En una sorpresiva y polémica movida institucional, Douglas Haig emitió un comunicado de respaldo total al poderoso dirigente Pablo Toviggino, en medio de un escándalo nacional que sacude al fútbol argentino. Lejos de la neutralidad que caracteriza a muchas instituciones, el club de Pergamino decidió “repudiar fervientemente” los ataques contra el presidente del Consejo Federal y tesorero de AFA, a quien funcionarios del Gobierno Nacional acusan de conductas mafiosas y violentas.
La defensa fue tan contundente como inesperada: “Desde la institución, luchamos contra la violencia en el deporte”, expresaron, mientras Toviggino protagoniza una guerra mediática con Patricia Bullrich, quien incluso propuso aplicarle derecho de admisión.
La reacción no se hizo esperar. Redes sociales y foros de hinchas explotaron de críticas: “¿Desde cuándo defendemos a tipos que se manejan como patrones de estancia?”, escribió un seguidor. Otros lo calificaron de “papelón institucional” y cuestionaron el oportunismo político del club.
El enojo es comprensible: Toviggino está en el centro de la tormenta por sus mensajes agresivos, su cercanía con Chiqui Tapia y por manejar con mano de hierro los destinos del ascenso. Mientras tanto, Douglas Haig elige pararse de su lado y enciende una interna que podría dejar marcas.
¿Acto de lealtad o error histórico? Lo cierto es que el fuego cruzado ya alcanzó al Fogonero.
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