Durante las vacaciones de invierno, la rutina se interrumpe y el tiempo libre aumenta. Eso que al principio parece una oportunidad para descansar en familia puede transformarse en un terreno cargado de tensiones, sobre todo cuando hay chicos de por medio.
El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, formado en el Hospital Johns Hopkins y el Kennedy Krieger Institute advierte que, frente a berrinches o actitudes irritantes, los adultos deben conservar la calma. “Si no podés mantener la calma cuando tus hijos se frustran o se enojan, no esperes que ellos lo logren”, resume. Su mensaje apunta a algo simple y difícil: ser ejemplo.
A través de sus redes sociales, Bilbao propone cuatro puntos esenciales para atravesar los días intensos con equilibrio:
“Cuando un niño tiene un problema, aunque sea emocional, lo que necesita es que le ayuden a resolverlo, no que te unas a su caos”, dice Bilbao.
Otra voz que invita a cambiar la mirada sobre las vacaciones es la de la psicóloga Amanda Gummer, especializada en desarrollo infantil, experta de referencia en el Reino Unido. Según ella, el aburrimiento no sólo es inevitable, sino necesario.
“El aburrimiento es un excelente trampolín para la creatividad. Cuando los chicos no reciben entretenimiento a la carta, son mucho más propensos a usar su imaginación y descubrir lo que realmente les interesa”, afirma.
Gummer advierte que muchos padres se sienten abrumados por la presión de llenar cada hora libre con actividades, pero eso puede volverse contraproducente. Una encuesta realizada en Reino Unido mostró que el 82% de los padres experimenta ese agobio, aunque un 40% desea reducir el uso de pantallas. En ese contexto, aburrirse aparece como una pausa fértil.
Para transformar ese “me aburro” en algo positivo, la psicóloga sugiere:
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