Analía es una persona totalmente dedicada a buscar el bien común y, durante la entrevista, ella nos llevó por un vasto recorrido y nos deleitó con un sinfín de experiencias que la llevan, al día de hoy, a tomar la determinación de dedicarse a viajar en esta etapa de su vida.
Fue docente, directora del CIE, concejal e integrante de la Asociación de Descendientes de Emilia Romagna a nivel mundial. Actualmente jubilada pero no quieta; continúa con sus estudios porque nos afirmó que la educación fue un pilar fundamental en su vida.
Con un gran sentido de la familia y la amistad, recuerda con emoción a los que no están y disfruta el hoy con quiénes la acompañan. Entre esas queridas personas están sus dos hijos: uno en Pergamino y otro en Buenos Aires, que tienen sus proyectos y estilos de vida, pero que fueron dos estandartes en sus momentos más difíciles, sobre todo cuando tuvo que cuidar de sus padres.
- ¿Cómo es tu presente y qué destacas de él?
Este año tuve que dejar historia, filosofía y teatro para poder atender a mi mamá, que necesitaba mi apoyo. Sin embargo, seguí con yoga, pilates, inglés y vitrofusión. Mi trabajo en vitró me gusta mucho, aunque también soy una apasionada por la lectura.
- ¿Cómo ha influido la educación en tu vida y en tu carrera?
La educación es lo que me ha permitido comprender y discriminar entre lo que es ético y lo que no. Gracias a mi educación, pude desarrollarme como persona y como profesional, Incluso estudié una carrera a los 60 años lo cual fue un logro muy personal.
En la docencia aprendí mucho de mis alumnos; ellos me cuestionaban, me desafiaban y eso me enriquecía mucho. Siempre pensé que la docencia es un acto de amor porque implica compartir tu conocimiento de una manera profunda y generosa. La mayor satisfacción de mi profesión fue ver a mis alumnos superarme, lo más valioso en mi carrera.
- Hablas de política y la importancia de entenderla. ¿Qué nos podés decir al respecto?
La política debería ser un medio para promover el bienestar de los demás. Me preocupa cómo los discursos políticos actuales han cambiado y cómo la gente se adhiere a ellos, a veces sin cuestionarlos. Eso me preocupa más que las acciones de los políticos porque refleja un problema más profundo en la sociedad.
Aunque no dispongo de tanto tiempo debido a otras responsabilidades, me interesa mucho leer, investigar y reflexionar sobre lo que sucede, especialmente sobre los cambios en la sociedad, como la violencia y la falta de aceptación de las diferencias.
- ¿Cómo fue tu paso por la política?
Después de jubilarme, comencé una maestría en desarrollo económico y social y ahí comenzó mi interés por la política. Con el tiempo fui elegida concejal y presidente de la Comisión de Cultura y Educación, una tarea que disfruté.
Aunque mi área es la educación, acompañé a los artistas, apoyé eventos culturales y aprendí mucho sobre el arte. Me di cuenta de que en la política también se pueden generar cambios, aunque es un campo complicado. Como concejal, pude impulsar varias ordenanzas, como la de patrimonio cultural. Mi paso político se basó en una oportunidad para poner en práctica mis ideales y contribuir al bienestar comunitario.
- ¿Cómo es tu vínculo con Italia y con la Asociación de descendientes de Emilia Romagna?
Mi familia es originaria de la región de Emilia-Romagna, eso me permitió estar muy conectada con la cultura italiana y desde 2001 que soy parte de la asociación.
En 2005, me convertí en miembro de la consulta de los Emilianos Romagneros en el mundo, una época en la que fui consultora durante dos mandatos seguidos. Como no se puede estar tres veces seguidas, dejé y, ahora, estoy cumpliendo el cuarto que lo finalizo en diciembre de este año.
Mi rol siempre fue voluntario y gratuito, una experiencia muy rica que me permitió aportar desde un lugar de compromiso social y cultural. Como también trabajar en proyectos culturales y establecer conexiones entre las comunidades italianas.
- ¿Qué objetivos tenes a futuro?
Ya he decidido que mi ciclo laboral llegó a su fin y quiero tomarme un tiempo para disfrutar de mi vida de otra forma.
Por una cuestión personal, digo que tuve "dos vidas": a los 50 una etapa, a los 60 otra y ahora quiero regalarme una tercera. Me siento en un punto en el que quiero vivir de manera más libre, viajar, explorar sin la responsabilidad de llevar proyectos pesados. He decidido dejar atrás ciertas responsabilidades para poder disfrutar plenamente de mi tiempo y continuar aprendiendo y explorando.
He decidido viajar con una mochila y sin preocupaciones. Estoy organizando mi vida para poder tomarme el tiempo que necesito. No soy complicada con lo que venga, me adapto a lo que surja. Lo importante es estar bien, con buena salud y seguir aprendiendo. Mis hijos también me apoyan mucho en esta nueva etapa.
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