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Qué es de la vida de: Oscar “Cacho” Lencina

Con motivo de llevarse adelante en nuestra ciudad los juicios de lesa humanidad Saint Amant 4 estuvo en Pergamino un antiguo vecino y militante político, Cacho Lencina, que en la actualidad vive en Resistencia (Chaco), lugar que siente como su segunda patria y en la cual vive rodeado de su familia que está compuesta por su esposa, tres hijas y dos nietos.

A sus 77 años, continúa manifestando sus ideales acuñados en la llamada “generación del setenta" que tenía entre sus ideales la lucha por un mundo mejor, por el hombre nuevo y expresando el enorme orgullo de sentirse peronista.

- ¿Nunca tuvo dudas de dejar la ciudad de Resistencia donde vive en la actualidad para llegarse a Pergamino y declarar en estos juicios de lesa humanidad?

No podía tener nunca dudas porque desde aquellos días lejanos de la militancia en los años setenta, en los cuales luchamos por un mundo mejor al de hoy, con mis 77 años, nunca dejé de sentir la necesidad de luchar por los mismos ideales. Por lo tanto es un imperativo moral estar presente en honor a la memoria de tantos compañeros que sufrieron la persecución y diferentes formas de vejámenes cometidos a lo largo de los años que transcurrió el llamado golpe de estado de 1976.

 

- ¿En esta oportunidad usted es testigo de dos detenidos-desaparecidos de Pergamino: José Pellita y Julio Di Gangi?

Así es, dos compañeros del campo popular. Si bien de distintos espacios, ya que a Pellita lo conocí cuando trabajábamos en Lucini, donde pude observar su calidad de persona y su enorme sensibilidad social.
A Di Gangi lo conocí mejor, ya que militamos juntos en la agrupación política Evita Obrera. Participamos muy activamente en toda la campaña electoral que finalizó con el triunfo de la fórmula Héctor Campora - Solano Lima y el Dr. Gaspard como intendente de Pergamino.

 

- ¿Usted también fue una víctima del golpe de marzo de 1976? Si bien no estuvo en la cárcel, ni tuvo que exiliarse, ¿sufrió la persecución?

Antes del golpe, con mi mujer militábamos a nivel universitario tanto en la JUP como en la JP a nivel de territorio tanto en San Nicolás como en Pergamino.
Tuve muchísima suerte de poder salvarme del salvaje allanamiento que se realizó a la casa en la cual vivía aquí en Pergamino y, desde ese momento a lo largo de los ocho años que duró el gobierno de la dictadura cívico-militar, vivimos un verdadero peregrinaje. A pesar de esas peripecias que vivíamos día a día con mi mujer y mis hijas, nunca perdimos la esperanza. Esa esperanza tenía el sentido de que buscábamos la vida, nunca buscamos la
muerte.

 

- ¿Esta experiencia la volcaron conjuntamente con su mujer en un ensayo que titularon “El insilio”?

Así es. Con mi compañera comenzamos a trabajar no sólo en lo que nos había tocado vivir a nosotros en esos nefastos años de la dictadura militar, sino recopilando lo que les tocó vivir a tantos otros compañeros en ese período hasta la llegada de la democracia en 1983. Lo hicimos en ese trabajo que titulamos “El insilio” que es una palabra que aún no se encuentra en el diccionario.

 

- ¿Qué se entiende por insilio?

Insilio significa estar preso dentro de tu propio país, sin rejas, sin esposas, pero teniendo permanentemente la espada de Damocles sobre nuestra cabeza. Te convertís en una suerte de extranjero en tu propia tierra, sin documentos, sin seguridad alguna, con la única meta de llegar vivo al día siguiente, es una expulsión dolorosa que todavía no se encuentra visibilizada.
A más de cuarenta años cómo se podría explicar el hecho de que militares argentinos hayan matado, secuestrado y torturado a tantos argentinos.

 

- ¿Qué explicación le encontrás?

En primer lugar decir que no fue algo que aconteció sólo en nuestra patria. Hubo un plan sistemático que fue el llamado Plan Cóndor que abarcó gran parte de Latinoamérica. Estuvo orquestado por Estados Unidos que necesitaba implementar ese liberalismo salvaje, ese individualismo exacerbado. La única forma de llevarlo a cabo era a través de la represión, sembrando el miedo y el terror. Eso es lo que se viene constituyendo y a la cual hay que contraponer las fuerzas del pueblo, la militancia. Una lucha que no debe abandonarse.

 

- ¿Podría señalarse que ahí, en esa lucha, se encuentra el sentido de estos juicios de lesa humanidad que se vienen desarrollando?

Por supuesto. Por medio de ellos se logra algo que es fundamental: la recuperación de la memoria. Las tiranías militares o los gobiernos liberales buscan borrar la historia. La memoria, historia es lo que nos hace saber de lo que son capaces de realizar los poderosos para mantener sus privilegios, para esquilmar a los pueblos.

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