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Tres prácticas sexuales de la antigüedad que te dejarán boquiabierto

Muchas de las civilizaciones que precedieron a la nuestra disfrutaron del sexo sin ningún tipo de tapujo ni cortapisa.

Sin lugar a dudas el mundo del sexo y todo lo que le rodea no deja de ser controvertido. Hoy en día se tiene el convencimiento de estar plenamente evolucionados respecto a la sexualidad, la información que disponemos de ella y la tolerancia que tenemos respecto a ciertas prácticas.

Pero esto no deja de ser en apariencia. Echando una mirada a la historia podemos encontrarnos con un gran número de ejemplos sobre cómo, en la antigüedad, hubo algunas civilizaciones que disfrutaron de la sexualidad de un modo diferente e incluso con más permisividad. A continuación podrás leer un puñado de ellas que, probablemente, te dejaran boquiabierto.

La Antigua Grecia fue un claro ejemplo, ya no solo por haber heredado de su afición por el sexo anal el término 'griego' con el que, comúnmente, es referenciada esta práctica, sino también gracias a un curioso ejército de élite, comandado por el famoso Górgidas, y que fue conocido como el 'Batallón Sagrado de Tebas'. Su peculiaridad no solo radicó en convertirse en una unidad militar prácticamente invencible sino en estar compuesto por 150 parejas de soldados homosexuales.

Cada duplo se componía por un militar veterano y un joven soldado que además de ser compañeros infatigables de lucha estaban vinculados emocional y sexualmente. Górgidas estaba convencido que esa especial unión entre los combatientes tebanos haría que lo diesen todo en el campo de batalla tanto por el honor hacia su ejército como por el amor que sentían hacia su amante.

Durante la Edad Media, varios son los países bañados por el Mediterráneo en los que se celebró una curiosa ceremonia conocida como 'Adelphopoiesis' la cual consistía en una unión de hermanamiento entre personas del mismo sexo -habitualmente hombres- mediante un acto de liturgia religiosa. Estos actos de camaradería, conocidos también como ‘bodas de semejanza’, facultaba a esa pareja a convivir bajo el mismo techo.

Numerosa es la documentación de la época en la que quedaron registradas esas uniones siendo muchos de esos actos de semejanza en realidad una tapadera para dar vía libre a la unión entre algunas parejas de homosexuales.

La cultura japonesa también nos guarda algunas sorpresas y no relacionadas precisamente con la gran cantidad de parafilias con las que los nipones disfrutan del sexo, sino del lado casi desconocido de una de las instituciones más famosas y consagradas en el País del sol Naciente: los samuráis.

Y es que dentro de la disciplina y aprendizaje del aspirante a ser un valiente guerrero imperial estaba la obligación de servir como amante de su instructor. Dicho periodo de instrucción se conocía como 'Shudō', cuya traducción literal significaba ‘el camino del joven’.

Durante los años en los que un joven pupilo era enviado a formarse como samurái no solo aprendía las técnicas de combate o el empleo de la katana, sino también era formado en las artes amatorias a través de la relación sexual que debía mantener con el 'nenja', el samurái adulto al cargo de su enseñanza.

Lo sorprendente no era que dicha relación homosexual estuviese consentida tanto por el padre del pupilo como por la sociedad japonesa en general, sino en la edad en la que los jóvenes aspirantes –conocidos como 'wakashū'- se iniciaban, la cual iba de los 10 a los 13 años.

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