Lo que está ocurriendo en nuestra ciudad es, sin lugar a dudas, una verdadera estafa a los vecinos de Pergamino. El intendente Javier Martínez ha venido promoviendo la idea de una supuesta "necesidad" de privatización, pero tras analizar el presupuesto municipal, puedo afirmar con certeza que esa es una mentira descarada. Las áreas que ahora se presentan como “insostenibles” no carecen de fondos por una cuestión económica, sino por una voluntad política de la gestión del Intendente, que ha decidido desfinanciarlas para justificar el paso siguiente: privatizar servicios esenciales y fundamentales para la vida diaria de la comunidad.
Lo más preocupante es que, en este proceso, la democracia en Pergamino ha sido severamente golpeada. La decisión del Intendente de sesionar sin la concurrencia del pueblo es un claro ejemplo de cómo el poder puede ser ejercido de manera autocrática, sin dar cabida a la voz de la ciudadanía.
Las sesiones del Concejo Deliberante deberían ser el lugar donde se refleja la diversidad de opiniones y se debaten los intereses de todos los vecinos, no un espacio donde se impongan decisiones a puerta cerrada, ajenas al sentir popular.
El oficialismo, con el respaldo del intendente y sus allegados, está tomando decisiones que benefician a unos pocos en lugar de trabajar para el bienestar general de la población. Es como si el Municipio de Pergamino hubiera sido convertido en una empresa privada, donde los intereses de los gobernantes priman sobre los derechos y necesidades de la comunidad. Esto no solo es una violación a los principios democráticos más básicos, sino que perjudica gravemente la confianza de los ciudadanos que eligieron a sus representantes con la esperanza de ser escuchados y respetados.
De este modo, el intendente ha logrado centralizar el poder y restringir la pluralidad política y social, suprimiendo el espacio de deliberación pública y marginando las voces disidentes.
Martínez tiene que entender algo fundamental: más allá de la legitimidad de origen que le dio el voto de gran parte de los vecinos de Pergamino, no puede actuar como si el Municipio fuera de su propiedad, como si los ciudadanos fuéramos sus súbditos.
El sistema político moderno rechaza cualquier forma de vasallaje, y el trato que está recibiendo la ciudadanía es indignante.
No podemos permitir que el Municipio sea gobernado como si fuera una escribanía personal del mandatario, donde las decisiones se toman sin tener en cuenta las voces disidentes y las necesidades de la comunidad.
La privatización no es la solución. El pasado nos ha mostrado los peligros de esta estrategia. Hemos pagado muy caro por errores similares en el pasado, y no podemos permitir que nos lleven de nuevo por el mismo camino.
Los ciudadanos de Pergamino debemos recuperar la racionalidad, defender los principios democráticos, y exigir que nuestras instituciones funcionen de acuerdo con los intereses de la comunidad.
La voz del pueblo debe ser escuchada, y es momento de recuperar el espacio público de deliberación que nos corresponde como ciudadanos, no para servir a intereses privados, sino para construir un futuro común. Es hora de que el Intendente entienda que Pergamino no le pertenece y que los ciudadanos no somos su propiedad.
*El autor es concejal mandato cumplido y referente de la Corriente Nacional para la Militancia
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