Acorde con el artículo que publicó este diario digital el 14 de enero de 2024, ha habido 250.000 interrupciones de embarazo desde la vigencia de la ley que así lo permite —esto es, un cuarto de millón de abortos—.
A su vez, en el artículo también publicado en este diario digital el 6 de marzo de 2024 se informa —con foto incluida, al estilo de un equipo de futbol ganador— que el Hospital San José ha recibido un reconocimiento de la provincia y de la organización IPAS por buenas prácticas en salud sexual y abortos.
Uno puede ver el medio vaso vacío o lleno acorde con su percepción de la Ley 27610, que legaliza lisa y llanamente la interrupción del embarazo de un ser humano con un ADN distinto al de su madre hasta la decimocuarta semana de gestación.
La conciencia, que es sagaz, ha impuesto a esta práctica un término asimilable que la hace más digerible para todos: interrupción. En realidad, es asesinato, es matar a un ser humano que está en gestación: invito a ver fotos de fetos con 14 semanas para dar cuenta del aserto. La ley mencionada, por otra parte, se contrapone abiertamente con nuestro Código Civil, que establece, claramente, que las personas por nacer tienen derechos desde el mismo momento de la concepción.
Es que el primer derecho fundamental de cada ser humano es la vida, ¿no nos damos cuenta de esto?, ¿no nos damos cuenta de que cada ser humano pasa por el mismo estado que el feto asesinado? Es necesario refrescarlo diariamente para que no pase desapercibido; el mal siempre debe ser refutado e individualizado para evitar acostumbrarnos al mismo.
Resulta indignante que los recursos de los bonaerenses sean derivados a quienes pretenden sacarse de encima un bebé: esto significa que los pagadores de impuestos proveemos de material humano y medicinal para que cada sala de operaciones se convierta en un cadalso para un ser inocente. Claro es que los Estados Nacionales son consustanciales a la muerte, porque en vez de afirmar de valores de familia y evitar lo evitable deciden eliminar al más indefenso: el bebé.
Esto que nos pasa es un claro ejemplo del lento ocaso de Occidente en cuanto a civilización. Toda civilización que legaliza la matanza de una colectivo comete un crimen: somos genocidas atacando a fieras despiadadas que tienen su cuna en el útero de su exmadre y es por ello que la relajación ante las noticias nos hace partícipes y cómplices; el tiempo será quien nos haga pagar nuestras deudas con las vidas que día a día son ejecutadas.
Occidente perecerá, no hay dudas, la demografía es un arma incruenta y Europa, principalmente, no se reproduce en la medida necesaria para mantener su preeminencia cultural y es por ello que la inmigración, fundamentalmente musulmana, en silencio, va corrigiendo esas faltantes imponiendo su religión y costumbres ancestrales. Por ello, cada vida que se pierde, cada familia que decide no tener hijos o tener solo uno, nos va dejando vacíos y tristes.
El hedonismo capitalista es otro de los elementos claves que atenta contra la vida de las familias, porque solo se piensa en la felicidad de un instante olvidando el sacrificio, que enaltece, de la formación de una familia y su descendencia.
Insisto, no lo veremos nosotros, pero en más de cien años Europa será musulmana y hablaremos árabe con el aserto de que la historia siempre vuelve y los moros, nuevamente, tomarán España y demás. En ese tiempo, presiento, no habrá una reina Isabel y un Fernando de Aragón, porque seremos una civilización en extinción y rendida culturalmente.
No pretendo, de ningún modo, señalar a los galenos, personal auxiliar o directivos del Hospital, ellos tomaron un camino, sus prácticas son legales y la ley los ampara; pero créanme que somos miles los que nos indignamos con sus procederes.
Fueron formados para mejorar la vida, para darnos mejor calidad de vida, no para abortar con calidad, piénsese en el juramento hipocrático; volvamos a refrescar los derechos humanos elementales y el resultado siempre será el mismo: no matarás.
Corolario: pretendo poner en crisis cada día la legalidad de la muerte, el exterminio constante contra los más indefensos; el aborto siempre será un asesinato.
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