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Separaciones en cadena: ¿el divorcio es “contagioso”?

Desafíos y oportunidades de la etapa en la que los amigos entran en temporada de separaciones. ¿El pasto del vecino siempre es más verde? ¿O es un espejo real donde podemos identificar conflictos propios?

Estar en sintonía con el grupo de amigos resulta tentador, y lo es más cuando los momentos de éxtasis de los recién separados son publicados en tiempo real en Instagram.

Una cata de vinos en una terraza cool, una quinta compartida para pasar los días de calor de verano, o un espontáneo viernes de after office convierten las paredes del departamento en un muro de hormigón más armado y más alto que el que alguna vez haya imaginado Donald Trump en su sueño más ambicioso.

Porque al o la casada, concubina o en pareja "tradicional" (no aventurado en las apuestas de las parejas modernas, que admiten vínculos más laxos o con ciertas concesiones de común acuerdo) que acumula dudas y pocas certezas sobre su vínculo formal, ese escenario de libertad puede resultarle tentador... Y contagioso.

Para la licenciada Mariana Kersz, directora de Clínica de Parejas, el hecho de tener un compañero de trabajo o un familiar que esté atravesando un divorcio, hace más factible que uno mismo se replantee la posibilidad de terminar una relación.

¿Por qué? "Cuando una persona que está separándose le confía a sus amigos o familiares el 'detrás de escena del matrimonio, hay quien puede sentirse tan identificado con la crisis que ven en la relación ajena las falencias propias de su relación. Quizás porque en ese amigo o familiar encuentra por primera vez un 'espejo' donde ve reflejados sus miedos, silencios y dificultades, que antes no había podido poner en palabras".

Motivado por esto, puede animarse a avanzar hacia la ruptura, quizás, "porque ven que los efectos colaterales no son tan terribles como alguna vez fantaseó".

"Estirar" la relación

Estos cimbronazos suelen ocurrir, claro, cuando se viene "estirando" una relación, o se desoyen los problemas, que son barridos debajo de la alfombra para hacerse los distraídos y acá no pasa nada. Las causas que prolongan la agonía suelen ser varias; el miedo a la soledad, la falta de seguridad económica o la disputa por los hijos son las más frecuentes.

"Los jóvenes tienen menos vueltas a la hora de decir 'no quiero más'; en cambio, las generaciones de los cuarenta o más son los que tienen más dificultades en dar el paso, en muchos casos, por el factor de la inseguridad económica: quedarse en casa o salir a buscar un nuevo espacio supone un presupuesto difícil de reunir, así como también pensar si la cuota alimentaria será suficiente para mantener la alimentación, la salud y la educación de los hijos. Bajar de status social preocupa, pero las apariencias de que todo marcha bien no se pueden sostener mucho tiempo", desarrolla el médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin.

A este panorama interno en crisis se le opone otro más luminoso, que aporta más esperanzas y confianza. ¿El famoso "pasto del vecino siempre más verde"? Reconoce la instagramera y comunicadora Flor Zimmerman: "Cuando estás en pareja sentís que perdiste cierta libertad de hacer lo que se te da la gana en todo momento, o la adrenalina de las citas que vivencian tus amigas (eso sí, si vos sos la única soltera, no tenés con quién veranear o quien salir el sábado a la noche porque las demás están cuchareando y viendo Netflix)".

Para Ghedin, "ver lo que hacen otros -sufriendo o no las consecuencias, pero haciéndolo- empuja a avanzar en la separación. Escuchar, comparar y reflexionar sobre lo propio a través de lo que le pasa a los demás son, también, maneras de afianzarse. Ver cómo los demás se separan puede disparar una reacción en cadena, sobre todo, para aquellos vínculos que están apenas agarrados por unos pocos motivos".

Tolerancia cero, sin miedo al qué dirán

Los vientos actuales incentivan -afortunadamente- a no quedarse en relaciones que no hagan bien. Más allá de la absoluta determinación de salir urgente de círculos tóxicos de violencia o sometimiento, las relaciones pueden decantarse hacia su final por innumerables motivos y la tolerancia a los conflictos (chiquitos, cotidianos, incómodos) está cada vez más cerca del cero.

"Los beneficios que brinda la vida autónoma son mucho más alentadores que la convivencia. Existe un replanteo no solo de las prioridades personales, sino también de la vida bajo un mismo techo. El deseo de tener hijos se posterga para luego de haber cumplido con una carrera o un trabajo estable, los tiempos propios se defienden sin dudarlo, la sexualidad sin variantes se vuelve aburrida e intolerable y las redes sociales ofrecen un mundo abierto a otras experiencias. En este contexto social, romper con una relación no es tan complicado como antes", opina Walter Ghedin.

Más allá de las dificultades que se mencionaron más arriba para tomar la decisión y animarse a dar un salto valiente para estar mejor, el "costo" de separarse es menor al de tiempo atrás: "Mientras los aspectos legales -como el divorcio exprés, o la demanda de divorcio promovida por una de las partes- facilitan el trámite, el replanteo de la feminidad y la masculinidad clásica llegó para quedarse. Sostener las apariencias por 'el qué dirán' tiene un costo que ya no se puede asumir, excepto que las parejas lleguen a un acuerdo de convivencia obteniendo mutuos beneficios".

Enfrentar los conflictos, sin exagerar

"Cuando tenemos a nuestro alrededor muchas parejas que se separan, puede hacer que revisemos nuestras elecciones. Pero si tenemos un vínculo con buenos cimientos y día a día trabajamos sobre nuestras diferencias, es posible convertir las crisis en oportunidades de crecer juntos en lugar de separarse", alienta el psicólogo y sexólogo especialista en vínculos Mauricio Strugo.

Y aconseja: "Para manejar esta situación lo primero que tenemos que entender es que cada vínculo es único y, en todo caso, entre ambas partes revisarán qué cosas mejorar. La idea no es someterse, pero tampoco escaparse de cada relación ante los conflictos, ya que, si nos pasa todo el tiempo, habla más de nuestras dificultades de contacto que de no encontrar a la pareja 'ideal'".

Todas las parejas tienen dificultades. Kerzs asegura que, del total de los conflictos de pareja, más del 70% no tienen una solución posible.

Partiendo de esa base, la pareja debe poder comunicarse lo suficiente para poder entenderse y tomar decisiones que reflejen su universo íntimo: "No se trata solo de la cuestión superficial de hacer espejo con un familiar o amigo que se separa y goza de ciertos beneficios (libertad, horarios no reglados, nadie que le diga que tiene que regresar a casa, salidas con nuevas parejas sexuales, etc.), ya que la imagen infantil de felicidad y euforia que muchas personas denotan en el momento del divorcio tiene más que ver con una fachada, un encapsulamiento del dolor y la negación de la frustración por el proyecto de vida que no pudo ser. Por lo tanto, la sugerencia es mantener el diálogo y medir si estamos siendo verdaderamente felices dentro de la relación, entendiendo y aceptando a la otra persona con todos sus defectos y todas sus virtudes, preguntarse qué cosas hicieron para recuperar la relación y, eventualmente, cuestionarse qué es lo que les sucede que están buscando la separación como alternativa".

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