En las calles de Buenos Aires, Montevideo, Madrid o París, los plátanos son tan familiares como las veredas que cubren. Con sus copas frondosas y su resistencia al calor, este árbol de gran porte se convirtió en uno de los íconos del arbolado urbano, pero también en el protagonista de las quejas primaverales de quienes padecen alergias.
Desde el punto de vista ecológico, el plátano es un aliado.“El volumen de su copa filtra el aire y retiene material particulado, que es uno de los principales causantes de enfermedades respiratorias”, explican especialistas en arbolado urbano.
Estos árboles, además, captan gases de efecto invernadero, reducen la temperatura del entorno y favorecen la biodiversidad en la ciudad: en sus ramas anidan aves y pequeños mamíferos.Su tronco claro y maculado refleja la luz y contribuye a aliviar el calor en avenidas y parques.
Por eso, aunque algunos municipios comenzaron a reemplazarlos, el objetivo no es erradicarlos sino sustituir progresivamente las variedades más irritantes por otras que generen menos frutos y, por lo tanto, menos polvillo.
El problema no está tanto en el árbol como en su biología. Durante la primavera, el plátano libera grandes cantidades de polen y filamentos, que pueden irritar las mucosas nasales y oculares.
Según el Comité de Alérgenos e Inmunoterapia de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica, el 90% de las molestias que causa este árbol se debe a irritación mecánica, es decir, a las pequeñas espículas que flotan en el aire, incluso en personas no alérgicas.
Solo un 10% corresponde a alergias verdaderas mediadas por el sistema inmunológico, que se manifiestan con picor nasal, estornudos, tos seca, lagrimeo y, en casos más severos, broncoespasmo.
En la Argentina, la época crítica suele extenderse desde mediados de agosto hasta fines de octubre, aunque puede variar según el clima. La falta de lluvias y los días ventosos aumentan la concentración de partículas en el aire.
Los especialistas recomiendan medidas simples para reducir la exposición y aliviar la irritación respiratoria:
El alergólogo Ledit Ardusso, en su informe Alergia y plátanos, aclara que los síntomas suelen ser transitorios y que no hay razones médicas para talar masivamente esta especie. La poda de los frutos antes de la primavera y la limpieza frecuente de veredas ayudan a controlar el problema sin perder los beneficios del árbol.
Aunque los plátanos sean protagonistas de las molestias de septiembre/octubre, su papel en la salud ambiental es indiscutible. Resisten la contaminación, brindan sombra en verano, mitigan el efecto de “isla de calor” y purifican el aire.
Con políticas de poda responsable y planificación urbana, es posible mantenerlos sin que sean enemigos de quienes sufren alergias. En definitiva, los plátanos —tan cuestionados como necesarios— representan un equilibrio entre naturaleza y ciudad, entre lo que nos irrita y lo que nos protege.
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