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Ya no le creen

Los dejos de un discurso desgastado en 2018 y con un daño irreparable en los días que corren

Hilario Moreno Por Hilario Moreno | 5 de Septiembre de 2019

Hacia fines de los años 80 Bernardo Neustadt inmortalizó en la televisión el personaje de “Doña Rosa”, que era un arquetipo similar a la tía distraída a la que apela Alejandro Fantino cuando interrumpe a su interlocutor con su clásico “pará, pará, pará!”. Doña Rosa era básicamente una persona común y corriente, un elector mediano típico en lenguaje de politólogos, que traducía los efectos de la política y la economía en un supuesto conjunto de sensaciones cotidianas y lenguaje coloquial. Todos tenemos alguna Doña Rosa a quién consultar cuando queremos saber lo que se piensa en ámbitos distintos al nuestro.

Al otro día de las elecciones PASO, cuando el dólar saltó de $46 a 60 y Macri dio un discurso culpando a los votantes y a la fórmula que sacó más votos, le pregunté a una de mis Doñas Rosas de cabecera (ajena al mundo político y habitante del segundo cordón del conurbano) qué pensaban en su barrio de ese discurso del presidente. Me respondió de manera corta, simple y contundente, y casi con desgano de tener que reparar en las palabras de Macri, “ya no le creen”.

Habíamos dejado esta columna dos semanas previas a las PASO. En ese momento se discutía la supuesta “recuperación” que en las encuestas aparentemente estaba teniendo Macri. Y planteábamos que parte de esa recuperación era esperable, pero que era difícil que supere el 35% dado el profundo deterioro en su electorado que habíamos constatado durante 2018. Ahora, con el diario del lunes, vemos que efectivamente era así y que el presidente no logró alcanzar el 33% de los votos. Pero especialmente se vio que los famosos “arrepentidos” de votar a Cambiemos que se fueron acumulando a partir de diciembre de 2017, luego de la seguidilla de reforma jubilatoria, suba del dólar y de la aparición del “hit del verano”, eran reales y robustos. Una parte relevante de quienes habían acompañado a Cambiemos en el balotaje del 2015 y en las legislativas del 2017, no sólo estaban enojados con el gobierno sino que estaban decididos a no votar la reelección de Macri. Cuando se indagaba a esos segmentos del electorado había cosas que no quedaban claras, cómo qué dirigentes políticos podían llegar a representarlos, pero dos cosas aparecían con nitidez: la cada vez más negativa opinión sobre el gobierno nacional principalmente a la situación económica personal y general que percibían y que la peor escena que podían imaginar era cuatro años más de gobierno de Mauricio Macri. Por eso, parecía muy raro pensar que, un año después y aún en un contexto de recesión, esas sensaciones se habían disipado y Macri volvería e obtener a nivel nacional el 41% de votos que obtuvo en 2017.

¿Qué fue lo que efectivamente cambió en ese comienzo de 2018? ¿Qué se quebró en esa gente que la alejó definitivamente de la propuesta electoral de Cambiemos? Existió en algunes una puesta en duda de la denostación a la imagen de Cristina Kirchner y su último gobierno, pero ese cambio de percepción sólo llegaba hasta la afirmación de que “antes vivíamos mejor”. Tampoco fue el abandono de ciertas ideas y valores asociados a la meritocracia, el punitivismo y el honestismo en la gestión pública, que habían perdido la fuerza con la que se las impulsaba en años previos; algo de ese discurso persistió pero con menor intensidad y de modo fragmentado, especialmente el uso de las palabras “vagos”, “chorros” y la tendencia a culpabilizar a los “políticos” por cualquier mal que ocurra. Tuvo sí un peso muy importante el empeoramiento de la situación económica, centralmente la inflación y las tarifas, pero ciertamente lo único que había cambiado en esa percepción era el agravamiento de una situación cuyo origen se remontaba dos años atrás, al inicio del gobierno de Macri. Lo que principal y subjetivamente había empezado a cambiar en una parte significativa del electorado y hacía que más del 60% rechace con fuerza al gobierno de Macri, lo que se quebró entre Macri y “la gente” fue la credibilidad del presidente. Lo que había empezado a pasar y de manera tan clara explicó mi Doña Rosa cercana, era que a Macri habían dejado de creerle.

Macri cabalgó durante dos años con una operación que algunos colegas definieron como una suspensión del tiempo presente: había un pasado oprobioso y decadente y prometía un futuro de bienestar y justicias; en el medio, el presente era (en el discurso de Cambiemos) sólo una circunstancia azarosa y poco relevante. Y hasta diciembre de 2017 ese discurso le habría funcionado. Pero durante 2018 se rajó como una capa de hielo delgado. Y el 11 de agosto ese hielo delgado se quebró. Por estos días asistimos a consecuencias de esa fractura irreparable.

El autor es Politólogo y analista de opinión pública. La columna fue publicada en el sitio Diagonales.com

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