El renunciamiento de Cristina Kirchner a la idea de empalmar la elección nacional y la elección provincial, generando una caótica elección concurrente, mostró su otra cara: el kirchnerismo duro dejó prácticamente en marcha un plan diseñado para que “La Jefa” mantenga hasta último momento un poder decisivo en el armado de listas.
“Era demasiado bueno para ser real”, mascullaban en el oficialismo oficialista -el que se alinea con el Gobernador-, después de la votación en la que se aprobó la suspensión de las PASO pero no la modificación del resto del calendario electoral que tiene como terminal el 7 de septiembre.
Los plazos para inscribir alianzas y candidaturas en la Provincia de Buenos Aires quedarán, si no se impone otra opinión en la Cámara de Diputados, de acuerdo a lo prescrito por la Ley 5.109: 60 y 30 días respectivamente, en lugar de los 80 y 60 que promovida Kicillof.
El efecto de la jugada es que quedan prácticamente empalmados las inscripciones para ambos comicios, a pesar de que van por cuerdas separadas. El calendario nacional marca que el 7 de agosto es el plazo último para formalizar alianzas y que 10 días más tarde se anotan los candidatos.
Los candidatos a diputados y senadores provinciales, junto a los candidatos a concejales, se anotarán prácticamente en la misma fecha, con una ventana de 10 días, y plantea un escenario de caos para esas jornadas, con una ventaja importante para los que controlan la lapicera, es decir Cristina y Máximo Kirchner.
De paso, complica la logística al apretar los tiempos con los que debe trabajar la Junta Electoral bonaerense. No es un dato menor, ya que el Ejecutivo tenía un compromiso de garantizar un proceso amigable para una repartición que no tiene experiencia organizando una elección del tamaño de la que se viene.
Por eso, el oficialismo cranea en las últimas horas de esta tarde una respuesta acorde al desafío planteado. ¿Se intentará revertir la decisión en Diputados? Poco probable, toda vez que el proyecto modificado “rebotaría” al Senado y acortaría aún más los plazos.
Ese cuadro se agrava frente a la posibilidad de que la dos veces Presidenta de la Nación se inscriba como candidata en una o en ambas carreras. Al tratarse de comicios desdoblados, donde ni siquiera intervienen las mismas autoridades electorales, CFK está habilitada a competir donde quiera.
Puede, por ejemplo, ser candidata por la populosa tercera sección y representar a los ciudadanos del Conurbano sur. A pesar de que nació en La Plata, vive en Recoleta y vota en Santa Cruz, la Ley no impone requisitos de esa índole para presentarse. Puede, también, y a la vez, ser candidata a diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires o incluso de Santa Cruz. El menú está abierto.
“No creo que firme dos candidaturas, pero seguro que la van a usar para apretar”, analizan cerca del Gobernador. El mismo análisis comparten los intendentes, que también se vieron sorprendidos por una movida con el sello camporista: un proyecto de Ley que garantiza las reelecciones indefindias para legisladores provinciales pero que, por ahora, no alcanza a los intendentes.
Esa norma, introducida con la firma de Gustavo Soos, Walter Torchio, Eduardo Bucca, Emanuel González Santalla y Teresa García, entre otros, se interpreta en clave de “vendetta” después del decidido apoyo que viene logrando el kicillofismo en los municipios.
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