños.

Por eso, desde hace unos tres años un grupo de Clowns pergaminenses decidió darle dorma a “Risopatía”. Un colectivo que realiza intervenciones escénico-terapéuticas para mejorar la vida de los pacientes hospitalizados en unidades pediátricas: “en Capital Federal rige una Ley que sostiene que en pediatría, la risa cura o ayuda a aliviar una situación crítica, descontextualizando. Esa ley le permite a quien es un artista clown intervenir en las salas de pediatría para ayudar en esos casos. Con ese disparador armamos un proyecto para que esto se lleve a cabo acá en Pergamino y es lo que presentamos ante las autoridades. La propuesta es ir una vez por semana al Hospital, durante todo el año.” Las que hablan con PRIMERA PLANA son Carolina, Laura, Sabrina, Adriana y Natalia, como representante de un grupo de más de 10 voluntarios/as.

“Nos vamos coordinando entre todos y solamente van cinco a la visita, para que no se vuelva tan invasivo. Hay uno que cumple el rol de civil, que se encarga de monitorear todo, habla con las enfermeras para ver a cuáles habitaciones se puede entrar y a cuáles no” comentan sobre la dinámica del grupo a la hora de realizar las intervenciones escénico-terapéuticas que incluyen juegos, música y fantasía y agregan “cada vez que llegamos nos encontramos con algún chiquito que está triste, con la familia que se quiere ir de ahí y nosotros tratamos de cambiar todo eso. Es un momento mágico.”

El grupo reconoce a Vanina Grossi como a una de sus formadoras, seguidora del camino iniciado por Patch Adams, con quién han tenido el gusto de compartir dos encuentros en Buenos Aires y se encuentran abiertas a la posibilidad de incorporar más voluntarios “se sigue sumando gente, lo cual es importante. La convocatoria la abrimos para todos los clowns pero después tienen que ver si aceptan nuestras reglas y las responsabilidades que tenemos. Esto lo hacemos de manera de gratuita, porque nos gusta lo que hacemos.”

Si bien reconocen que al principio algunos padres son más reacios a la invitación, enseguida comprenden el espíritu de la idea: “las mismas familias te dicen ‘no estamos acostumbrados a jugar’ y siempre terminamos todos bailando y cantando en una habitación chiquita. Eso es lo buscamos” y vuelven a recalcar su rol como una búsqueda alternativa que no llega para reemplazar la mirada del profesional médico “nosotros no nos metemos con la enfermedad o lo que tiene la persona. Tratamos de  aportar algo más desde el juego. Muchas veces salimos mal, pero porque somos personas y hay algunas cuestiones que no podemos resolver. De todas formas, nos quedamos con esos pequeños momentos donde la otra persona se desconecta de su realidad y se suma a la nuestra.”

La complicidad entre las enfermeras de la unidad de pediatría del Hospital y el grupo “Risopatía” ya se volvió habitual y permite que los engranajes funcionen a la perfección: “muchas veces se suman a nosotros. Aveces nos llaman porque tienen que pasarle algún medicamento a un nene y necesitan que estemos ahí para jugar. Nos ha pasado que hay niños que no quieren comer y a través de la risa, empiezan a reaccionar de mejor forma, entonces las familias nos súper agradecen esas cosas.”

Por último, Carolina, Laura, Sabrina, Adriana y Natalia resaltaron el trabajo que también hacen en el Centro Integral para Mujere: “la idea la planteó Romina (Yaryura) cuando me dijo que ahí van familias que están en un contexto de encierro. No tienen contacto con nadie. Y veían que muchas veces los nenes se ponen mal porque quieren volver a la escuela o hacer sus actividades y no pueden. Eso se habló en reunión y todos nos pusimos de acuerdo para ir. Entonces coordinamos con Romina, ella nos avisa y vamos.”

Fotografía de portada: Maria de Lujan

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