Un estudio de la Universidad de Heidelberg reveló los efectos que produce en el cerebro reducir el uso del celular durante 72 horas. La investigación analizó cómo reacciona el organismo cuando se limita el acceso al dispositivo que, en promedio, las personas consultan cada diez minutos a lo largo del día.
El estudio demostró que la restricción del celular generó cambios en las áreas cerebrales vinculadas a la recompensa y la motivación. Los voluntarios solo pudieron usar el teléfono para funciones esenciales como trabajo, tareas cotidianas y comunicación con familiares durante tres días.
Los resultados de las resonancias magnéticas funcionales mostraron modificaciones en las regiones cerebrales que procesan la dopamina y la serotonina. Estas alteraciones fueron similares a las observadas en personas con adicción a sustancias o alcohol. Los investigadores detectaron que la actividad en la corteza parietal se relacionó directamente con los niveles de ansiedad por el dispositivo.
Los escáneres cerebrales revelaron que la reducción del uso del smartphone afectó las redes neuronales encargadas de los procesos adictivos. Los participantes mostraron una disminución en la actividad de las zonas que regulan el estado de ánimo y las emociones. Este patrón sugirió que el cerebro experimenta un ajuste químico cuando se interrumpe el estímulo constante del teléfono.
Una estrategia efectiva consiste en establecer horarios específicos para revisar el dispositivo. Designar momentos fijos durante el día para consultar mensajes o redes sociales ayuda a reducir la frecuencia de uso. Otra opción es activar el modo avión durante actividades que requieren concentración, como trabajar o comer.
Desactivar las notificaciones no esenciales evita las interrupciones constantes que generan ansiedad. Reemplazar el tiempo en el celular por actividades como leer, caminar o practicar hobbies manuales también contribuye a disminuir la dependencia. La organización del entorno, como dejar el teléfono fuera del alcance visual durante las comidas o antes de dormir, facilita la desconexión progresiva.
El estudio recomendó comenzar con períodos cortos de abstinencia y aumentar gradualmente el tiempo sin el dispositivo. Esta práctica permite al cerebro adaptarse a la falta de estímulos digitales y reduce la necesidad de consultar el teléfono de manera compulsiva.
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