• nubes
    5 de Julio de 2025
peces-laguna-gomezjpg

La triste realidad del Parque Natural Laguna de Gómez

Las inundaciones han golpeado la economía de muchos, particularmente productores agropecuarios, pero también las secas han terminado atentando contra la biodiversidad en general y contra las especies ícticas en particular que son las únicas que pueden sostener un turismo sustentable que tiene a la pesca deportiva como principal atracción.

El olor muy desagradable que producían el domingo pasado en el Parque Natural Laguna de Gómez las toneladas de pejerreyes muertos sobre la costa, junto a la imagen de las palas y camiones municipales juntándolos para llevárselos quién sabe dónde, generaron en primera instancia una profunda desolación y al mismo tiempo impotencia por la pérdida no sólo de la biodiversidad sino de un recurso económico que se desatiende precisamente porque no se lo valora como tal.

La ocurrencia del hecho en sí tiene que ver con las condiciones últimas del espejo de agua, desfavorecido por una sequía y con los vientos que se desataron desde la noche del sábado y provocaron una trampa mortal para los animales.

Sin embargo, nadie puede darse por desentendido de esta situación, que no es novedosa y resulta la sumatoria de innumerables factores y por ello en cada caso debiera haber responsables que rápidamente quieren sacarse la carga de encima, buscando explicaciones en la naturaleza para olvidar la mano del hombre que todo lo destruye.

Desde estas páginas hemos advertido en innumerables oportunidades acerca del desmanejo de los cauces hídricos lagunares en lo que hace a las encadenadas que nos competen como distrito.

En 1892, el multifacético Florentino Ameghino escribió el “Tratado sobre Secas e inundaciones en la provincia de Buenos Aires” y en el subtítulo daba cuenta de algo revelador para estos días a pesar de los casi 130 años transcurridos: “Obras de retención y no de desagüe”, para no terminar –precisamente- con espejos de agua diezmados de flora y fauna.

Las inundaciones han golpeado la economía de muchos, particularmente productores agropecuarios, pero también las secas han terminado atentando contra la biodiversidad en general y contra las especies ícticas en particular que son las únicas que pueden sostener un turismo sustentable que tiene a la pesca deportiva como principal atracción.

Sin embargo, por error u omisión, funcionarios, políticos y dirigentes del sector privado se han hecho los desentendidos de esta problemática y en esta suerte de no debatir la realidad del distrito, hoy lloran sobre la leche derramada.

Esta falta de raigambre respecto a lo que termina siendo una frase hecha como “Junín, Ciudad de Turismo”, no se ve luego reflejada en las manifestaciones institucionales.

No hubo una sola entidad pública o privada que haya mostrado su preocupación real por el despojo que resulta el hecho para la ecología y la economía regional.

Así como hay dirigentes que ponen el “grito en el cielo” cuando se intentan restricciones de circulación para evitar la muerte por coronavirus, no hubo siquiera uno que manifestara su preocupación y pidiera resolver una cuestión naturalizada acerca de que no pueda protegerse la población piscícola local (ver recuadro) y motorizar el turismo de modo serio y responsable y no como un logotipo de marketing sin sustento.

No resulta una novedad que en las lagunas pampeanas la presencia predominante es la del pejerrey bonaerense (Odonthestes bonariensis), un pez altamente apreciado por los pescadores de la ciudad de Buenos Aires y de toda la provincia, el cual moviliza más pescadores que cualquier otra especie en el país.

Forma parte vital del turismo deportivo que es aquel que conforman quienes buscan lugares donde puedan practicar su deporte favorito: ya sea acuáticos, alpinismo, cacería, pesca y en general todos aquellos que para ejercitarlos requieran desplazamiento.

También comprende los viajes turísticos para asistir como protagonistas y espectadores a grandes acontecimientos deportivos, tal como ocurre año tras año en Junín con la “Fiesta del Pejerrey”.

¿A quién podría ocurrírsele matar a la gallina de los huevos de oro, situación que metafóricamente se mostraba en esos millares de ejemplares juveniles y adultos?

La respuesta es: sólo a una administración como la que comanda Pablo Petrecca, a la que no le interesa el desarrollo turístico y menos aún el medio ambiente, dos factores que se terminan ligando el uno con el otro.

¿TRES LAGUNAS PARA QUIÉN?

Para esta gestión municipal, las encadenadas de Junín parecen ser un problema antes que una ventaja comparativa que hace falta explotar en plenitud. Lo mismo para la mayoría del empresariado privado que las ha dejado a merced de algún hecho de clara oportunidad, pero sin pensarlas de modo sustentable y por lo genera le han bajado el precio prejuzgándolas como un simple solar de esparcimiento.

El inolvidable discurso de Petrecca en octubre de 2019 durante la penosa pseudo inauguración del tramo Junín-Chacabuco de la autopista ruta 7 (después de un año y medio de trabajo todavía no se terminó), asegurando que los visitantes podían venir a “pescar pejerreyes o comer un buen salamín” demuestra a las claras la falta de proyectos en torno a la industria sin chimeneas que significa el turismo y queda claro que, tras la masiva mortandad de peces, sólo ha quedado el salamín.

En febrero de 2018, desde las páginas de SEMANARIO advertíamos en uno de nuestros artículos acerca de la “Laguna de Babel”, explicando que “muchos, casi todos, son los que hablan de ‘la laguna’, pero según el caso se expresan en distintos idiomas, porque lo que se opina es por lo general en beneficio del opinante”.

Lo cierto es que tenemos un sistema lagunar que, según cada quien, debe cumplir un determinado objetivo.

Entonces para los productores agropecuarios, que ven acotada la superficie productiva de sus tierras, la laguna debe ocupar su mínima expresión, incluso si no existiera sería mejor.

Para los pescadores se debe mantener con suficiente agua para que las especies ícticas tengan la posibilidad de reproducirse y evolucionar de modo tal que les permita buenas capturas.

También para los adeptos a los deportes náuticos es mejor un espejo de agua bastante caudaloso y no uno con un líquido pastoso y pegoteado.

Para el turismo local es una oportunidad brillante para aprovechar recursos naturales que debieran traducirse en inversiones y fuentes de trabajo.

Pero para el estado municipal todo lo que implique fiestas y eventos multitudinarios (sin pandemia, claro está) tiene tufillo a pecado capital y lo descarta.

En consecuencia, tenemos tres lagunas que sirven para que algunos funcionarios se entretengan delirándose con proyectos extraterrestres, los concejales discutan banalidades, los productores agropecuarios se quejen, los pescadores pesquen algo a veces (ahora ni eso), los bañistas se pegoteen y embarren y los turistas se aburran.

Y todos ellos opinan de modo distinto, por lo que nadie logra ponerse de acuerdo acerca de para qué tenemos tres lagunas y qué hacemos con ellas.

Qué hacemos con ellas cuando tienen agua de sobra, porque cuando no la tiene a nadie le importa.

Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.