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Según la ciencia, puedes entrenar tu cerebro para ser buena persona

¿Te has preguntado alguna vez si te consideras una buena persona? ¿Podemos aprender a ser "buenos"?

Ser una persona buena es tan fácil como ser alguien malvado; entonces te preguntarás ¿y por qué razón hay tantos actos viles en el planeta? La realidad es que hay tanta maldad como bondad, solo que lo bueno no «vende», en cambio los hechos trágicos nacidos de las mentes más terribles, sí.

Un podcast de un psicólogo colombiano contaba que por un tiempo estuvo en un canal de televisión un noticiero que se dedicaba a dar noticias positivas, pero por bajo rating salió del aire. También contó cómo una emisora de radio optó por hacer lo mismo; sin embargo, cada tanto pasa noticias que rompen esa programación especial porque los productores consideran que la audiencia necesita «estar conectada» con la realidad del lugar donde residen.

Sí, es verdad que no podemos desligarnos de la realidad que los seres humanos vivimos: pero tampoco podemos enfocarnos única y exclusivamente en todo lo negativo que nos rodea. Considero que eso acabaría paulatinamente con nuestra salud física y mental.

Pensá en vos como un todo (porque lo eres); lo que vives a diario afecta tu salud física y tu paz mental. Además de eso, todos los pensamientos que tengas van a afectarte para bien o para mal.

Solo recuerda un momento devastador de tu vida, y vas a ver cómo comienzas a llorar por todo el peso del dolor del pasado. Haz lo mismo con un recuerdo agradable y analiza lo que sientes. ¿Ves cómo lo que recuerdas de lo que viviste te afecta? Esto es solo para demostrarte el poder de tu mente.

La ciencia, el cerebro y la bondad

Richard Davidson es doctor en Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva y trabaja como profesor de psicología en la universidad de Wisconsin.

Lo que ha llevado a cabo Richard Davidson es una serie de estudios e investigaciones sobre cómo la meditación y otras prácticas contemplativas ayudan a las personas a crecer -espiritualmente hablando- en áreas como la amabilidad, bondad y compasión.

El Dalai lama y el cambio en el enfoque de Davidson

Davidson tuvo la oportunidad de conocer al Dalai Lama en el año 1992 y él le sugirió centrar sus investigaciones en la amabilidad, la ternura y la compasión en lugar de enfocarse en el estrés, la ansiedad y la depresión.

Esta nueva visión de enfoque le llevó a descubrir muchos aspectos interesantes del cerebro y las zonas que se activan cuando un ser humano elige actuar con amabilidad, ser tierno y compasivo.

Halló que ser una persona empática no necesariamente es compasiva. La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás, en cambio la compasión implica compromiso y el deseo de calmar el sufrimiento del otro.

Otro de sus descubrimientos es que la ternura cambia radicalmente la vida de los niños, mejorándola en todos los aspectos, incluso en su rendimiento académico.

Aunque para ser bueno se nace, también puedes entrenarte para serlo

Con todos esos descubrimientos en sus manos, Davidson halló también que una persona desde muy pequeña puede ser preparada para ser alguien bueno.

El entrenamiento consiste en hacer que las personas recuerden a alguien que aman y que evoquen un recuerdo doloroso de sus vidas; luego, incentivan a quien evoca el recuerdo a querer librar a su ser amado de esa pena (hacerla compasiva). Este mismo proceso lo hacen con personas que son cercanas para él o ella, e incluso con quienes no le generan mucho agrado.

Los padres y la bondad en los niños

Yo soy una fuerte creyente de que los niños se ven muy influenciados por lo que ven en sus padres. Si un padre es bondadoso con las personas que le rodean -sean seres amados o simples conocidos-, los niños van a aprender a ser amables y compasivos con las personas alrededor.

Pero entre los adultos y los niños hay una gran diferencia. Un adulto puede llegar a elegir consciente o inconscientemente con quién, cómo y cuándo ser amable con alguien; un niño es mucho más espontáneo en sus emociones.

Ejemplos hay muchos. Los niños se enternecen al ver a un animalito abandonado y se lo quieren llevar a casa para sacarlo de su sufrimiento; sin embargo, en la misma situación un adulto «mide» si puede (o quiere) ayudar a ese animal desválido. Esto aplica para sentir compasión por alguien en la calle que necesita ayuda.

Ahora bien, es mucho más fácil ser bueno con alguien a quien amas, que con un completo desconocido; es acá donde está el reto de la bondad. Ser una persona buena no debería tener limitaciones ni distinciones; por eso, la meta debería ser proponernos a diario hacer un acto de bondad que surja desde el corazón y la buena intención por alguien, independientemente de si es un ser amado o no.

Ya sabes que ser bueno es fácil y puedes predisponer a tu cerebro para que lo sea, hazlo. También cuida de tratar a tus hijos con ternura para que su vida sea mejor y más exitosa. Creo que con esos pasos tú puedes hacer de tu vida y del mundo un lugar mejor.

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