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Toda su familia se enfermó, sufrió la pérdida de su pareja el 24 de diciembre y sigue al frente de la batalla por un ambiente sano

Alejandra Bianco vive en el Barrio Santa Julia desde 1995 y junto a otros habitantes del sector reclama a diario por lo que es justo. “Empecé reuniéndome con algunos vecinos y comprobé que una gran cantidad de ellos estaban atravesando enfermedades oncológicas”, destacó

Detrás de cada reclamo de Justicia existen fuertes -y a veces desconocidos- testimonios vidas. La búsqueda de respuestas y la lucha por los derechos fue una constante en la historia. Porque existe en los seres humanos un sentido innato de la Justicia, una percepción ética de los que está bien y lo que está mal, que motiva a las personas a exigir, a contar, a visibilizar una realidad para generar conciencia y también buscar respuestas, explicaciones, atención y finalmente Justicia.

Los pedidos de la gente, la lucha por sus derechos y las quejas por las injusticias muchas veces son menospreciadas por las autoridades, que suelen decir que un determinado reclamo tiene “fines políticos” o que tiene como objetivo la “búsqueda de protagonismo”.

Sin embargo, la historia reciente enseña que gran cantidad de los cambios y mejoras en determinados ámbitos tuvieron y tienen que ver con la lucha de las víctimas de la injusticia, la desidia, el abandono y hasta la corrupción de las autoridades.

Víctimas que decidieron no bajar los brazos, unirse y luchar para que las cosas cambien.

Es innegable que el reclamo de los familiares de los fallecidos en la tragedia de LAPA generó cambios en la aviación argentina.

También que la lucha de las víctimas directas e indirectas del incendio de República Cromañón impulsó mejoras en el funcionamiento de los locales de esparcimiento así como el constante y permanente trabajo de la agrupación “Ju5+1cia” logró aumentar la seguridad ferroviaria.

En todos los casos, se trata de personas que sufrieron pérdidas o heridas muy graves, pero que no se resignaron ni encerraron en su dolor sino que decidieron salir a pelear, muchas veces en inferioridad de condiciones, sin presupuesto y con todo en contra, pero con su tenacidad lograron cambiar la realidad.

Uno de esos casos es el de Alejandra Bianco, vecina del Barrio Santa Julia, que se convirtió en una referente de los reclamos por la calidad del agua y el aire.

Luego de que ella y toda su familia contrajeran enfermedades oncológicas y de descubrir que la incidencia de ese tipo de patologías era singularmente elevada en el barrio, decidió convocar a sus vecinos para pedir explicaciones y pedir por un medio ambiente saludable.

“Vivo en Santa Julia desde 1995 y mis dos hijos nacieron en esta casa”, le recordó a PRIMERA PLANA.

“Durante la adolescencia, mi hijo mayor empezó a tener problemas de salud; sufría intensos dolores de cabeza, le aparecían hematomas por todo el cuerpo y no dormía bien. Pasamos por una serie de estudios y le diagnosticaron enfermedades como lupus hasta que finalmente los profesionales descubrieron que padecía púrpura trombocitopénica idiopática y empezamos a realizarle un tratamiento que incluyó sesiones de quimioterapia”, precisó. Y completó: “Afortunadamente logramos controlar su enfermedad pero como se trata de una patología crónica es necesario realizar controles de por vida”.

Después, Alejandra Bianco habló de los problemas de salud por los que atravesó su hijo menor. “Al poco tiempo de que le dieran el alta médica a mi hijo mayor, descubrí una gordura en el cuello de su hermano, justo a la altura de la glándula tiroides y como yo sufro de hipotiroidismo, consultamos con un endocrinólogo que nos dijo que se trataba de un nódulo en la glándula, es decir, un problema no muy grave”.

No obstante, “un tiempo después mi hijo empezó a tener dificultades para tragar así que decidimos cambiar de médico. Luego de realizar una serie de estudios descubrió que tenía un tumor de grado 5 en la tiroides, que se estaba extendiendo hacia los músculos de la parte posterior del cuello, lo que motivó una intervención quirúrgica denominada tiroidectomía y que consiste en extraerle la totalidad de la glándula; de esto hace ya cuatro años”, detalló Alejandra, quien agregó que “desde entonces todos los años mi hijo menor debe someterse a un tratamiento con iodo”.

Como es dable suponer, las enfermedades poco comunes que padecieron sus hijos y los complejos tratamientos a los que debieron ser sometidos generaron en Alejandra Bianco y en su familia, gran preocupación y estrés.

A eso se le sumó que ella venía desde tiempo atrás realizando tratamientos y controles por tumores en el útero, pero la historia estaba lejos de terminar porque hace 3 años a Sergio, su expareja, le descubrieron cáncer en el páncreas y en el hígado.

“Hace 3 años, en diciembre, Sergio empezó a sufrir descomposturas y malestar, como si tuviera un ataque de hígado y estuvimos hasta febrero viendo a médicos para detectar el problema”, subrayó.

“Hasta que decidimos viajar a Junín para que nos atendiera un profesional de esa localidad, que de inmediato ordenó una biopsia y nos avisó que teníamos que prepararnos para un mal diagnóstico. Cuando recibimos los resultamos comprobamos que el médico había acertado y que Sergio padecía cáncer en el hígado y el páncreas”, afirmó.

Alejandra indicó a PRIMERA PLANA que el médico que le realizó la biopsia a su expareja fue el primero que le manifestó lo extraño que resultaba que una familia completa padeciera esa sucesión de patologías. “El médico que le hizo la biopsia a Sergio y un compañero de trabajo fueron los primeros que me preguntaron si no me parecía extraña la cantidad de patologías graves que padecía la familia”, destacó Alejandra y recordó que “a partir de ahí empecé a atar cabos y recordé que el anterior propietario de mi casa, al momento de vendérmela, estaba recibiendo tratamiento porque sufría cáncer en los testículos.

Entonces “me puse trabajar para determinar qué era lo que estaba pasando. Empecé reuniéndome con algunos vecinos y comprobé que una gran cantidad de ellos estaban atravesando enfermedades oncológicas; varios de ellos incluso hoy en día han fallecido”, resaltó.

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Después de esas primeras reuniones y charlas “hicimos un censo ‘casero’ en el barrio y obtuvimos resultados alarmantes. Todos los trabajos y la información la obtuvimos entre los vecinos porque la Municipalidad siempre nos dio la espalda y negó que las enfermedades tuvieran algo que ver con el agua”.

Además “niegan que el enorme transformador de la Cooperativa que está frente al Colegio Santa Julia sea perjudicial para la salud, siendo que los transformadores de ese tipo, tengan o no PCB, hace tiempo se dejaron de utilizar en muchas partes del mundo debido a los riesgos para la salud que implica su uso”.

Luego de una larga y dolorosa pelea contra la enfermedad, finalmente Sergio falleció el 24 de diciembre pasado. Pero la lucha de Alejandra Bianco continúa y afirmó que “vamos a seguir adelante con los reclamos. Quiero decir que hasta el momento no hemos recibido ningún tipo de ayuda de parte de la Municipalidad, que sólo hizo hace un año un relevamiento con el sólo objetivo de tranquilizar la situación, relevamiento que consideró mentiroso” porque “menciona que existen muy pocos casos de enfermedades oncológicas cuando nosotros sabemos la realidad que vive el barrio y que los casos de cáncer en la zona son muchos más”, insistió.

Santa Julia fue incorporado en noviembre pasado por resolución judicial a la lista de barrios pergaminenses que deben recibir agua envasada debido a la dudosa calidad de la que proviene de la red. Ese logro se debe a la insistencia y el trabajo de Alejandra Bianco y de los vecinos que la acompañan, que decidieron no conformarse con las escasas explicaciones de las autoridades y trabajaron para que se cumpliera su derecho a gozar de un ambiente sano, garantizado nada menos que por la Constitución Nacional en su Artículo Nº 41.

Detrás de todo reclamo existe una historia personal y la de Alejandra sorprende por lo dolorosa e inusitada. Cuatro personas saludables que enferman de patologías graves e insidiosas sin otra causa en común que el techo y la alimentación, incluida el agua.

También conmueve el coraje de ésta vecina para sobreponerse al dolor personal y luchar por lo que cree justo. Si la lucha de los vecinos de Santa Julia produce cambios favorables será gracias a quienes no bajaron los brazos y se animaron a pelear, pese a todo, por lo que consideran justo: vivir sanos.

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