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Un pergaminense recorrió más de 16.000 kilómetros con su hija a bordo de un Fitito

Dos amigas que se separaron y el amor de un padre a su hija como motor de una travesía que los llevó hasta Colombia. Las anécdotas y los aprendizajes de un sueño que apenas será recordado como el primero de tantos.

Fabricio Lanzillotta se encuentra ordenando el taller de chapa y pintura. Ese que empezó como una empresa familiar que inició su papá hace años y que estuvo más de 70 días cerrado “se llenó un poco de tierra y quedó desordenado” le dijo al programa Pan y Circo por RADIO MÁS (FM 106.7)

A la hora de saber el motivo de tremenda travesía nos encontramos con el amor de padre a hija como motor, la razón es que “el viaje era para mi hija Valentina. La historia es que era para que ella vaya a visitar a su amiga de la infancia, Gabriela, que había venido a vivir a la Argentina con su mamá cuando era una niña. Gaby es nacida en Bogotá y su papá del corazón, Andrés Montania, es de Pergamino. Estuvieron viviendo mucho tiempo y cuando se volvieron a Colombia ya estaba en la secundaria”, le contó a PRIMERA PLANA.

-¿Cuántos kilómetros hiciste?

-Salimos de Pergamino y pasamos por Paso de Jama en Jujuy a más de 4000 metros de altura. El Fitito se la aguantó, cruzamos la Cuesta de Lipán que es una cuesta que sube hasta los 4700 metros sobre el nivel del mar. Sacamos el filtro de aire para que tuviera más oxígeno. De ahí a Chile, Perú todo por la Ruta Panamericana, fuimos por la costa evitando altura lo que más se pudiera porque en Ecuador y Colombia anduvimos todo por montaña. Fueron más de 16 mil kms.

-¿En algún momento pensaron que era una locura lo que estaban haciendo?

-A medida que nos íbamos alejando pensé qué lejos estábamos. Cuando viajas con un vehículo antiguo te sobrevuela la rotura de algo, que no se rompa algo y te deje tirado. Los primeros kms, después de una cierta distancia, hasta Jujuy, retomamos una relación de confianza con el auto. El primer día que salgo en Frías (Santiago del Estero) rompo la bomba de agua. Me generó cierta inseguridad, pero una vez que crucé la Cuesta de Lipán, que era el gigante a vencer, una cuesta pronunciada subiendo a los 4700 metros, dijimos “ya está, no nos para nadie”.

-¿Cuál era la relación con la gente?

-En Chile nos atendieron muy bien. Pasamos San Pedro de Atacama y estábamos parados esperando que baje la temperatura del auto y alguien, Rodrigo, hoy un amigo, se nos acercó a ver si necesitábamos ayuda y se ofreció a llevarnos a tiro hasta subir la cuesta que eran 4kms. Resulta que de 4 terminaron 15 porque había 4 cuestas más y cuando paramos en el llano, yendo para Calama me preguntó si teníamos lugar para hospedarnos y nos ofreció su casa. Era 30 de diciembre y el 31 era mi cumpleaños, cuando se hicieron las 00.05 destapó un vino y brindamos.

Después en Pozo Almonte un contacto también nos invitó a cenar y me regaló plata. Perú fue el lugar donde menos llegada tuvimos con la gente. El trato fuerte y muy cálido fue en el norte de Ecuador y Colombia.

En Colombia me introdujeron en grupos de WhatsApp de Topolino, como llaman allá al Fiat 600, y entonces se generó una locura. En San Juan de Pasto nos llevaron a almorzar, a tomar la merienda, nos hospedaron, nos esperaron a la vuelta. De ahí me vine con un montón de amigos con los que sigo en contacto.

-Prácticamente eran celebridades.

-Sí, me cargaban. Me decían que era un rockstar. Salimos en la tele, nos hicieron reportajes para la Cadena Caracol. La gente en la calle nos identificaba que era el Fitito que venía de la Argentina, nos sacaban fotos y nos filmaban. Me he sacado más fotos que Sandro. La experiencia con la gente fue extraordinaria. Que te traten con ese cariño y con esa amabilidad es inolvidable. Han sido conmigo y con mi hija increíbles. Había lugares en los que antes de llegar nos preguntaban si queríamos algo en especial.

-Podemos decir que mecánicamente el Fitito respondió.

-Llegó con una pequeña falla que era basura en el carburador. El más grande fue por negligencia mía ya que no controlé el aceite y al bajar con poco aceite desde el Paso de Jama fundió la biela del cilindro 1 y me salvo el motor un antifricción de muy buena calidad que había puesto cuando hice el cambio de aceite en Colombia. En una empresa que presta servicio para una minera en Jujuy pude reparar el problema. La verdad que con el comportamiento del auto nos sacamos el sombrero, es  modelo 69 y se ha comportado de una manera extraordinaria.

-¿No hizo falta poner la maderita para que respire en la parte trasera?

-Sí, por supuesto No hay Fiat 600 que no vaya con la cola levantada para que deje circular el aire fresco.

-¿En tanto viaje de qué se habla?

-No se olviden que viaje con una mujer, con mi hija, es imposible tener una mujer callada. Salían tema de todos tipo, desde política, lo que íbamos viendo, preguntas que tenían que ver con la geografía, la actualidad. Hemos cruzado por lugares muy, muy pobres. Fueron obligadas las charlas de las políticas que se han llevado a cabo a lo largo de toda Latinoamérica. Vimos como una constante la pobreza en todos los países que hemos cruzado.

-¿Cuál es el panorama que viste en este viaje?

-Hay una correlación a lo largo de todos los países latinoamericanos. Veo una falta de compromiso de parte de los políticos, veía propagandas, vi las infraestructuras y noté cosas. ¿Qué hicieron a lo largo de todos estos años? Esta gente no es pobre de ahora, es pobre estructuralmente, no hay medidas, no hay políticas medioambientales. En ciudades como Trujillo las pilas de basura miden 3 metros. Ver el éxodo de familias venezolanas, grupos de 20 o 30 personas viajando de polizones en camiones. Vimos imágenes bastante crudas, crueles.

A lo largo de todo el viaje charlamos, nos mezclamos con la gente, para mi hija que tiene 17 años recién cumplidos creo que le sirvió para abrir mucho la cabeza. La gente nos decía que nosotros en la Argentina vivimos en el paraíso. Y la verdad que sí, tenemos derechos bien logrados como la salud y la educación pública.

-El Fiat 600, después de pasar por boxes, ¿volverá a salir a la ruta?

-Pienso en el próximo viaje hasta Alaska. El problema de la biela fue por negligencia mía, sino el auto no tuvo roturas. Pasamos días enteros andando 12 o 14 horas.

-¿Cuándo va a ser?

-Ahora hay que estabilizarse, porque lleva dinero, y proyectarlo de acá a 2 o 4 años. Hay que dejar todo muy bien preparado porque nos iríamos a una aventura de casi 40 mil kilómetros.

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