Los problemas económicos e inflacionarios del país arrastran múltiples conflictos que afectan a todas las generaciones. Uno de los más preocupantes es la dificultad que existe, desde hace tiempo, para acceder a una vivienda. Los elevados costos en dólares de terrenos o casas vuelven imposible su compra por parte de cualquier persona de clase media.
Al respecto, Bárbara Andino, una vecina de 29 años de la localidad de Rancagua, hizo un descargo a partir de un conflicto en torno al proyecto Solares, que implicaba una “gran oportunidad” para su familia.
“Somos todos laburantes; nunca nos sobra nada. Nos esforzamos por conseguir lo básico y seguir luchándola. No quiero dar lástima ni generar problemas, solo quiero no tener que resignarme como lo hicieron muchos”, explicó.
Es pedicura, masoterapeuta y además cuida a domicilio a una señora mayor, mientras vive junto a su padre, de 72 años, en una casa quinta en la que él es casero y parquero. Por su parte, su mamá alquila una vivienda en Pergamino y trabaja en un taller de costura.
“Si a mi papá lo echan de acá, no tenemos nada”, manifestó a PRIMERA PLANA. Y agregó que “mis viejos, desde que soy chica y fueron pasando delegados, preguntaron si estaba la posibilidad de darnos algún terreno, a pagar en cuotas. Siempre la respuesta fue: No”.
Desde que se impulsó el proyecto Solares, hace más de 10 años, el papá de Bárbara Andino se inscribió. “Por temas de política nunca se llegó a nada. Y este año, volvieron a abrir la inscripción y se hizo el sorteo en febrero. Pero lo que terminó siendo fue realmente injusto”, sentenció la mujer.
En las reglas establecidas para filtrar a los postulantes, los aspirantes debían ser residentes del pueblo, contar con recibo de sueldo y no poseer casa propia. Sin embargo, Bárbara denunció que “entre los ‘ganadores’ había gente que tiene otras posibilidades. Algunos ni siquiera viven en el pueblo porque tienen casa y campo en otro lado.
“¿Cómo podía estar una persona como mi papá, en la misma bolsa que estaban esas personas? Nos quedamos indignados esa vez, pero lo aceptamos porque era sorteo”, reclamó.
Hace poco más de un mes, una persona muy querida por los habitantes de Rancagua, que había salido beneficiado en el sorteo de Solares, falleció. Por reglamentación, ese terreno en el que nadie había comenzado a construir ni pagar, tenía que volver a sortearse, con los que habían quedado inscriptos, en espera y así lo confirmó una de las autoridades del programa al padre de Bárbara, cuando fue a preguntar cómo quedaba la situación.
Los Andino se mantuvieron a la espera de novedades y con la esperanza de poder salir sorteados y acceder finalmente a un terreno hasta que “hoy nos encontramos con que ese terreno definitivamente fue entregado a una de las sobrinas del fallecido, ‘en común acuerdo’. En común acuerdo ¿Entre quiénes?”, se preguntó.
“Sabiendo que hay gente que de verdad necesita esa oportunidad, no pretendía que nosotros fuéramos los beneficiados, solo esperaba lo justo: que volviera a sortearse”, remarcó.
Entre reflexiones, sostuvo a PRIMERA PLANA que “soy joven y no quiero tener que agachar la cabeza y resignarme a lo que sé que no es justo. ¿Por qué tengo que pensar en irme de un lugar al cual quiero y me crié toda la vida? Cada política como ésta, marca más la diferencia, entre el que puede y tiene, y cada vez tiene más, y el que cada vez está más lejos de conseguir algo”.
Bárbara Andino insistió en que su postura no es contra los sorteados sino contra “la mala actitud de las autoridades que no fueron equitativas. Ojalá alguna vez, los trabajadores de abajo, también seamos escuchados. Solamente queremos tener la misma oportunidad de crecer, de creer que todo el esfuerzo que hacemos día a día, alguna vez genere algún fruto”.
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