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Un equipo con carácter, entereza y dignidad

Cherquis Bialo Por Cherquis Bialo | 27 de Junio de 2018

El fútbol no es el más bello juego solo por cómo se juega, sino por todas las sensaciones que produce de manera dinámica e inesperada. Argentina pasó de una clasificación clamorosa a una clasificación agónica, y estuvo a muy pocos minutos del final de quedar inscripta en la historia como la más grande frustación del fútbol argentino. Peor que lo del 58, peor que lo del 74, peor que lo del 2002, peor que todos. Por una serie de factores que no es el caso de analizar.

Todo empezó con un penal que no fue penal. Un corner desde la izquierda que innecesariamente van a cabecear tres jugadores argentinos. La pelota no es de nadie hasta que Mascherano la echa al corner. Del corner viene el centro, y Mascherano toma a un adversario sin sujetarlo, sin prender ninguna parte de la indumentaria, casi sin apoyar los brazos. El árbitro turco entendió que hubo penal y no estuvo abierto a ningún sugerencia y recomendación. Yo no lo toqué, le dijo Mascherano en un perfecto inglés. Pero el árbitro se mantuvo firme en sus trece confirmó el penal con el cual Nigeria empataba el partido y dejaba a Argentina afuera, sino que cambiaba todo el segundo tiempo desde el punto de vista táctico y estratégico.

De 45 minutos donde supuestamente iba a tener dos prolijas líneas de cuatro para esperar y salir de contragolpe, debió salir nuevamente a buscar durante 42 minutos, más los 4 de descuento, el partido que naturalmente cae en desorden y desesperación, donde la pelota es de todos y no es de nadie. Donde la toda armonía mostrada en pasajes del primer tiempo pasó a convertirse en desesperación, en histeria, en desorden. Pero había una actitud. La actitud del primer tiempo se mantuvo en el segundo. ¿Cuál era esa actitud? Jugar y sentir el partido, y en esa actitud hubo un abanderado que fue el capitán del equipo argentino, autor del primer gol, y naturalmente elemento fundamental para arrastrar marca nigeriana para los tiros libres, y también para tirarse a los pies en la penúltima jugada del partid

Otra vez tuvo mala suerte el Pipita Higuaín, de un balón que le vino desde la izquierda y lo volvió arrojar exageradamente por arriba del travesaño. Pero quiero puntualizar que en este desorden fue al frente.

Ya en la desesperación, en el a todo a nada, en el matar o morir, Agüero reemplazó a Tagliafico, por lo que quedó claro que esta selección de élite terminó siendo un desesperado equipo que fue a buscar el objetivo para el cual estaba destinada: pasar a octavos de final, ganando uno de los tres partidos, acaso el más difícil de los tres. Y con valores que jugaron realmente bien.

No le podemos atribuir a Mascherano el penal que no cometió, pero su prodigación fue buena, al igual que la de Rojo, el héroe de la jornada. Marcos Rojo recibió un centro desde la derecha de Mercado, y de aire le pegó al palo izquierdo del arquero, y lo dejó fuera del alcance del largo brazo del africano. Esto se produjo cuando faltaban cuatro minutos para terminar el partido, al que se le agregaron cuatro minutos. Ocho minutos dramáticos,agónicos, caóticos, sin orden. Pero con entereza, con carácter, con espíritu y con dignidad. Argentina jugó bien el primer tiempo y las circunstancias lo hicieron jugar el segundo tiempo que se pudo.

Messi volvió a convertirse en el 80 por ciento de lo que es.  Es decir que tenemos un Messi superior a lo que se ha visto, pero inferior al Messi que todavía podemos ver. El gol de Messi fue un gol extraordinario, que tuvo todas las condiciones del jugador único.

Fue un partido dramático. Fue un partido que tuvo un alto costo físico, pero además generó una serie de situaciones demostrativas para que este equipo tenga algo más que el beneficio de su pase a octavos que era su obligación histórica. Ahora empieza a jugar por la eliminación con los grandes equipos que vinieron a jugar el Mundial.

Esta tarde nos demostraron que están en condiciones de vestir la camiseta argentina, más allá de una conducción técnica inexistente, de un apoyo institucional inexistente y de un penal inventado, se sobrepusieron a todo, ganaron legítimamente y salvaron el honor y la dignidad.

El autor es periodista y colaborar en Infobae donde se publicó originalmente la columna

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