Desde 1997, en la calle Doctor Valentini 875 de Pergamino, la fábrica Los Aromos se convirtió en sinónimo de calidad, sabor auténtico y elaboración artesanal. Fundada por Marta y Roberto Rossi, la empresa nació en tiempos difíciles: tras la inundación de 1995 y en plena crisis económica del país durante la presidencia de Carlos Menem, la familia decidió reinventarse. Lo que comenzó con un horno casero —que antes se usaba para el teñido de lanas en un emprendimiento familiar— terminó dando forma a una marca que aún hoy muchos recuerdan con nostalgia.
De lo casero a lo memorable
El camino de Los Aromos comenzó con los alfajores estilo santafecino, una versión en miniatura del tradicional rogel, que se destacaba por sus capas finas, su cobertura brillante y el dulce de leche generoso. Luego se sumaron los clásicos de maicena, suaves y desmenuzables, y más tarde los de brownie, con un toque moderno y tentador. Cada variedad conservaba la esencia artesanal que caracterizó siempre a la marca.
El secreto del sabor
El éxito de Los Aromos residía en su elaboración minuciosa y en la calidad de los ingredientes. Cada alfajor llevaba el sello del dulce de leche La Salamandra, que aportaba cremosidad, textura y un sabor inconfundible. Esa combinación, junto con la dedicación familiar y el trabajo manual, dio como resultado un producto que trascendía la simpleza del alfajor para convertirse en una experiencia.
De Pergamino al mundo
Aunque su base estaba en Pergamino, Los Aromos alcanzó una expansión sorprendente. Su producción se distribuía en la ciudad, pero la mayor parte se destinaba a la Capital Federal, donde contaban con una clientela fiel. Durante las temporadas de verano, los alfajores también llegaban a la costa atlántica y se vendían en importantes cadenas como Jumbo y Open 25.
Pero el crecimiento no se detuvo allí: el sabor pergaminense cruzó fronteras y llegó incluso a Estados Unidos. Cada quince días, unas 100 docenas partían rumbo a Miami, donde los alfajores eran esperados por clientes que valoraban su calidad artesanal y su autenticidad argentina.
En su época de mayor esplendor, la fábrica contaba con unos 20 empleados y alcanzaba una producción de 1.000 docenas semanales, manteniendo siempre el estándar de excelencia que la había hecho reconocida.
Un cambio que se sintió
En 2009, la familia Rossi decidió vender la fábrica. A partir de entonces, según coinciden muchos fanáticos y expertos en sabores, Los Aromos nunca volvieron a ser lo mismo. Algo del alma artesanal, del cuidado en cada masa y del amor puesto en cada caja, pareció perderse con la partida de sus fundadores.
La herencia del sabor
La pasión por la repostería, sin embargo, siguió latiendo dentro de la familia. La continuidad gastronómica quedó en manos de Cecilia Rossi y
hija de Marta y Roberto, quien a través de su emprendimiento Oh My Cookie (junto a su socia Jimena) mantiene viva la tradición de los sabores dulces. Con nuevas recetas, estética moderna y el mismo espíritu artesanal, Cecilia prolonga la historia que comenzó en aquel horno familiar de Valentini 875, demostrando que el legado de Los Aromos sigue teniendo aroma a hogar.
Los Aromos fue mucho más que una marca de alfajores: fue una historia de esfuerzo, creatividad y amor por el trabajo bien hecho. Su aroma y su sabor permanecen en la memoria de quienes los probaron, como un dulce recuerdo de una Pergamino que supo transformar la adversidad en oportunidad, y un horno familiar en una marca inolvidable.
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