Correr rápido no solo es una cuestión de rendimiento en competencias o de superar a otros corredores. Los beneficios para la salud de aumentar la velocidad de vez en cuando son notables: mejora de la salud cardiovascular, aumento de la fuerza muscular y un impulso al metabolismo que favorece la pérdida de peso. Aunque muchos piensan que la capacidad de correr rápido disminuye con la edad, la realidad es que la gran mayoría de las personas nunca llegan a alcanzar su velocidad máxima potencial.
Pese a este fenómeno, la afición por correr no ha dejado de crecer. Sin embargo, para aquellos que buscan no solo correr, sino hacerlo más rápido, existen herramientas, técnicas y entrenamientos diseñados para lograr mejoras significativas en la velocidad. Y es que correr más rápido, aunque sea por ráfagas cortas, puede convertirse en una actividad que cambia la dinámica de los entrenamientos y tiene efectos positivos sobre la salud general.
Una forma sencilla de medir la potencia explosiva es a través de los saltos pliométricos, un ejercicio que utiliza los mismos músculos que intervienen al correr a gran velocidad. Para ello, una prueba efectiva es el salto vertical: simplemente párate en el lugar y observa la altura que puedes alcanzar al saltar. Danny Mackey, entrenador del equipo británico de 1500 metros Josh Kerr y entrenador principal de Brooks Beasts, explicó en The Telegraph que la fuerza generada al saltar es muy similar a la que se utiliza al acelerar en carrera, por lo que esta prueba es un buen indicador de tu capacidad para desarrollar velocidad.
La posición de los pies es clave para maximizar la velocidad. Durante la zancada, el muslo delantero debe estar en un ángulo de 70 grados con respecto al suelo, y el pie debe aterrizar justo delante de las caderas. Esto permite desplazar de manera eficiente el centro de gravedad hacia adelante, facilitando la aceleración. En el caso de los sprints, se aconseja aterrizar lo más cerca posible del centro de gravedad para optimizar la fuerza de empuje.
Harris añade que cuando el pie toca el suelo debajo del cuerpo, se obtiene más fuerza para impulsarse hacia adelante. Si el pie aterriza demasiado al frente, el corredor pierde eficiencia y potencia, ya que primero tiene que impulsarse hacia adelante antes de poder usar esa fuerza para empujar hacia atrás. También es útil inclinar ligeramente las caderas hacia adelante para mejorar la posición.
Por otro lado, el pie trasero debe encontrarse en un ángulo de 45 grados al tocar el suelo, posicionado un poco más alto que la parte posterior de la rodilla. Esta colocación permite una zancada más efectiva y rápida.
Un buen balanceo de brazos puede marcar una gran diferencia en tu técnica y velocidad. De hecho, el movimiento de los brazos representa alrededor del 14 % del peso corporal y afecta directamente la amplitud de la zancada. Harris señala que un balanceo más amplio permite una zancada mayor, mientras que un movimiento limitado de brazos reduce la longitud de la zancada.
El golpe de talón, también conocido como retropié, es la forma más común de pisada. En esta técnica, el talón toca el suelo primero antes de que el resto del pie lo haga. Aunque más del 90 % de los corredores tienden a utilizar este tipo de pisada, no se considera la mejor opción para la velocidad. Esto se debe a que la fuerza generada al correr se dirige hacia las rodillas y las espinillas, lo que no solo disminuye la eficiencia sino que también aumenta el riesgo de lesiones y frena el ritmo de carrera.
La técnica de golpe de parte media del pie ocurre cuando el borde externo de esta zona del pie toca primero el suelo, seguido por un aplanamiento que permite que tanto el antepié como el talón apoyen al corredor. Esta forma de correr ayuda a distribuir el impacto de manera más uniforme y permite mantener un ritmo más rápido y constante. Es considerada una técnica eficiente para largas distancias y una opción equilibrada para muchos corredores.
La técnica de golpe de antepié se produce cuando el corredor aterriza con las puntas de los pies tocando el suelo primero, con los dedos ligeramente apuntando hacia arriba. Esta posición activa los músculos de las pantorrillas y el tendón de Aquiles, listos para propulsar al corredor hacia adelante con fuerza explosiva. Aunque es la técnica preferida para lograr máxima velocidad y sprints, no es la más adecuada para largas distancias, ya que puede generar un mayor riesgo de lesiones debido a la tensión adicional sobre las pantorrillas.
El entrenador Danny Mackey recomienda observar una final olímpica de 100 metros para entender cómo se realiza correctamente la pisada de antepié en sprints de alta velocidad, donde los pies tocan el suelo de forma rápida y eficaz justo debajo del centro de gravedad del corredor.
Desarrollar una fuerza central sólida es crucial para los velocistas. Según Colin Harris, los corredores que buscan mejorar su velocidad deben trabajar en el núcleo abdominal para comprimir los 26 músculos que componen esta área y, así, maximizar la fuerza en distancias cortas, como 100, 200 y 400 metros. Un núcleo fuerte brinda estabilidad y permite transferir de forma más efectiva la energía a lo largo de todo el cuerpo mientras corres.
Los músculos de contracción rápida, también conocidos como fibras musculares de tipo II, son responsables de generar fuerza explosiva y velocidad. Para desarrollarlos, Harris recomienda establecer una distancia corta y reducir progresivamente el número de pasos que se necesitan para recorrerla. Esto obliga a los músculos a trabajar con mayor eficiencia. Luego, este ejercicio se puede repetir con variaciones, como saltos con una sola pierna o saltos de conejo, que requieren fuerza y equilibrio, desarrollando así los músculos que impulsan una carrera rápida.
La combinación de fuerza y flexibilidad es esencial para correr a mayor velocidad. Los velocistas necesitan mantener un equilibrio muscular que les permita una zancada amplia y poderosa. Algunos ejercicios recomendados para mejorar la velocidad incluyen:
Una vez que has evaluado tu técnica y has trabajado en mejorar tu fuerza y flexibilidad, es momento de enfocarse en entrenamientos específicos para ganar velocidad. Estos ejercicios están diseñados para mejorar la aceleración, la técnica de carrera y la resistencia a alta velocidad. Aquí se proponen algunas rutinas de entrenamiento que se pueden adaptar según el nivel de experiencia de cada corredor.
Después de un buen calentamiento, realizar ejercicios específicos de carrera es clave para mejorar la técnica y la velocidad. A continuación, se detallan algunos ejercicios de 15 a 20 metros que puedes incluir en tu rutina:
Las sesiones de sprints son esenciales para mejorar la velocidad y la resistencia a distancias cortas. Aquí se sugieren dos tipos de sesiones de entrenamiento:
En un entorno de gimnasio, puedes complementar tu entrenamiento de velocidad utilizando una cinta de correr con pendiente. Aquí se describe una rutina eficaz:
La combinación de estos ejercicios de corta distancia, sprints semanales y entrenamientos en gimnasio potenciará tu velocidad, tu técnica y tu resistencia, ayudándote a mejorar tu rendimiento como corredor.
El seguimiento continuo de nuestro progreso es una parte esencial del proceso de mejora de velocidad. Al contar con información detallada sobre nuestro rendimiento, podremos ajustar los entrenamientos y corregir errores de técnica, lo que nos permitirá mejorar nuestra velocidad de manera constante.
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