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¿Qué es de la vida de Susana Salauati?

Una vida dedicada a saber, preservar y cuidar

Referente en la medicina pediátrica local y voz activa en instituciones culturales y comunitarias, Susana Salauati nos comparte el recorrido íntimo de su vida: desde su infancia en el barrio Acevedo hasta su presente entre objetos con historia, vínculos entrañables y memorias que resisten el paso del tiempo.
¿Cómo fue tu infancia/adolescencia y qué anécdota recordás de esa etapa?
Nací en Pergamino y viví en el Barrio Acevedo hasta los 30 años, salvo los años como estudiante universitaria en Rosario. En aquel barrio, poblado de árabes y ferroviarios, los días transcurrían entre la escuela y los canteros de Vélez Sarsfield, como en una película en cámara lenta: había tiempo para todo y para todos.
Hija de un almacenero de ramos generales, junto a mis dos hermanos varones aprendimos a relacionarnos con vecinos y clientes, y a valorar la palabra y la solidaridad. Por entonces existía la libreta de fiado, que se pagaba a fin de mes sin intereses: una precursora de la tarjeta de crédito.
Asistimos a la gloriosa escuela N° 4, de la cual fui orgullosa abanderada en séptimo grado y cuya calidad educativa era de excelencia. Por aquella época los chicos jugaban en los canteros libremente y las familias disfrutaban sentarse en las veredas hasta tarde en las noches de verano. Se armaban las fogatas de San Pedro y San Juan y se participaba de las procesiones de la Parroquia San Roque en honor a su santo. Luego vino el Normal, las primeras "fiestas de quince" y las confiterías del Cruce.
De las escuelas conservo el mejor de los recuerdos, y de ellas amigos entrañables que conservo hasta la fecha.
También participaba del Grupo de Poetas Jóvenes, hermosa gente que continué frecuentando varios años hasta que el golpe militar del ‘76 hizo que interrumpiéramos la edición de nuestra revista.
Puedo decir de mis padres que nunca limitaron mis deseos de participar en grupos, viajes, encuentros, pero era sagrada la escuela, y también el aprendizaje del idioma inglés. La formación por aquellos años iba unida al orgullo de comprender la importancia de que nietos de inmigrantes obtuvieran títulos profesionales. La formación integral, era lo primero.
Los campamentos escolares a Bariloche o Catamarca nos enseñaban hábitos de trabajo y solidaridad. Los docentes, firmes y ejemplares, gozaban del respeto de alumnos y padres. Fueron semilleros de personas de bien.
La etapa de la estudiantina en Rosario tuvo una primera etapa relajada y una segunda y más extensa teñida de temores y de incertidumbre. Rosario estaba cerca, al principio viajábamos todos los fines de semana, luego esto se fue espaciando y nos visitábamos con otros pergaminenses para acompañarnos y sentir menos la ausencia familiar. Fueron años difíciles, pero llegó el ansiado título. Luego me quedé por un tiempo en el Hospital de niños, y retorné a Pergamino.
La vida adulta me tomó trabajando mucho desde el primer día. En el hospital, que fue mi segunda casa, dejé lo mejor de mí en el Servicio de Pediatría. Realicé una Diplomatura en estadística médica y el Curso Superior en Medicina Laboral, lo que me permitió trabajar diez años en la Fábrica Iradi.
Durante 18 años fui médica del Servicio Local de Protección y Promoción de Derechos de Niños y Adolescentes, además de atender mi consultorio particular.
En el medio llegaron cuatro hijos, hoy hombres y mujeres de buena madera, a quienes eduqué lo mejor que pude y a quienes adoro.
¿Cómo vivís tu presente y qué momento destacás?
Voy teniendo una vida interesante. Confieso que siempre hice lo que quise. Nadie me presionó ni me sentí discriminada. Aprendí a pintar, fui dirigente del Club Sirio Libanes durante 22 años, delegada a Fearab Argentina por varios años, y continúo siendo parte de la Asociación Amigos del Museo hace ya más de 15 años.
Hoy definitivamente alejada de la vida profesional, y a sabiendas de que el ocio no es para mí, me dedico a la venta de objetos antiguos y vintage. Fue un impulso que fue creciendo cuando comencé a coleccionar azucareras (ya más de 200) y me resulta muy agradable rodearme de objetos llenos de belleza e historia.
Mi presente es disfrutar a mis hijos, mi hermano, mi madre de 91 años, mi pequeña tienda de antigüedades, los amigos y los viajes.
¿Cuál fue el mejor momento de tu vida, y el peor?
Los mejores momentos… los nacimientos de los hijos, el abrazo de los pacientes a los que extraño, los viajes...
Si me preguntan por el momento más difícil…transitar la muerte de seres queridos: mi padre, mi hermano, mi cuñada... la vida no vuelve a ser la misma…
También sentí mucha gratificación en mi etapa de militancia política en el radicalismo. Se habla de la política como herramienta transformadora, y lo sería si volviera a entenderse como un servicio público. Me gustaría ver los frutos de una labor política despojada de contubernios e intereses económicos.
¿Crees que cumpliste todas tus metas o te faltó algo?
Vida nada me debes, vida estamos en paz.

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