Néstor De Gruttola, el dueño de una histórica casa de electrodomésticos de Mercedes, se suicidó días atrás en un galpón que tenía en dicha localidad. Pero días después salió a la luz lo inesperado, cuando sus deudos comenzaron a buscarlo. Es que tenía una financiera a la que hoy le reclaman casi 35 millones de dólares.
Todo estaba montado detrás de la fachada de su negocio de electrodomésticos, el cual tenía más de 50 años en Mercedes y había pertenecido a su familia. Según el testimonio de los vecinos, comenzó con la financiación de los productos que vendía, pero luego se extendió a ofrecer rentabilidades a quienes le confiaran su dinero.
De Gruttola pagó siempre a término, de acuerdo al relato de los vecinos. Sin embargo, en los primeros meses del año comenzó a tener algunos retrasos, en los cuales pedía cambiar un par de días la fecha de cobro. El 8 de junio, sin dejar notas ni dar indicios, tomó la decisión de quitarse la vida.
Para la familia la noticia fue un cimbronazo, especialmente para su viuda, Claudia Parodi. Es que a los pocos dias comenzó a encontrarse con los reclamos de los vecinos que se acercaban a preguntar por su dinero, llevando las chequeras que Néstor había firmado en vida prometiendo los retornos.
La gente comenzó a citarse en la puerta del local, pidiendo el dinero. El negocio -y la casa de la familia- comenzó a recibir custodia policial por las amenazas de los damnificados que comenzaban a perder la paciencia. Según contó el diario local Mercedes Ya, el abogado de la viuda contó en declaraciones radiales que la supuesta financiera no existía.
Sin embargo, los vecinos dicen otra cosa. Cuentan que la mujer estaba presente en el lugar cuando su marido tomaba el dinero prestado. Es por eso que la paciencia con la familia se acabó.
Actualmente hay unas 60 demandas en la justicia, pero el número real de damnificados ascendería a 4.000 personas. En total, le reclaman unos 35 millones de dólares a la viuda. Es que, según entienden, al haber firmado los contratos a su nombre, las deudas de Néstor quedan a nombre de la familia.
La respuesta que brindó Parodi fue poner a disposición los bienes de la sucesión. Sin embargo, sería un campo por apenas un millón de dólares. Muy lejos de la fortuna que le piden los ahorristas damnificados.
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