Un nuevo episodio de desidia se suma al deteriorado panorama de la infraestructura vial nacional. Esta vez, el foco está puesto en el puente de la Ruta Nacional 9, recientemente “reparado” por Corredores Viales, la empresa estatal que depende del gobierno nacional. La intervención, lejos de ofrecer una solución duradera, consistió en rellenar el paso con tierra tosca, un material que apenas resistió unas horas antes de desmoronarse y quedar en peores condiciones. El saldo: un camión encajado y una nueva muestra de lo que sucede cuando se paraliza la obra pública.
A esto se le suma otro riesgo latente: los pastizales altos en la zona del puente, que reducen considerablemente la visibilidad y agravan aún más la inseguridad vial. Una combinación que podría evitarse con un mínimo de mantenimiento preventivo.
Desde el gobierno municipal aseguran haber elevado múltiples reclamos formales, incluyendo cartas documento. La queja local no es aislada: otros municipios de distintas provincias se sumaron a los reclamos por el estado deplorable de las rutas nacionales, un problema que se extiende y profundiza.
El contraste es aún más alarmante si se tiene en cuenta el brutal aumento de más del 800% en los peajes. Un ajuste tarifario que, a la vista de los hechos, no se traduce en mejoras concretas ni en obras que garanticen la seguridad de quienes transitan por estas rutas.
Mientras los usuarios pagan más por circular, el Estado nacional parece ausente, y el deterioro de la infraestructura vial avanza sin pausa.
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