El regreso a la presencialidad plena en el ámbito corporativo, impulsado por cerca del 21% de las empresas en Argentina, está generando una crisis en la retención del talento femenino. Ante la rigidez de la vuelta a la oficina, las mujeres son las que muestran mayor reticencia, viéndose obligadas a buscar otros trabajos o, incluso, a renunciar.
Según la periodista Marysol Antón, este fenómeno se debe al impacto desproporcionado que tiene la presencialidad en la «doble jornada laboral» femenina.
Expertas en recursos humanos y psicología laboral coinciden en que la presión por volver al esquema rígido afecta a las mujeres por tres motivos principales:
El problema no es solo de género, sino generacional. El 48% de los trabajadores argentinos afirma que no aceptaría un trabajo que no les brindara flexibilidad.
Rocío Robledo (WeWork) aconseja que las políticas de retorno deben ser flexibles y adaptarse a las necesidades de cada grupo, porque cuando esto no sucede, muchas mujeres «se vean en la necesidad de ajustar su desarrollo profesional, ya sea cambiando de sector, reduciendo su carga horaria o, en algunos casos, renunciando».
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