En medio del ritmo de vida actual, es necesario cuestionar si las formas de establecer vínculos son las mismas que hace varias generaciones. La respuesta es clara y contundente: no. La tecnología ha revolucionado la manera en que los adolescentes se conectan y socializan. Ahora, las amistades se forman más rápida y fácilmente, facilitando la búsqueda de personas con intereses similares y permitiendo un intercambio continuo a través de diversas plataformas y aplicaciones, manteniendo a las personas conectadas en todo momento.
¿Pero el costo es el mismo? Aunque la tecnología ofrece beneficios, también tiene aspectos menos evidentes que pueden generar consecuencias negativas, como el aumento de la ansiedad social al establecer contactos y vínculos más cercanos. Actualmente, interactuamos a través de pantallas, lo que, aunque facilita la conexión, resulta en un contacto distante que favorece relaciones superficiales y precarias que pueden desvanecerse fácilmente. Además, con el avance de la inteligencia artificial, surge la pregunta: ¿hasta qué punto se podrá borrar la subjetividad y los vínculos?
La ansiedad social se define como el temor persistente a ser juzgado y observado por otros, llevando a evitar situaciones sociales que pueden causar vergüenza o incomodidad. Un estudio de la Universidad de Dalhousie en Canadá revela que cerca del 36% de los jóvenes de entre 16 y 29 años ha experimentado ansiedad social en algún momento. La tecnología, aunque facilita la conexión, puede también reforzar este trastorno, ya que las interacciones virtuales a menudo carecen de la profundidad y el contacto humano directo necesario para desarrollar relaciones sólidas y significativas.
Según la Magister en Psicología Clínica y Psicopatología Infantojuvenil, egresada y docente titular de la carrera de Psicología de Fundación Barceló, la licenciada Luciana Ferrari (MP 341), “la tecnología actúa como un reforzador de la ansiedad social, promoviendo una mirada virtual que puede volverse distante y superficial en términos de subjetividad”. Esta mirada a través de una pantalla puede llevar a desarrollar vínculos líquidos, un concepto acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman, que describe relaciones caracterizadas por su superficialidad y volatilidad.
La ansiedad social puede ser debilitante, pero hay estrategias efectivas para manejarla y mejorar la calidad de vida. Estas incluyen:
Es crucial que los adolescentes reciban apoyo tanto de su entorno cercano como de profesionales de la salud mental. Las instituciones educativas y los padres deben estar atentos a los signos de ansiedad social y proporcionar un entorno seguro y comprensivo. Además, la intervención temprana por parte de psicólogos y terapeutas puede hacer una gran diferencia en el manejo de este trastorno.
La conexión y la amistad son vitales para el desarrollo adolescente, pero es importante encontrar un equilibrio entre las interacciones virtuales y las reales. La tecnología, aunque útil, no debe reemplazar la riqueza de las relaciones cara a cara, que son fundamentales para un desarrollo emocional y social saludable.
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